Opinión
Mal de muchos, consuelo de tontos
El Gobierno se escuda en que la energía está aún más cara en el resto de Europa que en España
Los lunes son un buen día para empezar de cero. Semana nueva, vida nueva, como si de un particular Año Nuevo se tratase. Eso deben de estar pensando en Moncloa, a juzgar por la semana «horribilis» que ha tenido el Ejecutivo, con una sucesión considerable de ridículos, chascos y patinazos.
El chasco más gordo ha sido el del MidCat, ese gasoducto que Sánchez quiere construir entre España y Francia, pero sin ponerse de acuerdo con Francia, y que además lo pague Bruselas, que no quiere saber nada de «cabras pirenaicas» ni gaitas tras los palos de Macron al proyecto.
Patinazos, varios. El primero, que la ministra responsable de energía –Teresa Ribera– diga abiertamente que no sabe qué va a pasar con los precios de la energía. Al menos es sincera, pero no tranquiliza precisamente ahora que se acerca el invierno. Invierno «durísimo», como dijo Margarita Robles, asegurando incluso que «no somos conscientes» de la que se avecina. O la ministra de Defensa sabe algo que el resto desconoce o entonces no se entiende que el resto del Gobierno repita como un papagayo que no nos preocupemos, que de los Pirineos para abajo ni apagones ni cartillas de racionamiento energético.
Tampoco estuvo muy fino Patxi López el martes en Antena 3, sacando pecho del precio de la luz. Con la que está cayendo hay que tener valor, sobre todo si encima das mal las cifras. El nuevo portavoz del PSOE aseguró que «hoy la luz está a 190 euros». Ojalá. Ese precio no lo había catado desde el 26 de junio, siendo el doble el precio real de ese día.
Pero el mayor de todos los ridículos fue «bajar a la calle» al presidente del Gobierno reuniéndolo con 50 «ciudadanos» –al azar, por supuesto, no vayan ustedes a ser malpensados– y que ninguno de los que preguntaron tuviese la más mínima curiosidad por saber qué piensa hacer Pedro Sánchez para atajar el palo por la subida disparatada de la energía, si es que piensa hacer algo. En cualquier caso, de haber existido un solo «ciudadano» que osase cuestionar al líder supremo, la respuesta sólo podría haber tenido un camino: «Es que está más barata en España que en el resto de Europa». Un mantra absurdo que repiten sin parar desde el Ejecutivo, pero que no ayuda en NADA a las familias y empresas españolas. Mal de muchos, consuelo de tontos.
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