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Sorpaso de la energía solar al carbón

Las centrales térmicas, casi paradas. El incremento en un 325% de los costes de los derechos de emisión de CO2 ha sido la puntilla para el sector

Chimeneas de una central de carbón (AP Photo/Branden Camp, File)
Chimeneas de una central de carbón (AP Photo/Branden Camp, File)Branden CampAP

El carbón ha muerto. La web de Carbounión, la patronal del ramo, es un buen ejemplo de cómo languidece el sector: las últimas actualizaciones son de hace dos años, cuando se certificó el fin. Las centrales térmicas están casi paradas y las minas no producen ya carbón para las eléctricas, a excepción de la explotación asturiana del Pozo San Nicolás, en Mieres, para abastecer a la cercana central de La Pereda, propiedad de la estatal Hunosa. Con 50 megavatios de potencia, La Pereda se mantiene como la aldea gala que resistía a los romanos, quemando carbones de muy baja calidad, residuos de escombreras y restos de madera. El resto, una docena, se preparan para cerrar salvo contadas excepciones. Los bajos precios del gas y las altas penalizaciones para emitir CO2, cuyos precios por tonelada se han disparado desde hace dos años, han terminado por dar la puntilla al carbón.

Las eléctricas en bloque han salido del negocio. Endesa, que había salvado sus centrales de As Pontes (La Coruña) y Litoral (Almería) cuando anunció el cierre de Compostilla (León) Andorra (Teruel), ha sellado el fin de ambas para 2022. Endesa había pretendido salvar ambas plantas de la defunción, con inversiones de 400 millones para su modernización. Pero desde febrero las térmicas no logran vender su producción por los elevados precios de generación y ante los parones cada vez más reiterados, los cierres se acumulan.

Junio de 2020 es la fecha límite para cerrar las plantas que no se ajusten a las nuevas exigencias medioambientales de la UE. Ante el negro panorama, Iberdrola anunció en 2017 que había solicitado al Gobierno el cierre de sus dos últimas plantas –Lada (Asturias) y Velilla (Palencia), que en conjunto suman 874 MW–. Ahora, sus planes pasan por levantar cuatro parques eólicos de 130 MW en Lada y 420 MW eólicos y fotovoltaicos en Velilla para tratar de acelerar el cierre de las térmicas. A principios de año, Naturgy anunció que había solicitado el cierre de sus plantas de carbón en Meirama (La Coruña), Narcea (Asturias) y La Robla (León). Solo tres centrales privadas tienen previsto resistir en la Península: Aboño y Soto de la Ribera, en Asturias, propiedad de EDP, y Los Barrios, en Cádiz, de Viesgo. La central mallorquina de Alcudia tiene también sus días contados, con el cierre este año de dos de sus cuatro grupos.

Ante este escenario donde el gas es el nuevo rey y los precios de emisión de CO2 se han triplicado en un año, al pasar de 5,83 euros de media por tonelada en 2017 a 15,88 euros en 2018, la central pública de La Pereda podría convertirse en una planta casi fantasma o en un museo viviente del carbón. Si es que la SEPI decide mantenerla, algo que está por ver.

Mix energético

Del parón en la producción dan cuenta los datos de generación eléctrica procedente de la quema de carbón, que se ha desplomado desde febrero y que representa menos de un tercio de la de 2018. Con los ciclos combinados de gas funcionando a plena potencia y superando a la producción nuclear, el parón de las plantas térmicas ha hecho que en marzo pasado la producción solar (fotovoltaica más térmica) sobrepasara por primera vez al carbón. Pero el sorpaso más llamativo se produjo el pasado mes de mayo, cuando la fotovoltaica generó por primera vez en la historia más electricidad del carbón. De hecho, más del doble: 938 gigavatios hora fotovoltaicos por solo 464 Gwh producidos con carbón.

En 2016, las térmicas produjeron 37.314 Gwh por los 13.000 Gwh de las solares. En 2017, el carbón generó 45.000 Gwh por los 13.700 de la solar. En 2018, se repitió el patrón: 37.000 Gwh procedentes del carbón por 12.100 Gwh solares. En los tres años, el carbón fue la tercera fuente de generación tras la nuclear y la eólica. Sin embargo, todo cambia en 2019. La producción solar es ya superior a la del carbón (13.800 Gwh por los 12.300 del carbón), pero hay más sorpresas. Los ciclos combinados de gas han superado a la nuclear como mayores generadores de electricidad, seguidos de la eólica, la cogeneración y la hidráulica. El carbón no solo se cae del podio, sino que pasa de ser la tercera fuente de producción eléctrica a la séptima posición. Aún no testimonial, pero sí residual. En este hundimiento de 2019 tiene mucho que ver el alza de los precios del CO2. En lo que va de año, el precio medio de cada tonelada de CO2 vertida a la atmósfera es de 24,81 euros. En 2017, fue de 5,83 euros. El precio ha subido un 325% en dos años y un 56% solo desde 2018, según los datos del Sistema Europeo de Negociación de CO2.

En términos de empleo, las eléctricas han negociado prejubilaciones y la recolocación de trabajadores. Se trata de los puestos directos, pero los indirectos son más del doble. Y la permanencia de esos empleos no está garantizada. Aunque algunas empresas, como Endesa en El Bierzo, han contado con los trabajadores de las subcontratas tras el anuncio de cierre Compostilla. De los 146 contratistas, 80 siguen trabajando hasta el cierre efectivo en 2020. En la central de As Pontes, con 160 trabajadores, hay unos 700 empleos auxiliares en peligro, entre ellos los 150 camiones que transportaban el carbón desde el puerto de Ferrol a la central.