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Bancos, de culpables a aliados

Las entidades financieras conceden créditos sin intereses a empresas y autónomos, y han aplazado el pago de deudas

Junta General de Accionistas del Santander
GRAF5097. BOADILLA DEL MONTE (C.A. DE MADRID), 03/04/2020.- Imagen facilitada por el Banco Santander de su presidenta, Ana Botín; del consejero delegado, José Antonio Álvarez (i), y del secretario general, Jaime Pérez Renovales (d), durante la junta general de accionistas de la entidad, la primera que se celebra de forma totalmente telemática y es retransmitida desde la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte (Madrid). EFE/ *****SÓLO USO EDITORIAL larazonEFE

Los bancos se encuentran ante una oportunidad única de limpiar su imagen. La sociedad les señaló como culpables de la crisis financiera de 2008. Perdieron la credibilidad, la confianza y la seriedad que se les presuponía. Pero el coronavirus les otorgará la posibilidad de recuperarlo. Si bien hace una década fueron parte del problema, ahora se están posicionando como parte de la solución al desastre económico que generará la pandemia.

Así lo advirtió recientemente la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín, que en los últimos años se ha erigido como una especie de Papa de la iglesia bancaria española. Lo que ella dice, va a misa. Tanto es así que entidades tan relevantes como el BBVA se apresuraron en dejar claro que se sumaban a la propuesta de la matriarca del Santander. Aunque durante estas semanas de confinamiento todos tenemos la sensación de que hay mucha palabrería y nadie explica cómo se desplazará la teoría a la práctica. Lo mismo ocurre con este tema: Los bancos pueden ser parte de la solución pero, ¿cómo?

La respuesta tiene que mucho que ver con lo ocurrido en la anterior crisis. Es tan fácil como que las entidades intentarán hacer justo lo opuesto. El director de Estudios Financieros de Funcas, Santiago Carbó apunta que «la economía es un conjunto de circuitos y la financiación es un transmisor entre los mismos. Cuando algo se cortocircuita (como está ocurriendo), es necesario que alguien mantenga el flujo financiero y en ese punto la banca es fundamental. En la última crisis, los supervisores apuntaron rápido a reducir el riesgo bancario (que fue el causante de problemas) y se eliminó de un plumazo líneas de crédito y liquidez para el circulante de muchas empresas que se colapsaron. Hoy se pretende hacer lo contrario, compartir el riesgo entre bancos y Estado para que las empresas mantengan la liquidez».

Créditos

Esto es, conceder créditos para que las compañías mantengan su solvencia y sigan operativas. De esta manera, se intenta evitar un colapso de la economía y elevadas pérdidas de empleo que supongan un retroceso justo cuando las cifras iban consolidando cada vez más la recuperación. Antes de actuar, los bancos debían esperar a las directrices del Ejecutivo de Pedro Sánchez para seguir acciones coordinadas y conocer qué apoyos recibirían por parte de la administración.

Finalmente, el Gobierno aprobó medidas y, explica el profesor del grupo CEF-Udima, Javier Cabezas, «se han activado una línea de avales públicos de 100.000 millones de euros (sin vinculación a otro producto), créditos por 200 millones de euros (ICO) y líneas de crédito procedentes de los protocolos de ayuda de las propias entidades para permitir la continuidad de la actividad productiva y el empleo de empresas, pymes y autónomos».

Los intereses que enfrentarán las compañías y trabajadores por cuenta propia serán mínimos. Y el Ejecutivo vigilará si algún banco no ha aprendido las lecciones del pasado (como las que llevaron a las abusivas cláusulas suelo) y se excede. En principio, las empresas no están encontrando obstáculos para pedir estos créditos y las condiciones que se les ponen son tan favorecedoras como se prometía.

Además, en España los bancos tienen especial relevancia para la solvencia de las compañías. Por dos motivos: primero, porque el elevado porcentaje de pymes (98%) provoca que la mayoría de empresas tengan que acudir a vías de financiación externa. Y segundo, porque en nuestro país esa financiación se reduce básicamente a la que ofrecen los bancos, pues casi no hay alternativas. No obstante, en los últimos años las compañías han reclamado menos préstamos porque se erosionó la confianza en las entidades y porque, con la recuperación económica, el objetivo era el opuesto, reducir deudas.

Carbó admite que, «desde hace tiempo, la financiación a pymes y autónomos se ha convertido en una referencia ineludible para los bancos. Eso sí, los requerimientos de solvencia y la escasa demanda de crédito no lo han favorecido. Ahora es un momento importante para, con la ayuda de avales del Estado, relanzar esta financiación. Esto ayudaría a mantener la actividad de muchas empresas, que se contenga la morosidad entre compañías y la bancaria».

Pero a Carbó no le convence del todo cómo se están llevando a cabo las ayudas porque el tiempo juega en contra y no parece que se esté teniendo en cuenta ese factor. «Hay que actuar rápido. Se está aplicando lentamente y habría que completar con ayudas directas a las empresas y autónomos, como por ejemplo, una suspensión o moratoria de impuestos, al menos para las empresas más vulnerables en el corto plazo a la pandemia», añade el director de Estudios Financieros de Funcas.

