Mutua Madrid Open
Y los planes se cumplieron
Nadal está física y anímicamente como hace tiempo que no se sentía. Ya ha alcanzado el ranking (4º) que buscaba antes de Roland Garros.
Nadal está física y anímicamente como hace tiempo que no se sentía. Ya ha alcanzado el ranking (4º) que buscaba antes de Roland Garros.
Desde hace siete meses Nadal no amanecía como número cuatro del mundo. Es un detalle más en una larga lista para apuntar hacia el décimo título en París. El objetivo que se marcó Rafa al principio de la temporada era volver a ser competitivo y su ranking a día de hoy es la última prueba. Esta semana persigue su octavo título en Roma y un buen torneo podría incluso llevarle hasta el número tres. La consecuencia inmediata es que Murray, Djokovic o Wawrinka no aparecerían en Roland Garros hasta semifinales.
La ascensión de Nadal –es el líder de la «Race», la clasificación que cuenta los resultados de este año– llega gracias a una temporada perfecta sobre tierra batida: quince victorias y ninguna derrota antes del Foro Itálico. Ahora se trata de prolongar la racha, porque Rafa está física y anímicamente como hace mucho tiempo que no se sentía. «Ésta es una parte de la temporada muy importante para mí y disfruto de poder competir así», afirma. En ningún momento se ha planteado renunciar a Roma, la última cita antes de Roland Garros. «Es que no ir no me asegura llegar mejor a París, ni ir tampoco me asegura llegar mejor o peor», puntualiza. Y eso que el año pasado fue un lastre. Se lesionó la muñeca en Madrid. En Barcelona, los médicos le dijeron que podía seguir compitiendo, se fue a Roma donde cayó en cuartos ante Novak Djokovic y eso luego le costó el abandono en Roland Garros antes de la tercera ronda.
«Roma es un torneo importante y en esta parte del año tengo que apretar», ha comentado Nadal después de ganar a Thiem en Madrid. Sus planes tras el torneo italiano, si llega lejos, son pasar 2-3 días de descanso antes de ir a París. ¿Y luego? Todo dependerá del desarrollo de Roland Garros. Si logra el décimo título y dependiendo de cómo vaya el torneo podría plantearse incluso renunciar a su mini-temporada sobre hierba: Queen’s y Wimbledon.
Los grandes dudan
Más allá de Nadal, 2017 está siendo un año desconcertante sobre tierra batida. Se han disputado once torneos (Buenos Aires, Río, São Paulo, Houston, Marrakech, Montecarlo, Budapest, Múnich, Estoril, Estambul y Madrid) y sólo Rafa ha repetido título (3). Ningún «top 5» ha ganado nada sobre arcilla roja a menos de dos semanas para Roland Garros. Murray pareció recuperarse con la semifinal en el Godó, pero se estrelló en Madrid. Djokovic dejó detalles en la Caja Mágica pendientes de confirmar en Roma. Wawrinka no ha dado señales de vida. Nishikori y Milos Raonic tienen problemas físicos. Thiem es el segundo mejor «terrícola» del año. Ganador en Río de Janeiro y finalista en los dos torneos españoles, aspira a mejorar su semifinal del año pasado en París.
Federer es caso aparte. El suizo anunció precisamente ayer lo que todo el mundo esperaba: que no va a jugar en la arcilla roja parisina. No ha disputado un partido oficial desde Miami y su único objetivo a día de hoy, a menos de cuatro meses de cumplir los 36 años, es centrarse en Wimbledon, que está a la vuelta de la esquina.
Y después de Rafa, ¿qué?
Más allá de la victoria de Nadal, Madrid tiene garantizado su Masters 1.000 hasta 2021, o al menos eso es lo que está firmado entre el Ayuntamiento y Ion Tiriac. Desde el Consistorio, pese a la denuncia de los contratos del anterior equipo de Gobierno con los organizadores, se valora el evento como «positivo y bueno» para la ciudad. Tiriac no tiene intención de romperlo, pero por si acaso asegura que ya hay al menos media docena de ciudades dispuestas a pujar por el torneo. Una de las preocupaciones de los responsables del Mutua Madrid Open es qué pasará con la cita una vez que no esté Nadal. Sus cinco títulos y ocho finales han sido básicos para la consolidación del evento. «Madrid es más de Nadal que de tenis», se ha escuchado estos días en la Caja Mágica. La escasa asistencia de público en partidos «top» –semifinales o cuartos de final– en los que no está Rafa es un problema. Y más si se compara con la cultura tenística del otro gran torneo español sobre tierra batida, el Conde de Godó.
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