Análisis
El Gobierno endeudará a España con 190 millones al día en 2023
Al disparar el déficit estructural no está garantizando ni las pensiones ni los salarios públicos, ni mejorando su poder adquisitivo, los está poniendo en peligro
Es difícil explicarles a los ciudadanos que la supuesta generosidad del Gobierno en los Presupuestos es un caramelo envenenado. Por un lado, pensionistas y funcionarios deberían saber ya que las subidas que les han prometido, de nuevo, serán los recortes del futuro. El Gobierno no está repartiendo recursos para «gasto social» como lo llaman ellos, sino que está repartiendo deuda. Y esa deuda se paga después en recortes, en inflación, en crisis o en las tres cosas a la vez. Los Presupuestos anunciados para 2023 disparan el déficit estructural –el que se crea aunque la economía crezca– y solo el próximo año supondrá más de 190 millones al día, si nos creemos las estimaciones más que optimistas del Ejecutivo
Decía Ronald Reagan que «la inflación es el precio de los gastos del Gobierno que creías que eran gratis» y el nuestro, presidido por Pedro Sánchez, vuelve a esperar un aumento de recaudación récord aprovechando que se sigue negando a deflactar la inflación en los impuestos.
Cuentas insostenibles
Los jubilados y funcionarios deberían estar preocupados. Disparar el gasto público y hacer las cuentas insostenibles lleva a que su remuneración futura se ponga en peligro, sea en términos nominales o reales. Si al Gobierno le preocupase de verdad la sanidad, la educación, las pensiones o los salarios públicos llevaría a cabo un ejercicio serio de saneamiento de las cuentas públicas y un recorte de gasto innecesario y duplicado. Sin embargo, hace lo contrario. Es intolerable el aumento del presupuesto de los ministerios más políticos, empezando por el de Presidencia y siguiendo con el de Agenda 2030 y el de Transición Ecológica o Política Territorial. No solo son ministerios que han aumentado dotación en todo el periodo 2019-2022, sino que siguen haciéndolo.
Supuesto bienestar nórdico
El presidente Sánchez dice que quiere un Estado de Bienestar como el de los países nórdicos y, sin embargo, hace lo contrario que esos países. Esos estados son líderes en libertad económica, defensa de la propiedad privada y facilidad para hacer negocios, según el Banco Mundial, y tienen una fiscalidad más baja que España al patrimonio o la inversión. Lo que tienen es un IVA mucho más alto y unos impuestos más altos a la clase media. La propiedad privada está garantizada por la ley y los ahorros de los ciudadanos son completamente privados y están libres de control público.
El Estado no dicta ni impone la educación ni la atención sanitaria –la mayoría tienen planes mixtos de pensiones y de copago–. Sencillamente administra y promueve la alternativa entre servicios privados y administrados, pero no controlados por el Estado. Además, los funcionarios públicos no tienen un puesto de por vida y tienen un mercado laboral que está entre los más flexibles del mundo. Vamos, que Sánchez lo único que quiere de los países nórdicos es recaudar más para su máquina de gasto clientelar y ministerios duplicados que ninguno de esos países tiene.
«Regalar» deuda
El gran problema de estos anuncios del Gobierno es que poca gente parece entender que lo que te «regalan» con deuda es una losa para ti y para tu familia. Un Ejecutivo que dispara el déficit estructural no está garantizando las pensiones y los salarios públicos, ni mejorando su poder adquisitivo, los está poniendo en peligro. Los pensionistas y funcionarios no merecen que se les engañe con anuncios que lo único que hacen es agrandar el agujero de las cuentas públicas.
Con las últimas previsiones del Banco de España, la economía no recuperará el PIB de 2019 hasta 2024 después de aumentar la deuda pública en más de 250.000 millones de euros. Lo que va a haber es un estancamiento con elevada inflación y un aumento desproporcionado de gasto político y exceso burocrático. Sánchez deja un país donde todo el sector productivo está al servicio del exceso estatal y donde la única política aceptable es expoliar más a los ciudadanos, convirtiendo a cada uno de los contribuyentes en uno de esos «ricos» de cara el expolio.
Si yo fuera jubilado estaría muy preocupado con la mal llamada subida de las pensiones que es, en realidad, una bajada en términos reales, porque supone que en unos años me pagarán menos en términos reales. La generosidad con el dinero de los demás, no es generosidad, es irresponsabilidad.
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