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Superchapuza en Tánger

La temporada oficial del fútbol español se abre en Marruecos con la Supercopa entre Sevilla y Barcelona, podrida por Luis Rubiales

Arturo Vidal, Luis Suárez y Messi, en el entrenamiento de ayer/efe
Arturo Vidal, Luis Suárez y Messi, en el entrenamiento de ayer/efelarazon

La temporada oficial del fútbol español se abre en Marruecos con la Supercopa entre Sevilla y Barcelona, podrida por Luis Rubiales

Comienza la temporada oficial con una Supercopa plagada de novedades, muchas de ellas con la firma de Luis Rubiales. El nuevo presidente de la Real Federación Española de Fútbol ha desarrollado, en apenas tres meses en el cargo, una insólita capacidad para hacer el ridículo y perpetrar atrocidades. De cómo convirtió, en 72 horas, a una de las mejores selecciones del mundo en una tristona pandilla de perdedores se ha escrito hasta la saciedad, igual que de ese asuntillo arquitectónico que algún juez entiende por malversación. El siguiente capítulo de su galería de horrores se escribe esta noche junto a la más meridional de las columnas de Hércules.

Reducir la Supercopa al partido único y, eventualmente, deslocalizarla suponía uno de los debates recurrentes de cada asamblea federativa: siempre se dejaba para el año siguiente, y así ocurrió también a primeros de julio, cuando el órgano rector del fútbol nacional fijó la edición de 2018 para los días 5 y 12 de agosto en el Sánchez Pizjuán y el Camp Nou. Así iba a ser hasta que el Barcelona advirtió que no pensaba renunciar al compromiso ¡¡amistoso!! que tenía el 4 en Estados Unidos para venir a jugarse el título oficial.

Fiel a su condición reptil, Rubiales acudió raudo en auxilio del poderoso. Intentó, en vano, convencer al Sevilla (que había encajado como en un sudoku los dos partidos dentro de un verano sobrecargado por tres rondas previas de la Liga Europa) para que se cambiasen las reglas con el partido en marcha y, ante la renuencia del presidente Castro, impuso el trágala: la Supercopa sería a partido único, como pedía el Barcelona, en la ciudad marroquí de Tánger donde, como en todo el reino alauita, los culés son legión.

El recital de Rubiales quedó completado con dos variantes de última hora: hasta el jueves no se confirmó que el VAR estaría disponible en el Grand Stade tangerino y ayer mismo retorció el reglamento, con otra interpretación favorable al Barcelona, para que Ernesto Valverde no tuviese que descartar a ninguno de sus cuatro extracomunitarios. Finalmente estarán disponibles Vidal, Arthur, Malcom y Coutinho, a quien primero se quiso autorizar a jugar con el pasaporte portugués de su esposa, pero que finalmente estará porque el cupo de tres quedó abolido de un plumazo.

El Barcelona, que ha ganado cinco de las diez últimas ediciones, afronta el torneo con el prurito de haber obtenido el doblete la primavera pasada, lo que lo legitima en cierto modo para pastorear la normativa como lo ha hecho. Toda la plantilla culé está disponible, aunque muchos de los mundialistas disputarán en Tánger sus primeros minutos del verano. Es probable que, aparte de un Messi que siempre juega, Valverde se decante por una alineación joven, parecida a la que disputó los amistosos de la gira norteamericana. Hay mucha expectación por ver a Ricardo Puig, la nueva perla de la cantera azulgrana que ha maravillado en la pretemporada, y también por observar las primeras batallas con fuego real de los fichajes brasileños: Malcom y Arthur.

Al Sevilla le ha venido esta Supercopa –la cuarta que disputa en un intento por lograr un segundo título– en medio de un maratón de eliminatorias previas de la Liga Europa, lo que ha llevado a Pablo Machín a dispensar las primera rotaciones del curso. Jesús Navas, Roque Mesa, Kjaer, Mercado y Sarabia no jugaron el jueves, por lo que seguro que son de la partida esta noche. Al contrario que Steven Nzonzi, campeón del mundo a quien el título con Francia no ha suavizado el carácter y sigue con su idea de irse. El problema es que nadie pone los 40 millones de su cláusula, de modo que su entrenador le mandó ayer un recado: «Estoy deseando alinearlo para que demuestre a posibles compradores que merece la pena pagar lo que cuesta». Tampoco estará en el Grand Stade tangerino André Silva, el delantero portugués cedido por el Milan que anoche formalizó su incorporación al plantel sevillista y que estará disponible para el viaje a Lituania.