Tasas

Europa y Estados Unidos ponen fin a la guerra de los aranceles

Biden y Von der Leyen cierran un acuerdo para acabar con las tasas del acero y el aluminio. La UE podrá exportar unos 3,3 millones de toneladas

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Fin a la guerra arancelaria entre la Unión Europea y Estados Unidos. El penúltimo capítulo del uno de los últimos desafíos de la «herencia Trump» llegó ayer a su fin. La presidenta de la Comisión Europea (CE), Úrsula Von der Leyen, y el presidente de Estados Unido, Joe Biden, celebraron ayer públicamente en Roma –durante la reunión del G20– el acuerdo de suspensión de aranceles mutuos, un «gran paso en las relaciones bilaterales» que refuerza la alianza y permite a ambos luchar «contra el cambio climático», manifestaron ambos equipos diplomáticos.

Así, la UE y Estados Unidos han logrado un acuerdo que permite para aparcar su disputa sobre unos aranceles que Washington impuso a las importaciones comunitarias de acero y aluminio durante la presidencia de Donald Trump, con lo que cierran un episodio marcado por las tensiones comerciales y los desencuentros.

«EE UU no aplicará los aranceles de la sección 232 (de la Ley de Expansión Comercial) y permitirá la importación libre de aranceles de acero y aluminio de la UE en un volumen histórico», informó la Casa Blanca en una nota. Aunque la cantidad no fue detallada, la prensa especializada baraja 3,3 millones de toneladas. Por su parte, la UE «suspenderá los aranceles relacionados sobre productos estadounidenses». El presidente estadounidense, Joe Biden, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, rubricaron posando juntos una «nueva era de cooperación transatlántica». Por su parte, Biden manifestó que «juntos, Estados Unidos y la Unión Europea, abren paso a una nueva era de cooperación transatlátinca que va a beneficiar a nuestra gente, tanto ahora como en los años venideros». Para Von der Leyen «es un gran paso adelante en nuestra renovada relación», remarcó.

Biden justificó este acuerdo porque implica la «eliminación inmediata» de los aranceles impuestos por la UE a una serie de productos estadounidenses y «rebaja el coste para los consumidores estadounidenses, garantiza una industria estadounidense del acero competitiva en las próximas décadas y generará empleos sindicados bien pagados en casa». A continuación remarcó que «podemos rechazar la idea falsa de que no podemos conseguir un crecimiento de nuestra economía y apoyar a los trabajadores estadounidenses mientras enfrentamos la crisis climática», remachó.

Además de impulsar la producción acerera, el acuerdo incentiva la reducción de emisiones en uno de los sectores más intensivos en CO2 de la economía global, restringe el acceso a los mercados de acero sucio de países como China y contrarresta a los países que volcaban acero sin origen.