Economía
Apriétense los cinturones
El que piense que esto está a punto de acabar, se equivoca. En realidad está apenas comenzando. En lo físico y militar sufre Ucrania, y en lo económico, teóricamente Rusia. Sólo que los rusos llevan desde 2014 con un régimen de sanciones que les ha llevado a la autarquía, viviendo de la producción local, en su caso la del territorio más grande del mundo, junto a las ricas repúblicas aliadas de Bielorrusia, Azerbaiyán, Kazajstán, Armenia, Georgia y otras. En realidad, las peores consecuencias económicas las vamos a padecer en Europa, como ya estamos viendo con la luz, el gas y los combustibles. Y el resto de insumos, pues en la escalera de dominó, cuando cae una ficha caen las demás. Habrá acuerdos puntuales para parchear el transporte, la agricultura, la pesca, la ganadería, etcétera. Será coyuntural. Parados los oleoductos rusos que cortan la producción de 1,4 millones de barriles al día (la mitad de las exportaciones a Europa), el precio del gasoil no solo no caerá: se disparará. Por eso los especuladores compran petróleo. Si el crudo se va a 150 dólares el barril, y no digamos a 200, nadie va a ir a trabajar en coche. El transporte será una actividad imposible. La inflación, en dos dígitos. Black Rock vaticina una parada en seco a la globalización.
Nos espera lo peor. Los expertos interpretan que la insistencia USA en las armas químicas rusas presagia una internacionalización que explica el aumento de los presupuestos de defensa europeos al 2 por ciento y la acción conjunta en favor del aliado marroquí con el Sahara, promovida por Washington. Sánchez sólo podía decir “sí”.
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