Las ayudas de los bancos no se han orientado solo a las empresas. Los ciudadanos particulares con más dificultades económicas también tendrán acceso a distintas ventajas para que combatir las consecuencias del Covid-19. Cabezas cuenta que «se han diseñado medidas para los colectivos más desfavorecidos, como la moratoria hipotecaria y el aplazamiento de préstamos consumo para los deudores más afectados o la eliminación de las comisiones del retiro de cajeros, al mismo tiempo que se están potenciando el uso de canales a distancia».

Sin embargo, tanta financiación y líneas de crédito generan ciertas dudas en los analistas financieros. Porque ahora mismo es todo incertidumbre, no se sabe cuál será el alcance de la crisis ni si las ayudas serán suficientes para aplacar su envergadura. Por lo tanto, existe la posibilidad de que las familias y empresas no se recuperen adecuadamente y, entonces, dejen deudas a los bancos. En ese caso, nos enfrentaríamos a uno de los problemas que hizo caer a numerosas entidades durante la anterior recesión, la morosidad.

El director general del Instituto de Estudios Financieros, Josep Soler, señala que ésta será «una debilidad que los créditos actuales pueden sufrir». Pero recalca que, precisamente, es una de las condiciones que deben asumir los bancos. «Esta financiación se ha instrumentado para que los bancos acepten ese riesgo pero, si es verdad, que las entidades se encuentran en un buen punto de partida».

Liquidez

Los bancos poseen dos escudos para sobreponerse si los riesgos aumentan y se enfrentan a falta de liquidez porque no se devuelven los créditos. Por un lado, están en un momento óptimo de solvencia. «La supervisión prudencial de los últimos años ha favorecido que tengan niveles de riesgo reducidos y solvencia elevada. Eso ayuda a que su participación tanto en amortiguación financiera como en reconstrucción de la actividad sea esencial», indica Carbó.

En este mismo sentido, los bancos se han fortalezido en los últimos años desde el punto de vista del capital, lo que les permite actuar con mayor seguridad. Según Cabezas, «se han desplegado importantes medidas de reforzamiento de la solvencia desde la anterior crisis de 2008, a las que se añaden algunas de coyuntura como el relajamiento regulatorio por el Banco Central Europeo de los exigentes requisitos de capital a las que están sometidas las entidades financieras, la exención en el cómputo para el cálculo de provisiones de las operaciones afectadas por la moratoria hipotecaria o la supresión de la política de dividendos, entre otras».

Por otro lado, el BCE les ha brindado todo su apoyo y abrirá completamente la mano para darles el dinero que reclamen siempre que lo necesiten. Cabezas subraya que «la liquidez parece garantizada a través del papel esencial de los bancos centrales que han reaccionado renovando su compromiso como compradores de última instancia para la superación de esta crisis y posterior estabilización de la política monetaria».

Rentabilidad

Aunque el BCE también ha llevado a cabo una estrategia que ha perjudicado a una de las partes fundamentales del negocio bancario, la rentabilidad. Hace más de cuatro años, los tipos de interés se encuentran en el 0%, por lo que el beneficio que las entidades ganan por sus operaciones se ha visto prácticamente anulado. E incluso han tenido que buscar las ganancias extendiendo su trabajo a otros nichos en los que pudieran encontrar lucro, como vender material tecnológico o vehículos con precio exclusivo (en asociación con las marcas) para sus clientes. Son fórmulas desesperadas, a las que se unió la aceleración de la digitalización para reducir costes lo antes posible a sabiendas que la intención del BCE no era subir los tipos.

Sin embargo, muchos analistas llevan un par de años advirtiendo de que ya era hora de volver a incrementarlos porque, si algún imprevisto nos hacía caer de nuevo en una crisis, como está sucediendo, esta estrategia tendría que perpetuarse demasiado y generar una burbuja de escasa rentabilidad que podría estallar en cualquier momento.

Carbó sostiene que “la actual crisis va a prolongar la política monetaria acomodaticia. Los tipos seguirán bajos más tiempo del que se esperaba y no es una buena noticia porque esa parte de la política monetaria está dejando de ser efectiva en su sentido más convencional. Ni siquiera el mercado la ha recogido ya con optimismo como una señal de ayuda. Más bien, lo ha interpretado como una señal de alarma”.

Así que, por mucho que los bancos estén suficientemente capitalizados, que se hayan puesto las pilas para digitalizarse y cambiar su modelo de negocio para reducir costes, que tengan el apoyo del BCE y que, en general, sean más solventes, deben estar muy atentos a la rentabilidad para que los resultados a final de año no sean nefastos y les pueda herir de muerte en las bolsas.

Solar explica que “los bancos tienen un problema grave de rentabilidad muy baja con los actuales tipos de interes. Como empresas que son, van a verse afectados en su cuenta de resultados, y uno de los retos es que se mantenga lo máximo posible. La mayor esperanza es que inician esta crisis con unos balances adecuados”.

Es decir, se pueden permitir hacer equilibrismos para que esta etapa en la que son tan importantes para las empresas y los ciudadanos no termine llevándoselos a ellos por delante. De hecho, han cambiado la actitud feroz e inconsciente que nos condujo a la crisis financiera. En esta ocasión, “están actuando con prudencia y responsabilidad para que sus niveles de solvencia permitan colaborar activamente en el papel de recuperación de la economía”, admite Cabezas. En definitiva, los bancos quieren liderar la lucha económica contra las consecuencias del Cov-19 porque están convencidos de que es su oportunidad para resetearse, lavar su imagen y reconquistar la confianza de la sociedad.