Martorell
«Cuando Seat estornuda, España entera se constipa»
Aunque Alemania se ha erigido en guardián de las esencias europeas, su expediente, sin embargo, no es del todo inmaculado. Si hace diez años era Siemens quien copaba las portadas con un escándalo de sobornos, su testigo lo recogía Deutsche Bank este año. La entidad tuvo que pagar más de 2.300 millones por la manipulación del Libor. Ahora le ha tocado el turno a una de las joyas de su industria. Volkswagen se ha visto obligada a admitir el engaño a las autoridades de EE UU al instalar un software para trucar las emisiones de gases tóxicos.
Por ahora, el escándalo se ha saldado con la dimisión del presidente, Martin Winterkorn, auque las derivadas y las multas multimillonarias están por definir. Tratándose de una empresa con más de 600.000 empleados ya hay quien teme que pagarán los platos los mismos de siempre. En esta tesitura se encuentra Seat. Los trabajadores han tenido que hacer frente a durísimos planes de ajuste y, cuando apenas comenzaban a sacar la cabeza, la noticia ha supuesto un mazazo. Al fin y al cabo, Seat se ha visto salpicada. De los once millones de motores trucados, 700.000, un 6%, pasaron por Martorell (Barcelona) sin que nadie sospechara nada. Al menos, no los trabajadores. Y todo, dos semanas después de que Volkswagen anunciase una inversión de más de 3.300 millones en la planta para los próximos años. El motor en cuestión, EA 189, ya no se coloca, pero fue habitual entre los diésel a partir de 2009.
Es la una en Martorell y toca cambio de turno. Más de 2.000 personas entran y salen. El tema estrella de los corrillos es, cómo no, Volkswagen. Antonio, un veterano con más de 20 años en Seat, explica a sus compañeros que Audi denunciará a Volkswagen. «Ya, pero es Audi. A ver quién tiene narices aquí a meterse con la empresa madre», dice un compañero. «La sensación que tenemos es de que faltan culpables. Sólo uno no se lo cree nadie», añade otro. La firma, comentan, prefiere pasar de puntillas y apenas ha emitido algún comunicado interno para tranquilizar.
Héctor, otro trabajador, reconoce que él montó alguno de los motores trucados. «Pero no teníamos ni idea. Venían de Alemania, Polonia o Hungría revisados y certificados por la propia Volkswagen. Aquí sólo los montábamos», explica.
El presidente del comité de empresa, Matías Carnero, es el primero en admitir la inquietud: «Nos estamos jugando miles de empleos. Los alemanes son solidarios, sí, pero lo son con ellos mismos primero. Si esto afecta al trabajo, se lo van a quedar ellos». «Estamos a punto de firmar el convenio y esto es lo que nos faltaba. Nos pedirán más flexibilidad, pero eso es imposible, así que seguro que nos van a tocar el sueldo», explica Ricard.
Y es que aún resuena en el imaginario aquella frase acuñada en los sesenta: «Cuando Seat estornuda, España entera se constipa».
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