Economía

El banquero que alborota Europa

El italiano Andrea Orcel, al intentar el Commerzbank alemán, siembra incertidumbres y temores al sector financiero europeo que aún se resiste a las fusiones transnacionales

De izquierda a derecha, Andrea Orcel, Ana Botín (presidenta) y José Antonio Álvarez (consejero delegado), en septiembre de 2018
De izquierda a derecha, Andrea Orcel, Ana Botín (presidenta) y José Antonio Álvarez (consejero delegado), en septiembre de 2018larazonArchivo

Roberto Iniesta, cantante, compositor y líder del grupo de rock «Extremoduro», canta con una voz muy personal «nunca lloro, soy banquero». Es «La canción de los oficios», que quizá no sea muy conocida, y menos popular, entre los banqueros, al menos entre los más "talluditos". Andrea Orcel, CEO (Chief Executive Office), el primer ejecutivo en pocas palabras, del banco italiano UniCredit, es de los que no lloran aunque, a pesar de su paso por España, no haya oído hablar nunca de Extremoduro, «¿o quizá sí?», como apuntaría Mariano Rajoy desde su retranca habitual y cada día más ingeniosa. Ahora, Orcel, en lugar de llorar lo que ha hecho y hace es alborotar el sector bancario europeo y los que lo conocen aseguran que no parará hasta lograr algunos de su objetivos.

La batalla está planteada. UniCredit compró, a mediados de septiembre, un 9% del banco alemán Commerzbank, radicado en Frankfurt, la ciudad también del Banco Central Europeo (BCE). La mitad, un 4,5% en el mercado y la otra mitad al propio Gobierno germano. Además, la entidad italiana, a través de determinados instrumentos financieros –derivados incluidos–, también posee otro 11,5% adicional. Es decir, controla alrededor del 21% del Commerzbank y estaría dispuesto a aumentar todavía más su participación. Además, UniCredit ya está presente en el accionariado del HypoVereinsbank, entidad con sede en Munich.

La idea de Orcel, en principio, parecía ser sentar las bases de un megabanco europeo, que podría ser la primera fusión bancaria transnacional en la zona euro. Es lo que reclaman, desde hace tiempo, el BCE, con su presidenta Christine Lagarde a la cabeza. El vicepresidente, Luis de Guindos, y otros miembros del Consejo también se pronuncian con frecuencia a favor de esas operaciones. Los planes del BCE, y ahora los específicos de Orcel, han chocado y chocan con los intereses nacionales y, sobre todo, con los gobiernos de turno.

El Gobierno del canciller Olaf Scholz, por ejemplo, en seguida ha planteado reticencias a un proyecto que, a pesar de todo, lo más probable es que entre en vía muerta. Al menos durante un tiempo. El nacionalismo financiero gana por ahora y ningún Gobierno parece dispuesto a que un banco de otro país se haga con el control de otro que esté bajo su órbita nacional. Y es que la Unión Bancaria que defiende el BCE y, con menos entusiasmo, la Comisión Europea que preside Ursula von der Leyen, no será sencilla, aunque a medio largo/plazo parece inevitable.

Andrea Orcel, encaja las dificultades, pero no llora y se aferra a una palabra árabe que repite a menudo: «maktub». Significa que las cosas son como son y que no hay otra manera de hacerlas.

Orcel, nacido en Roma en 1963, se ha ganado la fama de ser todo un personaje en la banca europea, admirado y temido y muy ambicioso. Trabajo dos decenios en Merrill Lynch y fue consejero delegado del banco suizo UBS. Salió de allí para el ser el teórico número dos del Banco Santander, al lado de Ana Botín, un fichaje que no llegó a materializarse y que acabó en los tribunales. La historia no está escrita, pero la presidenta del Santander fue advertida de que Orcel no se contentaría con ser el segundo, sino que intentaría asumir todos los poderes ejecutivos.

La entidad española deshizo la operación, pero el italiano acudió a la Justicia y obtuvo una compensación –indemnización- más que jugosa. Luego, recaló, ya como máximo responsable en UniCrédit, un banco con problemas, al que Orcel le ha dado la vuelta, no sin utilizar medidas duras que incluían la reducción de 12.000 empleados y casi 500 oficinas.

El resultado es que han vuelto los beneficios y que el precio de las acciones se ha multiplicado por cuatro. El banquero italiano nunca se ha ido por las ramas. Tiene un trato difícil, sobre todo con sus equipos y quienes le conocen saben que «estás con él o contra él». El intento de controlar Commerzbank responde a las necesidades de negocio en tiempos de bajadas de tipos de interés. UniCredit necesita más volumen para mantener resultados y el banco alemán es muy poco eficiente, lo que ofrece un gran margen de mejoría. Todo parecía encarrilado, hasta que el Gobierno alemán, débil por otra parte, cree que esa operación perjudicaría su imagen. Orcel ha encajado el primer golpe, pero no soltará la presa y esperará.

En la recámara, aunque no es lo mismo, cuentan que tiene la opción del Sabadell si fracasa la OPA del BBVA de Carlos Torres. Ahora parece finanzas-ficción, pero cosas más extrañas se han visto, y el italiano y Josep Oliú, presidente del Sabadell, tienen buenas relaciones. Y Orcel, que no llora, aunque transalpino, prefiere el rock a la ópera, conozca o no al rockero Iniesta.