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Balón de Oro

Otra primavera de clásicos

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Madrid- La historia de Real Madrid y Barcelona no sería la misma si uno de ellos no existiera. Se necesitan para ganar, perder y progresar, porque viven de medir sus fuerzas cada temporada. De aquí a final de curso van a enfrentarse, como mínimo, dos veces, pero la racha de clásicos podría ser de hasta cuatro si el azar lo quiere y los dos prolongan su camino en Europa. Las citas seguras son en el fin de semana del 23 de marzo –en el que el Barcelona visita el Bernabéu en la jornada 29ª de Liga– y el 17, 18 o 19 de abril –cuando ambos jugarán en Mestalla la final de Copa–. Dos partidos apasionantes, que serían tres si tanto Real Madrid como Barcelona alcanzan el partido definitivo en la Liga de Campeones y consiguen evitarse en el camino previo. En este caso, el 24 de mayo se disputaría la segunda final española de la historia en la «Champions» –antes, en 2000, Madrid-Valencia– y ambos se jugarían, cara a cara y en poco más de un mes, los tres títulos importantes de la temporada, ya que justo en medio de las dos finales se disputan las cinco últimas jornadas de la Liga.

La tercera de las opciones les obligaría a medirse una vez más –cuatro– y se haría realidad si los dos superan la eliminatoria de octavos de final que tienen pendiente ante el Schalke y el Manchester City, y el bombo les une en alguna de las rondas siguientes: los cuartos o las semifinales. Si la cita europea fuera en cuartos, Madrid y Barcelona jugarían cuatro partidos en menos de un mes (ver gráfico). En el supuesto de que tanto a los de Ancelotti como a los de Martino les tocara verse en las semifinales de la antigua Copa de Europa, la concentración de clásicos aumentaría a tres en 12 días: desde el 17/18/19 de abril en Mestalla al 29/30 del mismo mes, cuando jugarían el partido de vuelta de las semifinales continentales.

Será algo parecido a lo que sucedió en el año 2011, en el que los equipos dirigidos por Guardiola y «Mou» se vieron las caras 4 veces en 18 días en la Liga, en la final de Copa, que ganaron los blancos con el cabezazo de Cristiano Ronaldo, y en las semifinales europeas, que fueron para los azulgrana. La tensión subió tanto que la Supercopa siguiente, después de las vacaciones, fue la del famoso dedo en el ojo de Vilanova y tras la que Casillas llamó a Xavi para firmar la paz.