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Natación
Ledecky gana la gran batalla del Mundial a McIntosh y sigue siendo la reina de los 800
La estadounidense, mejor nadadora de la historia, gana su séptimo oro mundial en el 800 (tiene cuatro olímpicos) y sofoca la amenaza de la canadiense, bronce, superada también por la australiana Pallister

Las derrotas de las grandes leyendas del deporte tienen un punto de romanticismo. Usain Bolt terminó su carrera siendo superado en una prueba individual y lesionado en el relevo, en el punto y final. Eso le hizo humano, demostró que lo que había conseguido no era genética, o al menos no era sólo eso: se lo tuvo que trabajar. A Simone Biles la venció la brasileña Rebeca Andrade en los pasados Juegos de París, y su reacción fue de lo más humano posible, con una reverencia a la gimnasta que la superó. Katie Ledecky parecía que también podía claudicar en el Mundial de Singapur en los 800 metros, la prueba que domina sin discusión, pero no...
En los Juegos de Londres 2012, cuando tenía 15 años, logró el oro, por delante de Mireia Belmonte, y a ese triunfo le siguieron los de Río 2016, Tokio 2020 y París 2024, más seis Mundiales. Inalcanzable. El paso de los años le hizo ir cediendo la corona en otras distancias, como los 200 y los 400, pero no en el fondo puro. En esta ocasión tenía una amenaza real en Summer McIntosh, la reina actual de la natación. Se lo había propuesto, anunció que iba a por ello, respaldada por una gran marca... Pero Ledecky se ha negado a bajar del Olimpo para convertirse en humana.
La canadiense venía apretando con el tercer mejor registro de la historia, pero la estadounidense había batió hace nada el récord del mundo, por lo que estaba en forma. McIntosh buscaba una proeza en Singapur que sólo logró Michael Phelps: cinco oros individuales en el Mundial. El más difícil era este de los 800. Su energía, diez años más joven que Ledecky (tiene 18), no fue suficiente contra la mejor nadadora de la historia, en una prueba que tuvo como invitada a la australiana Lani Pallister.
Katie se ajustó las gafas en la cámara de llamadas. McIntosh se presentó en la piscina a cara descubierta, seria, con una misión. Una, la campeona, por la calle cuatro; otra, la aspirante, por la tres. Iban al lado, vigilándose, siguiendo cada brazada que daban. Y la norteamericana salió como siempre, a poner un ritmo infernal que nadie puede seguir. Pero esta vez tuvo compañía, no sólo a un lado, también al otro con Pallister. Marcaba el ritmo la estadounidense, pero no se despegaba de sus rivales, las tres en un suspiro, las tres con unas marcas por debajo del récord del mundo superada la mitad de la carrera, en los 400. A esas alturas, normalmente, Ledecky ya esta sola, pero esta vez tuvo que seguir avanzando con dos sombras.
Antes de tocar la pared por penúltima vez, se puso por delante McIntosh. Parecía el momento del relevo, el día en el que la reina cedía su corona, pero del viraje salió primera y pronto se vio que tenía fuerza. Recuperó la cabeza mientras la canadiense iba perdiendo terreno. El agua empezaba a convertirse en un enemigo para ella La frenaba, mientras Katie avanzaba de forma salvaje. En el último largo, a su izquierda, la aspirante ya no era rival, no le quedaba espacio para recortar... Ni energía. Lo intentó Pallister a la derecha de la estadounidense, pero tampoco llegó a superar al mito en la mejor carrera de su vida. Batió el récord de Oceanía (8:05.98), lógicamente, se atrevió a plantar cara a Ledecky y se quedó con una plata que le sabe a oro. La ganadora paró el reloj en 8:05.62. Su plusmarca universal es 8:04.12. Dio un puñetazo al agua. Sabía que no era una carrera más para ella, era su gran desafío, y su leyenda, de momento, no tiene fin.
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