Banca

La banca suiza busca una nueva imagen 5 años después del fin parcial del secreto bancario

El país helvético busca que su banca siga atrayendo fortunas extranjeras en un momento muy convulso para el sector en el país, tras la caída de su segundo mayor banco, Credit Suisse

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El banco Credit Suisse larazon

Cinco años después de que Suiza aceptase el intercambio de información de cuentas bancarias con otros países, poniendo parcialmente fin al secreto bancario que aplicaba desde 1934, su sector financiero busca atractivos diferentes al que tuvo antaño de "paraíso fiscal" para seguir atrayendo fortunas.

Desde octubre de 2018 "Suiza comparte cada año información sobre millones de relaciones con los socios del AEOI (sistema de intercambio automático de información) y eso se ha convertido en la norma de la banca helvética", dijo a Efe la portavoz de la Asociación Suiza de Banqueros, Deborah Jungo-Schwalm.

"Intercambiando información de forma automática con más de cien países y territorios, la transparencia fiscal es un hecho, y con ello debería evitarse la evasión fiscal", complementa por su parte Andreas Venditti, experto de la firma del banco ginebrino Vontobel.

Estas palabras muestran el deseo de cambiar la imagen de la banca suiza tras décadas en las que el secreto bancario se convirtió en seña de identidad del país, atrayendo grandes fortunas de todo el planeta, incluidas las de la Alemania nazi en los 40 del siglo pasado y, más tarde, las de políticos corruptos de diverso origen o las de criminales.

Esta imagen es difícil de borrar, no obstante, como se comprobó el año pasado, cuando un consorcio de 50 medios de todo el mundo filtró los datos de fortunas de sospechoso origen guardadas durante décadas por Credit Suisse, banco que este año fue absorbido por UBS tras años de mala gestión.

Entre 1940 y 2020, la banca helvética gestionó fortunas que han ido desde responsables de la petrolera estatal venezolana PDVSA a los hijos del expresidente egipcio Hosni Mubarak, el rey Abdalá II de Jordania o algún jefe de la inteligencia paquistaní que en los años 80 canalizó fondos desde Estados Unidos a los muyahidines afganos.

Esta filtración evidenció que aunque el secreto bancario de las entidades suizas con respecto a sus homólogas ha desaparecido, aún persiste con relación a medios de comunicación e informantes, hasta el punto de que los diarios suizos no pudieron dar detalles del caso.

Mientras liberalizaba el intercambio de información dentro del sector financiero, en 2015 Suiza endurecía su ley de secreto bancario contemplando penas de hasta cinco años de prisión para quienes lo violaran desde fuera, como medios o exbanqueros deseosos de denunciar malas prácticas.

Un momento de transición

Suiza busca que su banca siga atrayendo fortunas extranjeras con argumentos diferentes al de la falta de vigilancia, en un momento además muy convulso para el sector en el país, tras la caída de su segundo mayor banco, Credit Suisse, con cuyas gestiones más problemáticas aún debe lidiar su comprador, UBS.

"Si todavía se le siguiera llamando a Suiza 'paraíso fiscal' debería ser porque sus tasas impositivas son moderadas en comparación con otros competidores", defiende en declaraciones el portavoz del Departamento Federal de Finanzas suizo, Frank Wettstein. Explica que "Suiza ofrece tradicionalmente un marco financiero favorable para los inversores, las empresas y los individuos, lo que va unido a la estabilidad social y económica del país, lo estable de su moneda y su posición central en Europa".

Suiza busca promocionarse en un momento en que sus bancos han recibido cuantiosas multas en países como Estados Unidos o Francia por ser usados para la evasión fiscal, lo que les ha llevado a aumentar su transparencia, al tiempo que teme perder el poder de atracción de grandes fortunas al no esconder tanto sus orígenes.

Analistas como Boston Consulting prevén que el país centroeuropeo pronto sea superado en ese sector de la banca extraterritorial por Hong Kong, y tal vez también por Singapur, a mediados de esta década.

Origen del secreto bancario en Suiza

El secreto bancario ha sido una práctica común del sistema financiero suizo por más de tres siglos: el cantón de Ginebra adoptó en 1713 un código secreto que prohibía a los bancos compartir información de clientes con terceros.

Pero no fue hasta 1934 cuando se convirtió en normativa, después de que en la I Guerra Mundial muchos europeos resguardaran sus fortunas en el país neutral, y después de que en 1932, tras un registro de uno de los bancos suizos en suelo francés, el país centroeuropeo entendiera que era necesario blindarse más.

El artículo 47 de la Ley bancaria suiza codificó como delito la violación de la confidencialidad de los clientes para los banqueros, estableciendo sanciones penales y multas económicas en caso de incumplimiento.

En 2015 la ley se amplió, tipificándose como delito el uso y beneficio de la información bancaria robada, tras mediáticos casos como los de Bradley Birkenfeld, antiguo empleado de UBS o Rudolf Elmer (del banco Julius Baer), quienes denunciaron prácticas irregulares de sus entidades.

En Europa fue más sonado el caso del exinformático del HSBC en Ginebra Hervè Falciani, quien reveló datos confidenciales a las autoridades francesas, fue condenado en ausencia a cinco años de prisión en 2015, y llegó a ser detenido dos veces en España, aunque no se aceptó extraditarle a Suiza.

Declive de la opacidad fiscal

La ofensiva global contra la evasión fiscal se desencadenó con la crisis financiera de 2008 y con los Estados necesitados de más recursos económicos, vía recaudación de impuestos, para mitigar el impacto del colapso financiero mundial, centraron su atención en las cuentas extranjeras no declaradas en países como Suiza.

Así, la justicia estadounidense y las propuestas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) contribuyeron a la colaboración fiscal y bancaria de Suiza con otros estados.

La Ley de Cumplimiento Tributario de Cuentas Extranjeras (FATCA), que entró en vigor en 2013, obligaba a todas las instituciones financieras del mundo a informar al Gobierno de EEUU de cualquier cuenta cuyo titular fuera un ciudadano estadounidense.

La normativa facilitó la intervención de las autoridades estadounidenses contra varios bancos suizos, entre ellos UBS y Crédit Suisse, por ayudar a ciudadanos de su país a evadir impuestos.

Suiza, además, suscribió en 2009 el convenio de asistencia fiscal de la OCDE, que preveía compartir información fiscal de manera rápida y automática en casos de investigaciones de delito fiscal.

El 27 de mayo de 2015, la Unión Europea (UE) y Suiza firmaron un acuerdo histórico de transparencia tributaria, en que las dos partes se comprometían a intercambiar automáticamente a partir de 2018 toda la información de las cuentas bancarias de sus residentes respectivos, y ponían así fin a más de 80 años de secreto bancario.