Deuda de las familias
¿Quiere rebajar sus deudas? Cinco trucos para lograrlo
Evitar sobrepasar un endeudamiento equivalente al 35% de los ingresos netos, la primera clave
La deuda de los hogares españoles alcanzó su pico en 2008, cuando los 980.160 millones de euros adeudados suponían casi el 85% del PIB nacional. El lastre se fue acumulando durante el “boom” inmobiliario, cuando los bancos animaban a pedir más crédito como si el dinero brotara por arte de magia. Un decenio después, la deuda de los hogares ha menguado hasta los 708.499 millones de euros, lo que supone el 57,4% del PIB, una cifra similar a la del resto de países europeos. La fulminante amortización de hipotecas y la inseguridad económica y laboral, que no anima precisamente a tirar del crédito, han ayudado a reducir el agujero y a sanear las finanzas de los ciudadanos. La crisis enseñó a los españoles una lección que ahora se ha convertido en materia en Finlandia, donde el Estado dará formación financiera a sus ciudadanos, con acceso a crédito en un simple “click”, lo que ha disparado el endeudamiento de los fineses hasta representar el 127% de sus ingresos, el más alto de su historia. Como Finlandia queda lejos, estos son los cinco trucos que puede utilizar para no pasarse de la raya.
¿Cuánto puedo endeudarme?
Antes de solicitar cualquier préstamo es necesario calcular la capacidad de endeudamiento. Es decir, el capital máximo por el que es posible endeudarte sin poner en riesgo las finanzas familiares. Hay una fórmula sencilla para saberlo. Primero debes estimar cuáles son tus ingresos mensuales. A esta cantidad debes restarle los gastos fijos que tenéis en casa al mes. La cifra resultante debes multiplicarla por 0,35. La capacidad de endeudamiento de una persona sería el 35% de sus ingresos netos. Sin superar ese límite no hay demasiados riesgos, según las entidades bancarias.
Los microcréditos, mejor para emprender
La cifra de morosos se ha disparado en toda Europa por el auge de las empresas de microcréditos, que en algunos casos prestan pequeñas cantidades de dinero con un simple mensaje de móvil. En numerosas ocasiones, las condiciones de estos préstamos al pequeño consumo son draconianas y no quedan del todo claras. La ansiedad por ingresar el crédito lleva a muchos futuros morosos a aceptar las condiciones con un “click” sin detenerse a leerlas e incluso a hipotecarse de forma compulsiva en pequeños préstamos a cada cual más perjudicial para sus intereses. Otra cosa es si el microcrédito se dedica al emprendimiento, en este caso los datos demuestran que estos préstamos inferiores a 25.000 euros son de utilidad.
Controle la tarjeta (y escóndala, si puede)
La Audiencia Provincial de Madrid ha sido la última en dar la razón a un usuario de tarjetas de crédito con pago aplazado, las conocidas como «revolving». Se trata de un funcionario que, tras seis años abonando intereses por realizar compras con un producto de este tipo, decidió reclamar judicialmente lo que consideraba unos intereses «abusivos». El interés se situaba en el 26,82% TAE. En algunos casos, estos productos solo permiten amortizar un máximo de 500 euros al mes, lo que generaba nuevos intereses y provocaba un ‘‘efecto bola de nieve’’, en el que la deuda no hace más que crecer. El Gobierno aprobará una orden contra las deudas perpetuas en el crédito al consumo aprobará “próximamente” una orden ministerial para evitar la existencia de deudas perpetuas en el crédito al consumo, para favorecer el acceso a la información del cliente sobre los ‘créditos revolving’, y medidas para mejorar la responsabilidad de las entidades para evaluar la solvencia de los clientes. Según el informe de iMorosity “Cómo llegan los ciudadanos a las listas de morosos”, el grupo de ciudadanos que más índice de morosidad tiene es el que comprende entre los 31 y los 40 años, que supone el 36%. Sus deudas se encuentran asociadas sobre todo a las compañías de teléfono, los préstamos personales y las tarjetas de crédito. En relación a quiénes son los que más reinciden, según el citado estudio, serían los menores de 30 años, que de media cuentan con 3,3 deudas cada uno. La expansión de las compras digitales, que suponen el 25% de las realizadas con tarjeta de crédito o débito, dispara el gasto a medida que, en contraposición, se retrae el uso de efectivo. La última información disponible, correspondiente a los meses comprendidos entre julio y septiembre de 2019, indica que en ese trimestre se realizaron un total de 1.181,9 millones de operaciones de pago con tarjeta (un 16% más que en el mismo periodo del año anterior) en las que se abonaron un total de 42.528,8 millones de euros.
Reunifique los pagos
La reunificación de deudas consiste en agrupar todos los préstamos e hipotecas en un solo préstamo. De esta forma, tan solo afrontaremos el pago de una única cuota mensual cuya cuantía será menor a la suma de las diferentes cuotas a las que anteriormente teníamos que hacer frente. Es decir, se reúnen deudas para reducir de manera considerable lo que pagamos al mes, a costa de incrementar el plazo de amortización y, por tanto, el coste final de la operación debido a los intereses. Es una solución a largo plazo para problemas severos de deuda. Esta forma de afrontar el pago de nuestras deudas la pueden gestionar empresas especializadas, denominadas mediadoras, que permiten unificar préstamos e hipotecas que tengamos con diferentes entidades bancarias o con diferentes tipos de interés. También se pueden reunificar las deudas a través de una entidad bancaria. La refinanciación implica la cancelación anticipada de todos nuestros préstamos, lo más habitual será que tengamos que pagar las habituales comisiones por cancelación o amortización anticipada. Por otro lado, para unir nuestras deudas debemos formalizar la apertura de una nueva hipoteca, con todos los gastos asociados que esto conlleva.
¿Puedo declararme en quiebra?
Tienes esa posibilidad. ¿Cuál es el inconveniente? Que la ley exige numerosos requisitos. Hay diversos condicionantes, por no hablar del tiempo que tardará en lograr el objetivo. A esto debes unir el desembolso que implica un proceso así. Por tanto, no saldrá rentable. De hecho, es un recurso muy poco utilizado. Es mejor solicitar una carencia parcial para –durante un plazo pactado– amortizar con los pagos los intereses del préstamo, o una carencia total, que supone dejar de pagar toda la cuota. En ambos casos, las cantidades que el usuario deja de abonar temporalmente serán cobradas más adelante y la cuota del préstamo será recalculada.
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