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Andalucía

Yo trabajo en la terraza

Espacio de Coworking
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No es fácil imaginar una oficina en el patio de luces de un edificio en pleno barrio de Salamanca. Un espacio abierto en el que se puede trabajar con la misma comodidad que en una oficina clásica, pero con luz natural y al aire libre. El portero, acostumbrado, no pregunta. Al fondo, a la izquierda se encuentra la terraza que Gonzalo Navarro y Carlos Llerena decidieron "ocupar"para añadir un atractivo más a su empresa, un espacio de coworking llamado The Shed Co, situado en la calle Hermosilla 48.

Se inspiraron en la cadena de cafés rusa Tsiferblat, en la que el precio depende del tiempo que se pase en el establecimiento y no de las consumiciones. "La idea era promocionar el coworking, hacerlo al aire libre ahora en verano, pero con todas las comodidades que tendrías en una oficina: wifi, escáner impresoras... y conjugándolo con el entorno de cooperación que ya se le supone al coworking", cuenta Carlos. "Sales de casa y vas a una oficina pero con el valor añadido de estar al aire libre en verano. Haces que la actividad laboral sea más gratificante", añade Gonzalo.

El coworking permite a los profesionales compartir un mismo espacio de trabajo, poner ideas en común, colaborar y ahora tomarse un café y unas pastas al precio de 2,50 la hora. Una idea que decidieron llamar "Office and Coffee"y que ha permitido a algunos de sus clientes mantener el ritmo de trabajo sin caer en la pereza que acompaña al verano. "La mayoría de gente que está en la oficina arriba y que en esta época estival siempre baja un poquito la actividad normal sí suele bajar a la terraza. Es mucho más distendido y más tranquilo", afirma Carlos.

La idea funciona entre los clientes habituales del espacio de coworking, pero cuesta más atraer a clientes específicos. "Generalmente han venido, han estado una o dos horas y luego han ido arriba, que era un poco el objetivo, también. Se trata de que la gente que venga se pueda quedar", explica Carlos. Y Gonzalo apunta: "Fíjate, que ya nos han pedido hasta hacer reuniones aquí abajo". Un lugar mucho más cómodo que los habituales para hablar de lo que se tiene que hablar sin distracciones. "Estamos hartos de ver que la gente dice: 'Me voy a reunir con un inversor en un Vips para explicarle y tomamos un café'. ¿Cómo? Si vas a hablar con un inversor, vas a tratar temas de trabajo, necesitas un espacio. ¿Que quieres un café? Yo te lo pongo. Aquí no te van a venir unas personas de 18 años, que tienen todo su derecho a estar tomándose una cervecita o un café y estar montando un poco de jaleo. Es lógico. Un establecimiento de hostelería es un establecimiento de distracción, no es una biblioteca, no es un establecimiento de trabajo", añade.

El entorno es más tranquilo y la convivencia con los vecinos, perfecta. "Son espacios muertos, que no se utilizan para nada y en lugar de ser una especie de trastero al aire libre, le sacamos un partido para que haya vida, para que esté cuidado. Cuesta ponerte a adaptarlo para que sea un espacio de trabajo, pero al final lo consigues gastando un poquito aquí, un poquito allá, buscando gente, porque todo esto lo hemos hecho con la colaboración de todos", afirma Gonzalo. "Los cuadros nos los prestan las pintoras que pintan arriba en el estudio. En general, el espacio es un poco trozos de cada persona que está aquí dentro", añade Carlos. Y los vecinos, aparte de las pintoras del estudio y de la academia de mecanografía, encantados. Algunos les ofrecen sillas, mobiliario, que siempre viene bien. Y otros se interesan por el arte. "Es curioso porque cuando vieron los cuadros, bajaron del Segundo diciendo que querían comprar dos. No hay quejas ni es un espacio que les moleste. Al contrario, es un espacio que les sorprende", cuenta Gonzalo.

"Este tipo de patios o terrazas se están explotando sobre todo en Andalucía se explotan mucho y aquí en Madrid no es muy común. Es una cosa completamente inusual. En esta zona concretamente, en el barrio de Salamanca es como muy surrealista el asunto", explica Carlos. Pero el entorno se aprovecha y los "clientes"disfrutan de la sensación del trabajo al aire libre. "Ya no tienes que estar en una sala aporreando el teclado. Aquí se está muchísimo mejor. Más a gusto. Además, la gente está en un ambiente más distendido que arriba. Dentro, la gente habla en voz baja. Aquí estás trabajando sin tener la sensación de que estás trabajando. Se disfruta mucho más", cuenta Eduardo, un escritor novel. "Aquí también estás cerrado, pero el tener la luz solar es importante. El tiempo se te pasa incluso más rápido", afirma Ángeles.

Y así, el proyecto que iba a ser una prueba de dos semanas permanecerá abierto "hasta que el tiempo lo permita". Y cuando el sol desaparezca, siempre estarán Carlos y Gonzalo en el Primero derecha.