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Coronavirus

Pocos negocios abiertos, casi sin clientes y con perspectivas de cierre

Los restaurantes y pequeños comercios han abierto hoy sus puertas, solo para recoger pedidos y con cita previa

Las calles de Madrid comienzan a murmurar y entre sus voces predominan los malos augurios. “¿Cómo os está yendo con el negocio y lo de tu padre?”, le pregunta una señora a su vecino con el que se ha encontrado en el portal del edificio. “Ya está mejor, ha dado negativo en las pruebas. Estamos deseando volver a encender la cafetera”, le contesta el chico elevando el tono, porque la mascarilla le dificulta el habla. Tras este pequeño apunte positivo, el joven decide desahogarse con su vecina. “Tienes que pagar 8.000 euros de renta, dando desayunos de dos o tres euros, con un 30% de ocupación, en un local que vive de estar lleno todo el día. Ni aunque entrara el 100% de los clientes podríamos recuperarnos del todo”, le explica preocupado. La señora intenta animarle: “He escuchado que la asociación de vecinos va a hablar con el concejal para ver si se puede llegar a un acuerdo sobre los alquileres, si no los negocios de la zona lo van a pasar muy mal”.

Cuanto más cerca se está de cumplir los 65 años, más interesante resulta aportar lo máximo posible
Cuanto más cerca se está de cumplir los 65 años, más interesante resulta aportar lo máximo posibleLuis DíazLa Razón

Los pocos locales que han abierto (entre el 15% y el 20%, según la Confederación Española de Comercio y ATA) durante el primer día de la Fase 0 lo han hecho por necesidad. Con el cierre a medio subir, los comercios de Ponzano (Madrid) viven un día cuanto menos extraño. Gabriel López-Sors se encuentra al frente de Home Burger Bar y la fecha de apertura al público de sus locales aún está en el aire. “Ni nos planteamos abrir las terrazas al 30% y al 50% dependerá del espacio que tenga el establecimiento”, declara a LA RAZÓN. Abrir para dar servicio a tres mesas no es rentable. Las moratorias del alquiler y los créditos ICO son solo una manera de aplazar los pagos, denuncia, a los que habrá que hacer tarde o temprano. Abrir en estas condiciones no cubrirá ni lo gastos que supone readmitir a los trabajadores ni poner todo el local a funcionar. Aún así, Gabriel dice que intentarán hacer todo lo posible para abrir: “Todos tenemos ganas de trabajar y de volver a la normalidad”. “El servicio a domicilio ha servido para amortiguar las pérdidas”, añade, aunque no todos los pequeños comercios contaban con esta alternativa. Este es el caso del gastropub Bricks, que ha permanecido desde el 14 de marzo sin ningún ingreso y ahora se plantea ofrecer servicio “delivery” e incluso adaptarse a “la nueva normalidad” convirtiéndose en un distribuidor de las marcas que consume.

Ninguno, uno, tres o cinco, ese ha sido el máximo de clientes que han recibido los establecimientos de la zona durante esta mañana. Chary tiene una pequeña tienda de arreglos. Ahora le toca entregar los encargos que quedaron paralizados durante el decreto de cierre, pero estos apenas le supondrán nuevos ingresos: “La mayoría están pagados y hoy no ha venido nadie aún”. “Lo he pasado realmente mal. En cuanto dieron la orden, mira lo que he tardado en abrir”, añade. Los pocos metros cuadrados que conforman su pequeña tienda de barrio le han dado más de un dolor de cabeza. “He tenido que pedir un crédito ICO. Tras muchos, muchos pasos, me han concedido un 25% de lo que yo facturo, apenas nada”, cuenta. Con sus pocos recursos, Chary intenta aguantar el chaparrón y respetar las medidas de seguridad. Mascarilla, guantes, agua, lejía y un desinfectante de manos son su herramientas de protección. La Confederación Española de Comercio (CEC) ha advertido de que los establecimientos “no tienen suficientes equipos de protección (EPIs) disponibles para público y empresas, así como sistemas de control vírico en los procesos de venta y atención a los consumidores”.

“Me he tirado toda la mañana llamando al gestor porque no teníamos nada claro”, cuenta Ricardo, autónomo y dueño de una pequeña tienda de compraventa de oro y joyería. Los dueños de los comercios que han abierto se miran entre sí para ver si han interpretado bien las directrices del Gobierno. Ataviado con guantes, mascarilla y productos de limpieza pone la tienda a punto para recibir a sus primeros clientes, aunque reconoce que les han llamado más durante el tiempo que han estado cerrados que ahora. “La gente se está acostumbrando a ver los negocios abiertos”, añade. No obstante, no todos tendrán ni siquiera la oportunidad de retomar su actividad. “Este sector requiere mucho capital para poder comprar y fundir. Mucha gente ha tenido que pagar gastos sin ingresar nada, por lo que ya no tienen fondos suficientes para poder volver a abrir y trabajar con normalidad”, concluye.

Fernando Ramos tiene una tienda de reparación de venta y reparación de relojes
Fernando Ramos tiene una tienda de reparación de venta y reparación de relojesLuis DíazLa Razón
Murcia, la región en la que más autónomos han retomado la actividad
Murcia, la región en la que más autónomos han retomado la actividadLuis DíazLa Razón

Abocados al cierre

“La gente que estaba esperando para jubilarse va aprovechar y va a cerrar también”, lamenta Miguel Ángel dueño de Zapatería París. Las trabas para acceder al paro de autónomos le hicieron renunciar a él: “Ya me da igual, lo que quiero es trabajar. Que me den 300 euros no me sirve de nada”. Las oficinas siguen cerradas, la población de la zona es mayor, “compran la comida, el pan, el periódico y nada más”. Sus perspectivas no son muy halagüeñas y prevé la que la actividad tarde meses en recuperarse, en los casos en lo que sea posible.

Fernando es la tercera generación al frente de Relojerías Ceni. Su abuelo fundó el negocio antes de la Guerra Civil y espera poder capear esta nueva crisis. La famosa frase “reinventarse o morir” define a la perfección a este negocio familiar. Gracias a la venta online de relojes de última tecnología, Fernando ha podido mantener una parte de las ganancias, aunque su servicio técnico se extinguió por completo. Ahora estudia cómo sacar a sus trabajadores del ERTE para retomarlo, aunque nada está del todo claro. “Todo está siendo todo muy nuevo y muy improvisado. Nadie estaba preparado para esto”, subraya. Afortunadamente, el local es propiedad de su familia, pero no se imagina cómo podría salir adelante el negocio teniendo que pagar 2.000 euros de alquiler todos los meses. “Va a haber gente que lo va a pasar muy mal. Esta es la calle Ponzano, la calle de moda. Aquí los alquileres son una locura. Si no llegan a un acuerdo con el casero, me da a mí que que muchos locales de hostelería tendrán que cerrar”, alerta Fernando. “No sé si la calle Ponzano va a volver a ser lo que era”, apostilla.