Energía

María García Álvarez: «Sin una vivienda sin frío y sin calor no hay igualdad de oportunidades»

La Fundación Isadora Duncan fue pionera introduciendo el concepto de pobreza energética al relacionarlo con los incendios por las malas instalaciones en viviendas

María García Álvarez, presidenta de Fundación Isadora Duncan
María García Álvarez, presidenta de Fundación Isadora DuncanRAFA MARTIN

La Fundación Isadora Duncan apuesta por el empoderamiento económico de las familias monoparentales a través de diversas iniciativas, como el programa «Educación Financiera Familiar y Pobreza Energética», galardonado por Fundación Naturgy como accésit del Premio a la mejor iniciativa social en el ámbito energético. María García Álvarez, presidenta de la Fundación, explica en detalle su propósito y actuaciones.

–¿Cuándo y con qué propósito surge la Fundación?

–Nacimos como la Asociación de Madres Solteras Isadora Duncan en 1984. En ese momento, fue la primera asociación que nació por y para madres solteras, reivindicando nuestro derecho a ser una familia propia y autónoma. Nuestras actividades se centraron en ayudar a estas madres a obtener formación para poder acceder un mayor trabajo. A partir de ahí empezamos a dar educación financiera, bajo otro nombre. Por ejemplo, lo que hacíamos era buscar ofertas en los supermercados para poder conseguir la alimentación más económica y saludable. Y en lo referente al hogar, lo principal para nosotras era tener una vivienda digna para que nuestros hijos pudieran estudiar. Si no tienes una vivienda sin frío y sin calor, no hay igualdad de oportunidades.

–¿Qué actuaciones se llevan a cabo en el programa «Educación Financiera Familiar y Pobreza Energética»?

–Comenzamos desde el principio, en 1984, a hacer lo que llamábamos chapuzas domésticas que estaban enfocadas a cerrar bien ventanas, arreglar persianas, cambiar enchufes y otras medidas que supusieran un ahorro de energía. Nosotras enlazamos pobreza energética con educación financiera. La gestión económica la comenzamos a través del piso de acogida que tenemos de mujeres. Nuestro piso fue el primer recurso laico para madres solteras que hubo en España, lo abrimos en 1989. Ahí, las mujeres tenían todas sus necesidades cubiertas y descubrimos que muchas de ellas hacían un gasto poco responsable del dinero. Entonces empezamos a llevar la gestión económica de sus ingresos. Planificábamos su gasto y las prioridades en las que gastar. También tenemos un programa de préstamos a cero interés para familias monoparentales de hasta 3.000 euros. El préstamo lo tienen que devolver y hacer obligatoriamente talleres de formación financiera. Ahora se sellan en Hacienda y la gente devuelve según sus ingresos. Cada vez podemos decir que más familias pueden beneficiarse de estos préstamos y que no tienen que acudir a otras vías. Las familias con escasos recursos caen fácilmente en las redes de préstamos rápidos que tienen intereses muy elevados y terminan en la ruina. A veces es tan sencillo como hacer una multiplicación, pero en España todavía no sabemos manejar muy bien nuestros ingresos, a nivel general, y esto es algo a mejorar. Actualmente, estamos desarrollando también el Observatorio de las Familias Monoparentales.

–¿La pobreza energética es un problema invisible?

–El problema de la pobreza energética cada vez va tomando más importancia. Cuando nosotras empezamos a hablar de pobreza energética apenas se utilizaba el concepto. Empezamos a asociar los incendios en viviendas a la pobreza energética, junto a un bombero catalán. Nosotras estábamos viendo el mal estado de las instalaciones de la mayoría de las familias y fue una voz de alarma que dimos en unas jornadas que hicimos en Madrid y a donde fueron también los bomberos de León.

–¿Cómo ha influido la pandemia en la vulnerabilidad?

–A las familias monoparentales, sin distinción de trabajo ni estatus económico, les está afectando muchísimo. Muchas han vuelto a caer en la pobreza, sus trabajos eran mal pagados y aunque no estuvieran mal pagados, las empresas han aprovechado para no dar conciliación. No hay que olvidar que las mujeres tienen problemas para trabajar en edad fértil. En el caso de una mujer sola, tiene que cargar con todo y le impide en mayor medida acceder al trabajo. Está aumentando la pobreza y la precariedad de todas las familias monoparentales.

–¿Qué medidas deben promover las instituciones?

–No se deberían cortar los suministros eléctricos y de gas, sobre todo en épocas de frío. A nosotras también nos preocupa, además del corte, qué pasa con esa deuda. La deuda aumenta. Habría que hallar una solución para reducirla. Tenemos que aprender lo que cuestan las cosas y que las familias solo tuvieran que pagar una parte de acuerdo a sus ingresos. Los poderes públicos tienen la obligación de ayudar a las familias necesitadas. Que sean innovadores para que el mayor groso no recaiga sobre ellas.