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«Hay que reconocer el trabajo bien hecho y no sentir envidia o celos»

José Manuel Muriel destaca, en su libro «Creando al directivo ideal», que con una formación adecuada, cualquiera puede serlo

La motivación, otra característica del directivo ideal/ dreamstime
La motivación, otra característica del directivo ideal/ dreamstimelarazon

Liderazgo, gestión del cambio, motivación, comunicación, etc. El directivo ideal no nace, se hace, y cualquier persona podría llegar a serlo con una formación adecuada, que naturalmente debería comenzar en la época de estudiante. Son algunas de las conclusiones que destaca José Manuel Muriel en su libro «Creando al directivo ideal». El autor conoce de primera mano las características que debe reunir el buen líder, pues acumula una dilatada trayectoria como directivo de grandes empresas nacionales y multinacionales. A lo largo de su obra, menciona casos prácticos de liderazgo que vivió en situaciones de crisis en diversas empresas. «Existen mútiples definiciones de esta palabra, pero posiblemente una de las más acertadas, en mi opinión, es aquella que lo describe como una combinación de influencia y poder. Es decir, líder puede ser una persona sin autoridad, pero con capacidad de influencia y poder sobre un colectivo. Por consiguiente, una persona con autoridad puede no ser un líder».

Muriel no ofrece ninguna fórmula milagrosa que garantice el éxito; sabe que no existen. Pero dice también que «el cerebro humano está sobradamente preparado para adaptarse a los hábitos de comportamiento y conducta necesario para ser una directivo ideal, si realmente tienes interés por alcanzarlo y estás dispuesto a trabajar para ello».

Otra de las características clave que debe tener un directivo ideal es la capacidad de gestionar el cambio. Puede ser la más importante y también la más difícil de ejercer, dice el autor. «Los cambios no se detectan hasta que no se han producido y, entonces, el tiempo para adaptarse es muy corto para las medidas que se deben tomar. Por lo tanto, lo ideal sería disponer de un sistema para prevenir los cambios y que nos ayudase a decidir el momento para iniciar las medidas que permitan adaptarse, sería una ayuda eficaz y evitaría muchas situaciones de riesgo en las empresas. Solo aquelllos que tengan las claves para anticipar el cambio e inicien con suficiente antelación la adaptación, serán uno de los triunfadores en esta guerra que es el mundo empresarial de la sociedad contemporánea». ¡Cuántas empresas han desaperacido por no saber adaptarse al cambio! En este capítulo del libro, Muriel cita varios ejemplos, como el de Kodak, líder indiscutible en la fotografía, los carretes, los elementos de revelado, etc. hasta que apareció la fotografía digital y entró en quiebra. «No supo anticiparse y tomar medidas. Y ello a pesar de que estamos hablando de una de las grandes empresas de su época, líder del mercado, cotizada en bolsa y con todo a favor para haber liderado esa transformación y, sin embargo, fue la primera de sus víctimas». Lo mismo ha ocurrido con el sector de la telefonía y la irrupción de los «smartphones» o con las marcas blancas en el sector de la alimentación. «Por lo tanto, los cambios se producen y se van a seguir produciendo en el futuro, y de la capacidad para adaptarse a ellos es lo que hace que solo las empresas que los ven venir y toman medidas para adaptarse sobreviven, mientras el resto desparece».

Para pilotar el cambio hay que saber elegir a los colaboradores adecuados. «Deben ser personas que odien la rutina y que prescindan de la comodidad por el placer del reto. Y dirigiendo el área del cambio es preciso designar un profesional que sobre todo sepa de personas. Que puede influir en la organización, mantener la calma, que sea un luchador y que no pierda de vista que está buscando la rentabilidad».

La serenidad es, según Muriel, otra de las características del directivo ideal. «No recuerdo el número de ocasiones en que tuvimos encima de la mesa la amenaza de un conflicto laboral. El secreto fue no perder la serenidad, dejar una rendija abierta en cada ruptura y volver a retomar la negociación. El polo opuesto es el de aquellos ejecutivos incapaces de soportar la presión y que salen literalmente huyendo ante el menor atisbo de riesgo».

La falta de coherencia

Por otro lado probablemente lo que más desmoralice a una plantilla es que los mensajes procedentes de la alta dirección no se muestren reflejados en el modo de actuación de ésta. Predicar con el ejemplo es pues otra de las características del buen líder. «No se puede hablar de austeridad en el gasto si el directivo no muestra ninguna preocupación por el que él mismo origina a la empresa. No se puede hablar de dedicación si el directivo es el último en entrar y el primero en salir. No se puede hablar de discreción si el directivo es quien dirige “radio Macuto”. Lanzar un mensaje sin estar dispuesto a practicarlo es la llave más segura para abrir la puerta al fracaso»,. Otra cualidad igualmente imprescindible para el directivo ideal es la motivación, y es algo absolutamente necesario para obtener buenos resultados. «Ningún ser humano, por muy inteligente que sea, por muy trabajador que resulte, puede competir con un equipo, si este trabaja motivado. Hay que tener la humildad para saber reconocer lo que se ha hecho bien y no sentir celos o envidia (nuestros dos mayores enemigos en el ámbito laboral», advierte Muriel.

«Liderazgo mediocre»

En su libro «Creando al directivo ideal», José Manuel Muriel ofrece consejos prácticos para ejecutivos como para emprendedores con el fin de que ejerzan un buen liderazgo. «Sin lugar a dudas el directivo ideal se construye», dice Muriel. La gestión del cambio es, en su opinión, la característica más díficil de desarrollar por el directivo ideal. Aconseja huir de la ambición y rodearse de los mejores. «El líder mediocre se rodea siempre de medioces», concluye en este sentido. Señala que existe un sinfín de aptitudes y actitudes que nos pueden ayudar a esta construcción, y para ello es necesaria una nueva formación teórica y, sobre todo, mucha experiencia práctica y un deseo siempre insatisfecho por aprender. «Es necesario vivir con la sensación de que nunca llegarás a aprender todo lo que necesitas. Cada día en tu trabajo es como asistir a una nueva clase magistral. Siempre tienes que estar atento para aprender todo lo que te rodea y no pierdas la humildad necesaria para proseguir con tu aprendizaje».