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Golf

El hijo del decatleta y el cuñado fake de Karembeu

El podio del golf, Schauffele-Sabatini-Pan Cheng, tiene una de las historias más luminosas de los Juegos. La esposa eslovaca de Rory Sabatini guarda un parecido asombroso con Adriana Karembeu, su célebre compatriota

El campeón olímpico de golf, Xander Schauffele, posa junto a Pan Cheng y Rory Sabatini
El campeón olímpico de golf, Xander Schauffele, posa junto a Pan Cheng y Rory SabatiniAndy WongAgencia AP

Casi anónimo en España por la defección de Jon Rahm, el torneo olímpico de golf ha dejado una de las historias luminosas de los Juegos, además toneladas de emoción en la jornada final, que se prolongó durante diez horas porque la medalla de bronce se dilucidó en un playoff disputado por siete jugadores. El taiwanés Pan Chengse impuso tras cuatro hoyos extras al último ganador en Augusta, Matsuyama; al reciente campeón del British, Morikawa; y al ex número uno del mundo y ganador de cuatro «Majors», McIlroy. Entre otros. Ahí queda el dato por si había dudas de cómo se tomaron el asunto las estrellas del palito. Una lástima el positivo del vasco, que garantiza garra y resultados cada fin de semana que sale al campo.

El campeón fue Xander Schauffele, una de las más firmes promesas –realidad– del golf estadounidense que traía adquirido, casi de cuna, un compromiso con el olimpismo. Hijo de alemán y taiwanesa, también con un abuelo francés, durante un tiempo se pensó jugar bajo la bandera de uno de estos tres países, con los que sería mucho más fácil lograr una selección dificilísima que en el gigante norteamericano. Su quinta plaza en el ranking mundial, finalmente, le dio el billete para Tokio y cumplió el sueño de participar en unos Juegos de… su padre, Stefan, un antiguo decatleta que vio truncada su participación en Seúl 88 por culpa de un conductor borracho, que lo embistió en un accidente en el que perdió un ojo.

Quien sí tuvo que buscarse un pasaporte nuevo para estar en los Juegos fue el medallista de plata, Rory Sabatini, sudafricano residente en Florida que esta semana tenía a quince compatriotas por delante en la clasificación mundial, donde figura en la 204ª posición. Jamás habría estado en Tokio de no haberse cruzado en su camino Martina Stofanikova, una eslovaca rubísima, con cara de muñeca y piernas kilométricas de asombroso parecido con su compatriota Adriana Sklenarikova, la top model que se casó con Christian Karembeu para solaz de los habituales al Santiago Bernabéu, indecisos siempre entre mirar al campo o escudriñar en el box en el que se acomodaba la diva.

El caso es que Martina es la sobrina del secretario de la Federación Eslovaca de Golf y le propuso a Sabatini (nada que ver, pese a la coincidencia de apellido, con Gabriela, la tenista argentina que fue plata en Seúl 88) matrimonio al objeto de sellar su amor, pero también de facilitar su naturalización y que pudiese representar en los Juegos a la pequeña república centroeuropea, cuyo segundo jugador en el ranking, Petr Valasek, está en el puesto 848º. La delegación eslovaca sumó así su tercera medalla en Tokio, tras el oro de Zuzana Rehak en trap, la prueba de Fátima Gálvez, y la plata de Jakub Grigar en piragüismo.

De las aguas bravas han brotado la mayoría de las medallas eslovacas en los Juegos desde su independencia en 1993. Concretamente, la mitad más una: 16 de 31. El legendario kayakista Michal Martikan sumó cinco de ellas en K1, dos oros, otras dos platas y un bronce consecutivos desde Atlanta 96 a Londres 2012. En los Juegos invernales, los eslovacos también tienen un puñado de podios, casi todas en biatlón y acaso por su tradición en el tiro, segundo proveedor histórico de preseas con media docena. Lo que nadie esperaba era ver ondear la cruz doble de los Santos Cirilo y Metodio en el mástil del Kasumigaseki Country Club.