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El Madrid no puede con el Barcelona (0-1)

Rakitic marca ante la mirada de Courtois y Sergio Ramos. REUTERS/Juan Medina
Rakitic marca ante la mirada de Courtois y Sergio Ramos. REUTERS/Juan Medinalarazon

Un gol de Rakitic en la primera parte dio la victoria al Barcelona en el Bernabéu y le lanza hacia el título. Los de Solari mostraron carácter, pero poca fortuna en el área.

La impresión que da es que el Madrid lo intenta, se esfuerza, corre y se deja la vida, pero nada y que al Barcelona, sin embargo, sin ser brillante, con una vez, le vale. Y así ha ganado la semana de los clásicos y deja al equipo de Solari con toda la primavera por venir y mirando a Europa, con la necesidad de todos los años. Lo que visto lo sucedido durante los tres últimos cursos, no tiene por qué ser mal panorama. Por segunda vez consecutiva fue derrotado por el Barcelona en su casa y se quedó sin marcar. Son dos derrotas que no reflejan la distancia entre ambos, al menos en lo que va de área a área. Lo que luego ocurre dentro es otra historia, es lo que te lleva a la final de la Copa o lo que te deja con La Liga en el horizonte. El Barcelona llegó con facilidad una vez, tras una jugada entre Rakitic y Messi, marcó y se llevó el partido. El equipo de Solari lo intentó, otra vez con Vinicius como principal arma tuvo carácter, pero apenas consiguió opciones claras de remate. A uno le cuesta un esfuerzo brutal; al otro le vale con la primera.

Por eso el Barcelona termina más sonriente esta semana. No es el equipo más brillante y no le importa echarse atrás y buscar la contra, es decir, buscar a Dembélé para matar los partidos, pero lo que ha perdido de poesía lo ha ganado en efectividad. Le va bien de ese modo, al menos por el campeonato nacional. Tiene a tiro los tres títulos y dos más que bien encaminados. Ahora puede prestar casi toda su atención a la Champions, que es lo que le pide el cuerpo. Contra el Madrid no necesitó al Messi más decisivo. Le valió con un gran Rakitic y un imponente Piqué. El Bernabéu le odia por las cosas que suceden fuera del campo, pero si él no le gustara tanto el protagonismo cuando aparecen los micrófonos y dárselas de analista, si sólo se le midiera por cómo juega, la afición del Madrid debería odiarlo más. Él desactivó el ataque blanco, entendió que todo el peligro iba a llegar por el lado de Sergio Roberto, allí donde aparecía Vinicius y fue apagar los fuegos, ganando casi todos los duelos.

Frente a la solidez y la eficacia del Barcelona el Madrid puso carácter. Reguilón fue uno de los futbolistas más destacados en eso. Es joven sólo en edad porque va a la guerra con la fiereza de un veterano. No le importa quien tenga enfrente porque nunca va a dar la espalda. Juega con el misma decisión cuando defiende que cuando ataca. Si tiene que pedir ayuda a Vinicius no se corta. Él representó mejor que nadie a los suyos: perdieron en el resultado, pero no perdieron la dignidad de intentarlo hasta que no quedaron más fuerzas.

Y eso que hubo algún rato, sobre todo tras el gol del Barcelona en la primera mitad en la que los de Solari parecían fuera de foco, desbordados por los acontecimientos, durante algunos minutos en manos del Barcelona, a gusto sobre el césped del Santiago Bernabéu, donde ha borrado de un plumazo el miedo escénico. No pintaba bien la cosa para el Madrid, derrotado más allá del resultado, que no encontraba soluciones. El choque volvió a dejar marcado a Bale, que pasó de puntillas. Solari le dio la titularidad que tanto ha exigido y su encuentro fue decepcionante, sin capacidad para imponerse. Los compañeros encuentran que Vinicius, por el otro lado, les soluciona más cosas. El brasileño da desequilibrio, pero tiene que empezar a aprender que en el área hay que resolver mejor porque muchos de sus intentos acaban en nada. Tiene tiempo y la pinta de que cuando solucione eso, será imparable.

El público, de todos modos, juzgó: en cuanto Isco salió a calentar la banda, se llevó los aplausos. De repente, tras tanto tiempo desaparecido hace que se vea en él al jugador necesario para reanimarse en la Champions. Los aplausos al andaluz contrastaron con la pitada que se llevó Bale al ser sustituido.

El Madrid volvió a la carga con Isco y Asensio en el campo; Valverde mientras quitaba a Dembélé. El Barcelona resistió con Pique como fortín frente a un rival con mucho corazón, voluntad, pero al que le faltó orden e ideas claras.