Grecia
Varufakis promete dimitir si gana el «sí» en el referéndum del domingo
Diputados de uno de los socios del Gobierno griego critican a Tsipras y dicen sentirse engañados
El primero que dimitirá si gana el «sí» en el referéndum del próximo domingo en Grecia será su ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, tal y como reconoció ayer en una entrevista en la que también fue explícito a la hora de rechazar la propuesta de los acreedores: «Me cortaría el brazo antes que firmar un acuerdo sin reestructuración de la deuda», prácticamente la única línea roja que mantiene Atenas. El segundo en abandonar su cargo en caso de una victoria del «sí» podría ser el primer ministro, Alexis Tsipras, como ha insinuado en sus últimos discursos.
El «premier» heleno secundó a su colega para defender que «el acuerdo sólo será viable con un alivio de la deuda» y sugirió que el referéndum forma parte de la estrategia política para presionar a los acreedores. «Tras la convocatoria, el Fondo Monetario Internacional publicó un informe que preveía un 30% de quita de la deuda y un periodo de gracia para el pago», afirmó en su enésima entrevista televisada esta semana. Tsipras ha apoyado la «teoría del juego político» –hacer ver que estás loco ante tu adversario– de Varufakis a pesar de las reticencias incluso en el seno del Gobierno.
Apuesta final
El viceprimer ministro, Yanis Dragasakis, se mostró en desacuerdo –de puertas para dentro– con la manera de negociar del titular de Finanzas después del fracaso del Eurogrupo del 24 de abril en Riga. «Algunos habrían preferido hacer las cosas de otro modo», señaló un miembro del Ejecutivo heleno a la veterana corresponsal del diario «The Guardian». Por mucho que ahora el mediático ministro haya intentado ponerse como cabeza de turco ante el resultado de la votación, ya es demasiado tarde para el Ejecutivo izquierdista, que ha jugado su última carta a un «todo o nada» con la convocatoria de ese referéndum.
Las primeras fisuras del Gobierno griego se hicieron notar ayer por parte del socio menor de coalición, los ultra-nacionalistas de Griegos Independientes (Anel). Tres de sus diputados se distanciaron de la consulta por sentirse engañados, según informó el rotativo heleno «Kathimerini». «Cuando voté a favor del referéndum, me aseguraron que no habría un control de capitales», apuntó la parlamentaria Vassilis Kokkalis, añadiendo que Tsipras no obtuvo el mandato popular para cerrar los bancos. Otro de los miembros de Anel urgió a los griegos a votar «sí» para permanecer en la eurozona.
Una de las condiciones de Anel para formar Gobierno con Syriza fue mantener el presupuesto de Defensa. Precisamente, el líder del partido, Panos Kamenos, es el ministro de Defensa, un político con obsesión manifiesta por proteger las fronteras. Ése puede ser uno de los motivos, entre otros, que empujaron a Tsipras ayer a rechazar nuevos recortes en gasto militar. «Ni yo, personalmente, ni tampoco el ministro de Defensa, vamos a aceptar recortes –en Defensa–, reducciones que están diseñadas a crear nuevas desigualdades dentro de la sociedad, y en particular no aceptaremos reducciones de las retribuciones del personal de las Fuerzas Armadas», dijo en una comparecencia junto a Kamenos.
Las instituciones exigen que Grecia ahorre 400 millones de euros a partir de 2016, mientras que, en principio, el Gobierno de Tsipras ofrecía 200 millones, aunque aumentar esa cantidad podría haber sido una de las concesiones de última hora. El país heleno era el segundo estado miembro de la OTAN que más gastaba en Defensa –un 3,1% del PIB–, sólo por detrás de EEUU. Aunque esa partida se ha reducido hasta el 2,1%, Grecia sigue siendo uno de los países europeos con mayor gasto militar per cápita. Ante esas cifras, el primer ministro trató de justificar la decisión afirmando que no se deben tocar aspectos que afectan a la «esencia de nuestra soberanía nacional (...) a pesar del hecho de que estamos en una dificultad económica sin precedentes».
La oposición atacó al Gobierno por esa y otras contradicciones. «Tsipras está mintiendo cuando dice que los bancos abrirán pronto», aseguró el líder de To Potami, el liberal Stavros Theodorakis. Asimismo, el primer ministro aseguró ayer que «el acuerdo llegará 48 horas después del referéndum» y reconoció que las colas en los cajeros son «una vergüenza para Grecia y Europea».
Estrategia del terror
Más allá fueron las críticas del ex-primer ministro, el conservador Antonis Samarás, quien insistió en la idea de que un «no» en el referéndum conllevará la salida de Grecia del euro. «¿Adónde iremos si no hay acuerdo?: Zimbabue o Argentina», afirmó el jefe de Nueva Democracia. El portavoz del Gobierno respondió considerando esas afirmaciones una «estrategia del terror» para ganar votos al «sí».
Ese cruce de declaraciones –argumentos incluidos– han marcado la tónica general de una campaña a contra reloj que hoy alcanzará su punto álgido en dos protestas convocadas en el centro de Atenas para esta tarde: una en favor del «no» y otra del «sí», una escenificación de la polarización de la sociedad helena en esta semana. La última encuesta de GPO –filtrada a la prensa sin permiso– recoge un 47% de apoyo al «sí» por un 43% al «no». Aunque Varufakis considera que basta con un 51% –mayoría, según él– de votos en contra de la propuesta de los acreedores, Tsipras pidió un porcentaje de apoyo mayor para obtener rédito político frente a los socios –y los griegos–.
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