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Para brava, Maialen Chourraut: gana la plata y ya tiene todas las medallas olímpicas

La campeona olímpica de piragüismo eslalon en Río 2016 y bronce en Londres 2012, se cuelga esta vez la plata para convertirse en leyenda del deporte español

Maialen Chourraut, tras superar la meta en piragüismo eslalon, donde logró la medalla de plata
Maialen Chourraut, tras superar la meta en piragüismo eslalon, donde logró la medalla de plataSTOYAN NENOVREUTERS

Maialen Chourraut lo ha vuelto a hacer: por terceros Juegos consecutivos se ha colgado una medalla olímpica en un deporte, el piragüismo eslalon en aguas bravas, poco predecible porque un error te condena y ver ganar siempre a las mismas es complicado. No ha podido repetir el oro de Río hace cinco años, pero su plata tiene un mérito inmenso y por eso su explosión de alegría cuando se confirmó. Tres medallas, que se dice pronto pero que cuestan toda una vida de trabajo, de continuidad y de encontrar la motivación tanto en las buenas como en las malas.

Ya las tiene todas. En Londres 2012 fue bronce, tras haber tenido su primera participación cuatro años antes en Pekín. Después de ese tercer puesto quiso se madre y nació Ane, una nueva motivación para ella, un impulso más. Y juntas, Ane, Maialen y Xabi Etxaniz, el entrenador y marido de la palista vasca, iban a todos lados, incluso a los Juegos Olímpicos de Río, donde la pequeña por momentos le ganó protagonismo a la mamá campeona, que se empeñó en que en la foto tenían que estar los tres y Ane se saltó los protocolos. En Tokio, Ane no pudo estar y hasta eso lo tuvieron que “entrenar” porque desde que nació les había acompañado siempre. Probaron en una última prueba de la Copa del Mundo, una semana con la tía y los primos, y fue bien. Estaban “juntos”, aunque en la distancia. Y a la capital de Japón se fueron sin ella 22 días, una semana para preparar la prueba (es el único deporte en el que han podido viajar con tanto tiempo) y después de conocer bien el Centro de Piragüismo en Eslalon de Kasai, donde se celebró, a por la gloria.

Eso sí, con la medalla ya en el cuello, Mailen le dedicó unas palabras a su pequeña. “Ha sido muy potente el camino hasta aquí. No me lo creo. Ha sido un ciclo olímpico muy duro. Estos han sido unos Juegos especiales, lejos de Ane, estoy deseando verla y darle un beso. Coger mañana el avión y verla”, explicó en TVE. Se acordaba de esas lesiones que ha sufrido y también del cambio de casa adelantado. Llevaba desde 2004 en la Seu d’Urgell entrenando allí en el canal, con todo la lado. Después de Tokio 2020 quería volver a San Sebastián, pero con el coronavirus y el aplazamiento de los Juegos, lo hizo antes de tiempo. Ella, Xabi y Ane volvieron a casa. Y el año ha sido con una piragua siempre en el coche para ir a entrenar al río Bidasoa, al Urumea, a Pau, en Francia, al mar, cómo no. “Soy afortunada pero no por la medalla, sino por todos los que me rodean”, dijo Maialen.

No llegaba con buenos resultados en las últimas pruebas la española, pero sí con buenas sensaciones. La cabeza estaba en los Juegos. Fue al Europeo y a dos Copas del Mundo, se metió en las tres finales y terminó sexta, séptima y octava. “Pero ya vimos cómo estaba”, afirma Xabi Etxaniz. “No nos preocupaba porque también ha estado probando: en una a asegurar, en otra tomó riesgos. En una tuvo el tercer tiempo más rápido, pero tocó dos puertas, en otra se saltó una puerta y tuvo que remontar, en otra probó una figura muy difícil, fue muy directa a probarla y tuvo que remontarla, pero había que probar todo eso y hacerlo antes de los Juegos para tener una buena estrategia en Tokio”, añade su entrenador.

Comenzó la prueba Maialen con cara de concentración. Por delante esperaban las 25 puertas que tenía que pasar sin tocarlas, algunas remando contra la corriente, en algo más de 100 segundos de pleno sufrimiento, esfuerzo y estrategia. “Sí, sí”, se autoconvencía con la cabeza, meneándola de arriba a abajo. Arrancó bien, en una primera parte muy técnica, pero continuó mejor. Llegó un momento de agobio en la puerta 16, donde la fuerza del agua hizo temer que pudiera tumbar, pero se mantuvo a flote y terminó de forma impecable y muy contenta. Sabía que su actuación había sido buena y que el tiempo era fantástico. Que tenía posibilidades de volver al podio. Xabi Etxaniz corría por el lateral dando palmas, aplaudiendo la actuación.

En semifinales, Chourraut había sido séptima. El objetivo era pasar y por eso en la final fue la cuarta en participar de diez. Cuando completó su recorrido era la mejor, y se sube en lo que es un podio todavía virtual, de donde se va moviendo según vayan terminando las siguientes competidoras, si es que la superan. A continuación le tocó a la británica Woods, pero su piragua se descontroló y hasta se saltó una puerta. Terminó llorando. A la neozelandesa Jones se le atragantó la parte final: Maialen seguía en lo más alto, comentando con sus compañeras la jugada. La italiana Horn apretó y no atrapó a la española por 3 décimas. Quedaba tres palistas y la alemana Funk voló para parar el reloj 1.13 antes que la vasca y ponerse delante. Maialen bajaba al segundo puesto. La eslovaca Mintalova también falló por mucho, lo que aseguraba el bronce para Chourraut. Pero quedaba la gran favorita, la australiana Fox, que comenzó del revés con el toque de una puerta, y más tarde tocó otra, y aunque hizo el recorrido antes que nadie, la sanción de cuatro segundos le mandó al tercer lugar y Maialen se quedaba en el segundo.

“Es duro para mí saber que no soy la más rápida”, admitía Maialen, que con 38 años se cuida mucho, pero el tiempo pasa y al cuerpo cada vez le cuesta más recuperarse. La más rápida es Fox, pero con eso no es suficiente. Quizá la española no sea la más veloz, pero a brava pocas le superan. “Ya tengo la colección olímpica completa”, comentaba. Es su tercera medalla, y también la tercera de España en Tokio, tras la plata de Adriana Cerezo en taekwondo y el bronce de David Valero en bicicleta de montaña.