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Tito murió como vivió: luchando

La Razón La Razón

Cuando parecía que todo iba bien, cuando todos estábamos esperanzados con la posibilidad de que Tito ganara la batalla al cáncer, el apellido de una enfermedad maldita le preparó una estrategia que no pudo contrarrestar. El destino ha sido cruel con un técnico que lo tenía todo para triunfar: una gran plantilla que conocía como la palma de su mano, una afición que le adoraba y el contrato de su vida. Como profesional y durante doce años, Tito fue un jornalero sencillo, que se dejaba la piel y tenía buena técnica y visión de juego. Sus mejores momentos llegaron como segundo de Guardiola y cuando lo tenía todo para vivir algo único como primer entrenador y ser un privilegiado, se cruzó la fatalidad de una enfermedad que acabó con todos sus sueños. De golpe, sus ilusiones se apagaron en un día que nunca olvidaremos por la huella que deja como persona y su elegancia en el deporte, donde tenía un futuro impagable. Las lágrimas de sus hijos y de su mujer me dejan una pregunta: ¿por qué? Cuando el tiempo calme el dolor entre los suyos, vivirán con el orgullo de haber tenido un gran padre, una gran persona y un amigo leal. Mi recuerdo para quien hizo del éxito algo natural y humano. ¡Siempre estarás vivo en el fútbol! ¡Nunca te olvidaré!

- Me gusta: el homenaje que Tito ha recibido de todo el mundo del fútbol, sin fisuras. Desde el Bernabéu o el Palacio de los Deportes hasta campos extranjeros donde Tito arrasó. El premio a su humanidad.

- No me gusta: que se vayan grandes como Tito. Con él vimos al mejor Barça de la historia en la primera vuelta de la campaña 12/13. Cosechó 55 de 57 puntos. No me gusta no saber hasta dónde pudo llegar.

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