Ciclismo

Alicante

La Vuelta al revés

Dumoulin, nuevo líder, y Froome sacan ventaja en el terreno de los pequeños

El ciclista holandés del equipo Giant, Tom Dumoulin, en el podio con el maillot combinada.
El ciclista holandés del equipo Giant, Tom Dumoulin, en el podio con el maillot combinada.larazon

Dumoulin se impuso en la novena etapa de la Vuelta disputada entre Torrevieja y Cumbre del Sol (Alicante), en la que se enfundó el maillot rojo de líder.

Chris Froome sólo cree en el potenciómetro. Corre en postura de continua adoración al aparato que maneja sus piernas desde el manillar. Si le dice que ataque, obedece. Si le dice que lo mejor es aguantar, él espera en el fondo del grupo. O más atrás, incluso. Porque Chris Froome corre solo, sin importarle apenas lo que ocurre por delante o los que vienen por detrás.

Nada sorprende ya a sus rivales, que no confían mucho en esos presuntos síntomas de debilidad que ofrece de vez en cuando. «Siempre hace lo mismo, es su forma de correr. Se descuelga, llega, se va...», cuenta Valverde en la meta de Benitatxell. Un pueblo global que edita su revista en español, catalán, inglés y alemán. Un lugar de refugio para ciudadanos como él, con el alma en África y los pies en Europa.

Froome dio síntomas de debilidad en los primeros ataques de la imponente cuesta que lleva al Alto de Puig Llorença una vez superada la Cumbre del Sol, la urbanización más elevada de esta localidad que siempre mira hacia arriba. No era debilidad, era sólo su manera de gestionar el esfuerzo a partir de los datos que le ofrece el potenciómetro. Resultaba creíble, sin embargo, ese momento de duda. No era la subida apropiada en teoría para él, con una primera rampa al 19 por ciento –la que más daño le hizo– y luego otra al 10 y una más al 9. El final de la cuesta esperaba a ciclistas pequeños y explosivos, como Chaves, Valverde o Purito. Pero la subida «se hizo a tope desde abajo», relata Joaquín Rodríguez. Tiraba Katusha, tiraba Movistar, también Orica. Se trataba de asfixiar a Froome y acabaron asfixiando a los suyos.

Froome se puso de pie sobre los pedales, una licencia que sólo se permite en situaciones desesperadas –como sucedió en el Tour con los ataques de última hora de Quintana– o cuando huele la sangre de la presa, como ayer. Se vio de nuevo entre los mejores cuando ya había pasado lo peor y sentía cercana la posibilidad de victoria. Chaves fue el primero en quedarse y perdió 59 segundos. «Me dejé la piel defendiendo el maillot rojo, pero las piernas no respondieron», explicaba. Después Valverde, con la clavícula dolorida por la caída que había sufrido en el primer tramo de la carrera. Quintana y él se dejaron veinte segundos en la meta.

Al ataque de Froome sólo resistieron Purito y Dumoulin, el sorprendente holandés que ha decidido responder en las rampas que no hace tanto se le atragantaban. Parecía que la etapa era de Purito, el más explosivo, pero fue devorado por el molinillo de Froome. «He atacado más con el corazón que con la cabeza», explicó. Le sobraban ganas y le faltaban piernas. Pero la sombra de Dumoulin se acercaba por detrás para llevarse la etapa y el liderato.

«No venía a por el maillot rojo, pero ahora sería estúpido no defenderlo». Su principal objetivo en la temporada era ganar la contrarreloj inicial del Tour, su terreno favorito, que además se disputaba en su casa, en Utrecht. Pero sólo pudo ser cuarto y una caída le mandó a casa en la tercera etapa cuando era tercero en la clasificación. «Puede que sea una ventaja para la Vuelta, pero la caída no ha sido una ventaja para mi temporada», dice.

Preocupa la clavícula de Valverde

«Toca, toca», decía Alejandro Valverde a un grupo de periodistas en la meta. «No creo que se haya roto, pero tengo la clavícula inflamada. Es como si me clavaran un cuchillo», explicaba. Jesús Hoyos, el médico del equipo, lo examinó después. Sólo tiene el golpe producido por la caída que sufrió en los primeros kilómetros. «Uno por delante hizo el afilador, frené, pero me tocó uno por detrás y salí volando», contaba Alejandro. Por eso no le parecían demasiados los veinte segundos perdidos en la meta. A pesar de todo, intentó atacar. «He intentado sorprender al principio porque en el primer paso por la meta no me he visto bien», dice. Ahora tiene dos días para intentar recuperarse.