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IPC

¿Qué es la inflación?: Tipos, causas y consecuencias

La subida del IPC de octubre se ha disparado un 5,5 por ciento, unos niveles no vistos de 1992

La inflación cae el 1,5 por ciento y alcanza un nuevo minimo histórico
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La inflación se disparó hasta el 5,5 por ciento en octubre, 1,5 puntos más que en septiembre, según el dato adelantado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero ¿qué significa realmente esto?

Inflación es un término que viene del latín “inflatio”, que significa inflar. En la actualidad, se utiliza para indicar la variación del precio de los bienes y servicios de un país en un período específico, un cálculo que se hace manera mensual. El incremento de los precios provoca una pérdida del valor de la moneda porque con el mismo dinero se pueden comprar menos cosas que en el periodo anterior computado.

Serie histórica de la evolución del IPC en España
Serie histórica de la evolución del IPC en EspañaINE

En función de cómo se produzca, hay varios tipos de inflación agrupados en dos grandes ámbitos: Según el comportamiento del aumento de precios y según el porcentaje de dicho incremento.

En cuanto al primero, está motivado por la caída del Producto Interno Bruto (PIB) o por la intervención del Estado El PIB es el indicador del crecimiento de un país. Si aumenta la venta de los bienes que se producen el PIB crece pero, en caso contrario, los ingresos del Estado caen y se ve obligado a imprimir más moneda o a incrementar la recaudación, principalmente vía impuestos, para tratar de solucionar el déficit.

En función de cada situación, se establecen tres tipos de déficit: estanflación, reflación o inflación subyacente. La estanflación se produce cuando hay un incremento de precios de manera sistemática durante seis meses consecutivos y va acompañado de una caída del PIB. El término fue acuñado por el ministro de finanzas británico Ian Mcleod en 1965 para explicar la recesión que dufría Reino Unido en la postguerra y es la unión de dos palabras: “stagflation” (estancamiento) e “inflation” (inflación).

Serie histórica de la evolución del IPC en España
Serie histórica de la evolución del IPC en EspañaINE

El Estado puede generar un tipo de inflación, la reflación, para tratar de estimular la economía y detener una caída prolongada de los precios, también conocida como deflación. La reflación suele estar relacionada con la aplicación de políticas fiscales más laxas, con tipos de interés bajos, que supongan una inyección de liquidez y fomenten el consumo interno.

La inflación subyacente es la variación de precios que se obtiene tomando como base el índice de precios al consumo (IPC) -sin alimentos no elaborados ni productos energéticos- que permite tener conocer de forma aproximada el comportamiento de la inflación a medio plazo y posibilita la toma de decisiones de manera más rápida.

El porcentaje del incremento de los precios permite determinar la gravedad de la situación económica de un país. Así, si la cifra no supera el 10 por ciento se habla de inflación reptante, situación en la que se mueven la mayoría de los países desarrollados o en vías de desarrollo. El caso español, a pesar de haber sufrido una notable subida, también estaría en esta categoría.

En el caso de que el IPC superara el 10 por ciento pero estuviera en cifras manejables, se considera inflación moderada.

La inflación alta es cuando la cifra se dispara, pero puede ser controlada con políticas monetarias que, en el caso de no tomarlas a tiempo, podría convertirse en hiperinflación (superior al 50%). Cuando se llega a este punto, la escalada de precios no sólo es alta, sino que se multiplica de forma exponencial y puede llegar a provocar la subida de los precios incluso varias veces durante un mismo día. Esto provoca que la moneda pierda casi todo su valor y el poder adquisitivo de los ciudadanos prácticamente desaparece.

Pero, ¿cuáles son las causas de la inflación? En realidad no es un sólo factor, sino la suma de varios. El principal es el desequilibrio entre la oferta y la demanda. Si hay escasez de productos y la demanda es alta, se genera un desequilibrio que se traduce en un incremento de los precios.

Otro de los factores es el incremento en los costes de producción porque si esto ocurre, las empresas tienen que trasladar esa subida a los productos que comercializan para tratar de que el negocio siga siendo rentable. Por ejemplo, con el actual aumento del precio de la energía, los fabricantes no tienen más remedio que repercutirlo en el consumidor final.

La inflación también puede estar provocada por el ajuste de los precios. Si las compañías aumentan los precios de sus productos de forma progresiva para evitar cambios bruscos, el poder adquisitivo baja y con ello la demanda de productos. Lo que arranca como una fórmula para evitar que la economía se resienta puede ser contraproducente y provocar una crisis inflacionaria.

En el caso de que la oferta supere a la demanda, le consecuencia es una bajada de precios que, si no es intervenida a tiempo puede acabar en deflación o inflación negativa.

Otra de las causas que puede provocar una variación de los precios es el aumento de la cantidad de dinero en circulación. Una medida que los gobiernos utilizan para financiar su déficit. Si hay más dinero en el mercado, pero la demanda no aumenta, también se puede provocar un desequilibrio en el sistema, estimular la devaluación de la moneda y la pérdida de poder adquisitivo. ¿Conclusión? Crisis inflacionaria.

En el caso de que un país vea cómo su IPC tiene una tendencia alcista y no diseña políticas monetarias para tratar de frenarlo, puede agravar el problema.

La subida de precios hace que los ciudadanos pierdan poder adquisitivo
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¿Qué consecuencias tiene la inflación?

La inflación no tiene por qué ser un factor negativo para la economía. De hecho, algunos estados la estimulan para equilibrar la economía. El problema es cuando no se tienen previstas o no se toman medidas para controlarla, que puede tener consecuencias graves para los consumidores:

Devaluación. Las crisis inflacionarias suelen están relacionadas con la devaluación de la moneda. Cuando los países intervienen el tipo de cambio o aumentan el dinero en circulación, el valor de la moneda cae.

Incertidumbre económica. Estos procesos no se pueden solucionar de un día para otro y obliga a las empresas a tomar decisiones a medio o largo plazo sin saber de qué manera les afectarán. Con esto, la decisión más habitual es la subida de precios para tratar de protegerse del aumento de costes futuros.

Desfase tributario. Cuando el IPC aumenta, los gobiernos aumentan los salarios para contrarrestar la disminución del poder adquisitivo (como ocurre con las pensiones o los funcionarios en España) y suben los impuestos para poder afrontar estos pagos.

Beneficios sobre deudas y créditos. Uno de los pocos beneficios para los consumidores en estos periodos es que la pérdida del valor del dinero provocada por la inflación hace que los tipos de interés no suban, por lo que los que tengan una hipoteca adeudarán la misma cantidad aunque el dinero valga menos.

¿Cómo se mide la inflación?

La inflación se mide a través de una fórmula matemática que establece la variación de un índice en un período de tiempo, expresado en porcentajes. El IPC es el sistema más utilizado en el mundo porque emplea los cambios de precio experimentados por los productos esenciales, por lo que el resultado es bastante cercano a la realidad. No incluye productos energéticos ni alimentos perecederos porque sus precios son muy variables y pueden distorsionar el resultado.

Así, el IPC mide la variación de precios en bienes y servicios básicos consumidos por una familia, como puede ser la cesta de la compra, en un período específico. Y la fórmula para calcularlo es la siguiente: Tasa de inflación IPC = (IPC actual - IPC histórico) / IPC actual *100