Especial Energía
Energías de transición, clave para avanzar hacia los Objetivos de París
El biometano, los biocombustibles o el SAF –combustión de aviación sostenible– se posicionan como alternativas viables para reducir las emisiones
El pasado mes de julio bp hacía pública la 70ª edición de su «Statistical Review of World Energy», un detallado análisis de la situación de los mercados energéticos internacionales durante el atípico año 2020. Siendo uno de los periodos más convulsos de los últimos años, el informe revela la influencia ejercida por la pandemia en el escenario energético mundial y sitúa a 2020 como punto de inflexión para la configuración de las tendencias energéticas de cara al futuro.
Tal como señala este estudio, durante el pasado año tanto el consumo de energía primaria como las emisiones de carbono derivadas del uso de la energía cayeron a su ritmo más rápido desde la Segunda Guerra Mundial, con descensos de un -4,5% y un -6,3%, respectivamente. Por su parte, las energías renovables consiguieron mantener su trayectoria de firme crecimiento, con un ascenso sin precedentes de las energías eólica y solar que, aumentando un 50% más que en cualquier otro momento de la historia, alcanzaron un total de 238 GW de potencia instalada este año.
El escenario energético en España a lo largo de 2020 estuvo muy alineado con la caída generalizada de la demanda de energía experimentada a nivel global. En este sentido, tanto el consumo de energía primaria como las emisiones de CO2 se desplomaron a niveles históricos en 2020, con descensos del -11,4% –más del doble del promedio mundial– y del -18,9% –muy por encima de la media europea–, respectivamente. En relación al petróleo, y pese al descenso de su consumo, éste se mantuvo a la cabeza del mix energético con una presencia del 44,4%, mientras que la participación del carbón fue residual, representando únicamente el 1,4% del mix.
Si bien estos datos dibujan un escenario alentador de cara al avance del sector hacia una creciente sostenibilidad, estas caídas estuvieron estrechamente relacionadas con las circunstancias impuestas por la pandemia y los confinamientos a nivel global, quedando todavía lejos de los objetivos marcados por el Acuerdo de París, que señalan la necesidad de reducir las emisiones un 7,6% cada año hasta el 2030 con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5ºC. «Estas tendencias son exactamente lo que el mundo necesita ver en su transición hacia las cero emisiones netas, pero, para alcanzar la neutralidad climática, el nivel de ambición mostrado por los países y las empresas debe traducirse en un descenso significativo y sostenido de las emisiones y, en esta línea, la totalidad de los agentes sociales, desde las empresas hasta los gobiernos y los propios consumidores, desempeñan un papel esencial para conseguirlo», explica Spencer Dale, economista jefe de bp.
En este sentido, en el camino hacia el necesario cumplimiento de los Objetivos de París, las conocidas como «greening companies» juegan un papel fundamental. Se trata de un término acuñado por bp para referirse a aquellas compañías que, si bien no son bajas en emisiones de carbono a día de hoy, cuentan con objetivos ambiciosos y planes trazables para transformarse y convertirse en empresas cada vez más sostenibles. Así, las «greening companies» pertenecen a sectores tradicionalmente intensivos en carbono como el energético, el del transporte, o el industrial –en el que destacan sectores como el cerámico o el acerero– que, si bien aglutinan el 70% de las emisiones mundiales procedentes del consumo de energía, ya trabajan para repensar su modelo hacia uno cada vez más sostenible y contribuir así de manera activa al cumplimiento de los Objetivos de París.
Las energías de transición
Seis años después de la entrada en vigor de los Acuerdos de París, más de 100 países han adquirido el compromiso de alcanzar la neutralidad en carbono para el año 2050 o antes. En esta misma línea, solo en el último año, más de un millar de compañías a nivel global se han fijado este mismo objetivo avanzando, muchas de ellas, a un ritmo más elevado que el marcado por las propias legislaciones nacionales.
No obstante, los planes para alcanzar estos ambiciosos objetivos de neutralidad climática han de trazarse desde una perspectiva realista, contemplando los recursos existentes en cada etapa con el fin de optimizar la transición energética. Así, es esencial integrar el uso de las denominadas «energías de transición» en aquellos sectores en proceso de descarbonización para, eventualmente, con un paralelo desarrollo de las energías limpias, alcanzar un escenario de neutralidad de carbono.
En este sentido, el biometano, los biocombustibles o el SAF –combustible de aviación sostenible– se posicionan como alternativas viables con capacidad para reducir significativamente las emisiones contaminantes en aquellos sectores de alto consumo energético o de difícil electrificación–como la industria o el transporte pesado, en los que la neutralidad de carbono no se pueda alcanzar a corto plazo. Así, en todo el continente europeo existe ya una tendencia hacia la combinación de energías renovables y energías de transición, que hacen las veces de puente hacia un futuro totalmente renovable.
En esta línea, el aprovechamiento del biometano, por ejemplo, contribuye a la reducción de emisiones en sectores no energéticos (como agricultura o ganadería) además de para la descarbonización de industrias termointensivas. El biometano también permite la reducción inmediata de las emisiones del transporte pesado, siendo totalmente compatible con la electrificación del transporte de última milla –algo que sí se posiciona como una realidad viable a corto plazo.
Asimismo, el SAF, producido a partir de materias primas sostenibles, ya es avalado por los organismos internacionales como la mejor alternativa real para la descarbonización progresiva de la aviación a corto plazo, produciendo alrededor de un 80% menos de emisiones de carbono a lo largo de su ciclo de vida que los combustibles fósiles tradicionales. La clave de este tipo de fuentes de energía es que, por un lado, reducen las emisiones de carbono de manera directa y que, por otro, ya son una realidad, pudiendo integrarse en la cadena de valor de la industria, el transporte o la aviación para impulsar a estos sectores hacia una neutralidad climática.
España, además, cuenta con un gran potencial para la generación de biometano y biogás a partir de residuos, con una potente infraestructura propia que le permitiría no depender de terceros para poder contar con este recurso y fomentar, a corto plazo, la necesaria descarbonización de sus industrias más intensivas en carbono.
Así, ante un escenario medioambiental en el que urgen las acciones encaminadas a cumplir los Objetivos de París, las empresas, con un destacado papel de las «greening companies», juegan un rol esencial en el camino de la sociedad global hacia la neutralidad climática. En este sentido, los datos excepcionales arrojados por la última edición del «bp Statistical Review of World Energy» han de convertirse en la norma y mejorarse anualmente, para lo cual es urgente trazar planes realistas e inmediatos de descarbonización. En ellos, las energías de transición como el biometano o los biocombustibles han de adquirir un rol protagonista, acercando a aquellas industrias en proceso de transformación hacia la sostenibilidad total y reduciendo significativamente sus emisiones durante el camino.
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