Bruselas

Bruselas abre la puerta a crear grandes corporaciones europeas

Relajará la política de competencia. El eje franco-alemán ha presionado para que se produzcan cambios en esa dirección y que las compañías no pierdan competitividad

A European Industrial Strategy Press conference
Margrethe Vestage, vicepresidenta responsable de Competencia de la Unión EuropeaSTEPHANIE LECOCQEFE

Bruselas saca las garras. Ante un mundo globalizado en el que potencias emergentes como China cambian las normas de juego, la Comisión Europea está dispuesta a relanzar la industria europea y replantear algunos de sus principios. Como la madre de todas las batallas, abre la puerta a la posibilidad de realizar cambios en la política de Competencia con el objetivo de que las empresas europeas no sean penalizadas cuando vayan a hacerse un hueco en los mercados internacionales frente a gigantes estadounidenses o asiáticos. «Es más importante que nunca que Europa se comprometa a una ambición verde y digital, en un mundo cada vez más inestable e imprevisible», defendió la comisaria de Competencia Margrethe Vestager. «Europa dispone de la industria más poderosa del mundo. Nuestras empresas –grandes y pequeñas– nos proveen de empleo, prosperidad y autonomía estratégica», aseguró el comisario de Mercado Interior Thierry Breton.

Bruselas tiene la potestad de vetar fusiones de compañías e impedir subvenciones públicas consideradas ayudas de Estado si estas prácticas suponen «una distorsión del mercado único que perjudiquen la libertad de elección de los consumidores y la posición de los adversarios». Se quiere atajar el poder omnímodo –sin control ni de las capitales ni del Parlamento Europeo– de algunas empresas, que en ocasiones ha levantado las iras de los Estados miembros. Uno de los episodios más tensos y recordados se produjo cuando el Ejecutivo comunitario prohibió en 2019 la fusión entre los gigantes ferroviarios Alstom y Siemens, con la propia Vestager como titular de Competencia en la anterior Comisión presidida por Jean Claude Juncker. París y Berlín pusieron el grito en el cielo y no han parado de presionar desde entonces para que Bruselas cambie las normas. Para el eje franco-alemán, con esta política restrictiva, Bruselas está impidiendo la creación de «campeones europeos» que puedan plantar cara a gigantes de otras potencias del planeta. Polonia e Italia apoyan a Francia y Alemania, mientras España se sitúa al lado del Ejecutivo comunitario en esta pelea.

Según fuentes diplomáticas españolas, con la relajación de las normas de Competencia «no hablaríamos de campeones europeos, sino de campeones alemanes». El Gobierno presidido por Pedro Sánchez ha cambiado la tradicional estrategia española de permanecer cerca del eje franco-alemán para apostar por alianzas de geometría variable según los intereses. De momento, en este capítulo, la lejanía con París y Berlín es más que manifiesta. Nadie pone el cascabel al gato y no se sabe hasta dónde llegará Bruselas en esta revisión.

En la rueda de prensa convocada ayer, la danesa Vestager y el francés Breton intentaron disimular sus diferencias y ofrecieron un amplio menú de medidas, con buenas intenciones pero pocos detalles. Entre ellas, ayudas a las pequeñas y medianas empresas, la eliminación de barreras en el mercado único, un plan sobre la propiedad intelectual, la descarbonización de la economía europea, con el objetivo de que el club comunitario se convierta climáticamente neutral en 2050 o la necesidad de abordar las restricciones sufridas por las empresas europeas en el acceso a las licitaciones de otras partes del planeta mientras las compañías de otros países sí pueden competir en el mercado interior. Bruselas está dispuesta a utilizar sus mecanismos de defensa comercial porque tal y como resumió Vestager, «si invitas a alguien a tu casa también esperas que de devuelva la invitación».

Además, la Comisión Europea está dispuesta a facilitar acuerdos de empresas en sectores estratégicos y que estos puedan recibir ayudas públicas en la misma línea que el proyecto de la alianza de las baterías al que Bruselas dio luz verde en diciembre el año pasado y del que forman parte Bélgica, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Polonia y Suecia. Según fuentes diplomáticas españolas, nuestro país ha participado de otra convocatoria también de baterías que debe recibir el visto bueno de la Comisión Europea. El propósito es reducir la dependencia respecto a China en el desarrollo del vehículo eléctrico. Dentro de estos sectores, Bruselas anunció ayer su intención de incluir el hidrógeno verde y otras industrias con bajos niveles de emisiones.