Agricultura
La sobreexplotación agraria y la sequía vacían los pantanos de Marruecos y desatan la emergencia hídrica
El vecino magrebí afronta su peor sequía en tres décadas con restricciones de agua
La sequía que azota con dureza a Marruecos, la más grave en las últimas tres décadas con pantanos a solo el 28% de su capacidad, ha llevado al Gobierno y los ayuntamientos a adoptar restricciones que van de bajar el flujo de agua potable a prohibir su uso en el riego de jardines y el lavado de vehículos.
El país magrebí afronta actualmente un verano más caluroso y seco de lo habitual, con sucesivas olas de calor que han provocado incendios en diferentes provincias del país con un balance hasta ahora de cinco muertos, más de 10.000 hectáreas de bosque arrasadas y 3.200 familias evacuadas.
Esto ha agravado más la escasez de agua potable. Casablanca, capital económica del país y la más poblada con más de tres millones de habitantes, afronta un duro estrés hídrico que ha llevado al ayuntamiento a prohibir desde el pasado miércoles el riego con agua potable durante el día de jardines públicos y privados, así como el lavado de vehículos y la limpieza de calles. “Estamos ante una situación de emergencia hídrica, el agua almacenada es insuficiente, debemos cuidar los recursos de los que disponemos”, explica a Efe Moulay Ahmed Afilal, vicealcalde de Casablanca, quien advierte de que cualquier infracción de las medidas aprobadas será castigada con sanciones y multas.
Casablanca no es el único municipio que está tomando medidas de racionalización de agua. En las localidades de Berrechid y Settat (al sur de Casablanca) o en Oujda (en el extremo noreste del país), por ejemplo, se ha reducido el caudal del agua en los hogares. Y el pasado mayo la Dirección Autónoma Intercomunal de Distribución de Agua y Electricidad anunció cortes de agua nocturnos en varios barrios de Beni Melal (centro) a causa de la caída del caudal de la famosa fuente Ain Asserdoun por la sequía.
El portavoz del Gobierno marroquí, Mustafa Baitas, citó recientemente otras acciones urgentes como suministrar agua potable a las principales ciudades desde embalses lejanos y realizar prospecciones para buscar nuevos pozos para evitar “perturbaciones o cortes de agua potable” en el país.
No obstante, varios expertos han coincidido en criticar el retraso del Gobierno a la hora de tomar estas medidas. “El Gobierno debería haber aprobado estas medidas hace mucho tiempo, cuando ya se veía que la situación estaba mal. Cincuenta ciudades están amenazadas por el fantasma de la sed”, lamenta el ingeniero marroquí Mohamed Benabou, experto en clima y desarrollo sostenible.
Benabou alertó de que la tasa de llenado de los diferentes embalses en Marruecos está a 28,2% (frente un 46 % el año pasado), el nivel más bajo en cuatro décadas. Los 150 pantanos que están en funcionamiento en el país, y cuya capacidad es de 18.000 millones de metros cúbicos, almacenan actualmente solo 4.000 millones de metros cúbicos debido a las escasas precipitaciones, lamenta el experto. El pantano de Al Masira (el segundo más grande del país que suministra agua potable a Marrakech y parte de Casablanca) está a solo un 5 % de su capacidad, mientras que la presa Bin el Ouidane (en la región de Beni Melal) está “casi vacía”, sostiene.
Para la ingeniera y paisajista Salima Belmkeddem, presidenta de la ONG “Maroc Environnement 2050″ (Marruecos Medioambiente 2050), la solución pasa por una reforma de la política agraria (sector que consume cerca de un 89 % de los recursos hídricos del país) e industrial. Y si bien los políticos abogan por explotar los acuíferos como una de las medidas para solucionar la crisis, Belkeddem opina que esa no es la salida. “Hay una sobreexplotación de la capa freática con cultivos intensivos. Vemos el descenso del nivel freático en Fez, Meknés y hasta en las regiones de Sous-Massa y el Haouz. Hay capas freáticas que están bajando hasta tres metros por año”, denuncia a Efe la ecologista.
Belmkeddem cree que el Gobierno debe tomar medidas urgentes para racionalizar el uso de agua en la agricultura, formar a los pequeños agricultores para proteger la calidad del agua y obligar a los empresarios industriales a instalar unidades de depuración en sus fábricas antes de empezar su actividad. “Hace falta una política adecuada a la urgencia ecológica actual, ya no podemos retrasar más, no tenemos derecho a exportar nuestra agua con cultivos exóticos, no podemos tampoco autorizar los cultivos intensivos realizados por inversores extranjeros. Es un crimen y hay que decirlo”, denuncia.
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