Hípica
Luis Astolfi, homenaje a una leyenda de la hípica
El Real Club Pineda de Sevilla reconocerá el domingo 9 de noviembre la extraordinaria trayectoria del jinete andaluz

Luis Astolfi (18-4-1959, Sevilla) lleva más de medio siglo ligado al caballo. Campeón de España Absoluto de Saltos por primera vez en 1984, cuatro veces olímpico con el histórico décimo puesto individual y el sexto por equipos en Los Ángeles, más de veinte veces campeón de Andalucía y referente indiscutible de la equitación sevillana. El domingo 9 de noviembre, el Ayuntamiento de Sevilla y el Real Club Pineda le rendirán homenaje tras la entrega de trofeos del Gran Premio «Ciudad de Sevilla». Un reconocimiento en casa, en la pista donde empezó a montar con apenas once años de edad.
Licenciado en Derecho y Técnico Deportivo Superior en Equitación, Astolfi dio pronto el salto. Con trece años se formó en la Escuela de Verden (Alemania) donde aprendió la disciplina y la sensibilidad que han caracterizado su estilo. Su talento y el de su familia ya eran reconocidos antes de llegar a la élite. En 1982, Jerez concedió a la familia Astolfi el Caballo de Oro, uno de los galardones ecuestres más prestigiosos.
Su carrera fue un recorrido por los principales circuitos del mundo. Entrenó en Alemania, Bélgica, Holanda y destacó en Aachen, Luxemburgo, Roma o Saint Gallen. Triunfó en la Copa del Rey, Copas del Mundo, Grandes Premios, fue cuarto por equipos en los Juegos de Barcelona... Astolfi dejó huella también a través de los caballos que formó. «Quartz du Vallon» fue uno de los que marcaron época. Con él fue reconocido como el mejor binomio español en la Copa de Naciones durante 1990 y 1991.Luego llegaría «Codar», un caballo criado y preparado por él con el que ganó la Copa de Naciones del CSIO de Lisboa, la Copa Presidente de Madrid y fue segundo en el Gran Premio del CSI Casas Novas en La Coruña, antes de ser vendido al equipo olímpico ucraniano. Su capacidad para construir caballos, no sólo montarlos, ha sido siempre su sello deportivo y profesional.
Pero si algo explica la admiración que despierta Astolfi es su humildad y su manera de estar dentro y fuera de la pista. Quienes han montado con él coinciden en la misma idea: su grandeza no se mide en resultados, sino en su capacidad para transformar caballos y personas. Su sobrino Salvador Astolfi, también jinete, lo resume con una frase que se escucha a menudo en Pineda: «Mi tío es la prueba de que el deporte premia al que trabaja». Ha mejorado caballos hasta límites que parecen imposibles, «un doscientos por cien», aseguran, fruto de la paciencia, la técnica y la constancia.
Esa generosidad profesional tiene una dimensión humana más importante. Su sobrino Víctor Astolfi explica que la verdadera medida de su tío aparece cuando nadie lo está mirando. Cuando regresa a Pineda de trabajar fuera, tras montar ocho o diez caballos al día, todavía se sube en los de la familia, siempre buscando que a ellos les vaya bien. Antes de un concurso, es él quien se los pone y los ajusta sin pedir nada a cambio. Para ellos, asegura, ha sido lo más parecido a un padre.
Esa capacidad para enseñar, sumar y elevar el nivel técnico y humano de quienes lo rodean ha sido una constante. Por eso, cuando dejó la alta competición no se alejó del deporte: siguió formando jinetes, impartiendo clínics y dirigiendo equipos. Ha sido entrenador del equipo español de Concurso Completo, con presencia en Campeonatos del Mundo, de Europa y Juegos Olímpicos, y en 2019 dirigió al equipo polaco de Salto en la Copa de Naciones de Rabat. También enseña a futuros técnicos en equitación, consciente de que el caballo necesita preparación, pero el jinete también.
El homenaje de mañana no celebra un recuerdo, sino una presencia viva. Luis Astolfi sigue montando y sigue enseñando siempre desde la humildad. Sigue entrando en las pistas con la misma ética y elegancia de siempre y sigue siendo un ejemplo para jóvenes y veteranos.

