Actualidad

Tu economia

El Plan Juncker se reencarna en el Invest EU

Bruselas considera que esta iniciativa sido un éxito y continuará en el próximo periodo presupuestario 2021-2017 durante el mandato de Ursula von der Leyen

Jean Claude Juncker, expresidente de la Comisión Europea
Jean Claude Juncker, expresidente de la Comisión EuropeaFred Marvaux

Cuando Jean Claude Juncker llegó a la Presidencia de la Comisión Europea hace cinco años bautizó su mandato como el de «la última oportunidad». La crisis financiera y de deuda habían originado una brecha sin precedentes entre el Norte y el Sur del club comunitario tanto política como económica y la fragmentación del mercado de crédito hacía imposible que las economías periféricas pudiesen levantar cabeza. Ante las reticencias a gastar dinero público y la aversión al riesgo del sector privado –a pesar de la masiva liquidez en los mercados debido a política expansiva del Banco Central Europeo–, Juncker propuso una iniciativa intermedia: utilizar el escaso presupuesto europeo y la acción del Banco Europeo de Inversiones (BEI) como palanca y garantía con el objetivo de que las empresas se embarcaran en proyectos de inversión, con los que dinamizar la maltrecha economía europea. Aroma entre keynesiano y austero para una propuesta que intentaba la cuadratura del círculo, ante el estrecho margen existente y la profunda desconfianza entre los países de la divisa común. Muchos no creyeron este cuento de la lechera y el propio Juncker ha bromeado en diversas ocasiones, al decir que el plan fue bautizado con su nombre porque todo el mundo en los pasillos comunitarios creía que iba a ser un rotundo fracaso.

A pesar de que hay opiniones discrepantes, el Ejecutivo comunitario considera que esta propuesta ha sido un éxito y continuará, con otro nombre, durante la legislatura comandada por Ursula von der Leyen . El Plan Juncker ha vivido varias vidas, en 2017, la Comisión Europea decidió extender este instrumento hasta 2020 y en abril de 2019, la Eurocámara dio luz verde al sucesor del Plan Juncker, denominado programa Invest EU, que formará parte del marco financiero 2021-2027. Bruselas pretende que esta iniciativa sea capaz de movilizar, al menos. 650.000 millones de euros en inversiones, pero aún es pronto para saber si alcanzará su objetivo. Las capitales europeas están negociando este nuevo marco financiero en un clima enrarecido de puro zafarrancho de combate y se da por sentado que será prácticamente imposible que en la cumbre del mes de diciembre se produzca un acercamiento de las posiciones.

España, sexto más beneficiado

Según los datos de la Comisión Europea, el Plan Juncker ha aumentado un 0,9% el PIB de la UE y ha creado 1,1 millones de puestos de trabajo. Además, Bruselas calcula que en 2022, el PIB del club europeo habrá aumentado un 1,8 % y el número de empleos ascenderá a los 1,7 gracias a esta iniciativa. Para cumplir con lo prometido, el 70% del dinero movilizado proviene del sector privado y 1.043.000 de pymes han recibido financiación con esta propuesta.

Gracias a estos proyectos, más de 10 millones de hogares han tenido acceso a energía procedente de fuentes renovables, 182 millones de viajeros disfrutan de mejores infraestructura ferroviarias y urbanas y se han financiado un total de 90. Según los últimos datos de noviembre de 2019, España es el sexto país de acuerdo a su PIB que más se ha beneficiado de este plan tras Grecia, Estonia, Portugal, Bulgaria y Finlandia. En la cola de los rezagados se encuentran Chipre, Malta, Reino Unido y Luxemburgo. Entre los proyectos sufragados en nuestro país, se encuentra la construcción de nueve parques eólicos en Aragón, el reciclaje de los residuos marítimos de la «start-up» Ecoal o la construcción de viviendas de protección oficial en Navarra con bajo consumo energético. Además, el plan Juncker no sólo se ha dedicado a procurar dinero contante y sonante sino también asistencia técnica. En términos globales, el 29% de los recursos ha ido a parar a pequeñas empresas; el 27%, a I+D; el 18%, a energía; el 11%, al sector digital; el 7%, a transportes; el 4%, a infraestructuras sociales, y otro 4%, al medio ambiente.

Efecto tardío

Pero hasta aquí llegan las loas, ya que nada es perfecto. Según un informe realizado este año por el Tribunal de Cuentas Europeo, al menos un tercio de las iniciativas financiadas por el plan Juncker hubiesen conseguido acceder al crédito de todas formas ya sea con el apoyo del Banco Europeo de Inversiones – sin necesidad de la garantía del presupuesto europeo– o por otros métodos. Además, según el informe realizado por el prestigioso «think tank» Bruegel, con los datos facilitados por el propio BEI, el mayor impacto de esta iniciativa se producirá durante el ejercicio 2020- 2021, 12 años después del comienzo de la crisis. Demasiado tarde para algunos. Según Bruegel, «el Plan Juncker podría no haber funcionado como una herramienta de estímulo. Como mucho, ha aumentado la efectividad del BEI al presionar en la financiación de proyectos más innovadores y arriesgados que hubiesen tenido más dificultades para encontrar otras fuentes de financiación y ha reducido su potencial efecto desplazamiento».

Cuando suenan tambores de nueva recesión, la Comisión pretende que Invest EU siga desempeñando un papel protagonista para aumentar la inversión en el club comunitario, pero también presiona a los países con superávit como Alemania para que abran el grifo de la inversión de una vez por todas . Hasta ahora, ha sido como clamar en el desierto.

Von de Leyen reparte el poder económico entre las tres grandes familias europeas

La Comisión presidida por Von der Leyen pretende hacer del equilibrio su mejor virtud. La política alemana estará flanqueada por tres vicepresidentes ejecutivos con carteras de marcado carácter económico: el letón Valdis Dombrovskis será el encargado del área titulada como Una economía que trabaje para la gente, la danesa Margrethe Vestager seguirá al frente de Competencia mientras asume el epígrafe Una Europa preparada para la Era Digital y el holandés Frans Timmermans se encargará todas las políticas bajo el paragua del Pacto Verde Europeo. Un popular, una liberal y un socialista para abarcar todas las sensibilidades.

Dentro también de la necesaria mano izquierda de la que deberá hacer gala la política alemana destaca la repetición de un tándem. Si Dombrovskis es conocido por su apuesta por la ortodoxia presupuestaria que ya ejerció como vicepresidente de Juncker, esta vez su contrapeso será el italiano Paolo Gentiloni en sustitución del francés Pierre Moscovici que ha ocupado la cartera de Economía durante la era Juncker. Un halcón volverá a vigilar a una paloma, en un momento en el que numerosos países quieren abrir el debate sobre el funcionamiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento que prohíbe a los países europeos sobrepasar el límite del 3% de déficit público bajo amenaza de sanciones.