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Juncker aviva el debate sobre la politización de la Comisión Europea

La llegada del conservador luxemburgués Jean-Claude Juncker, un experimentado conocedor de los entresijos europeos, al frente de la Comisión Europea ha avivado el debate en torno al futuro del Ejecutivo comunitario y la necesidad, o el peligro, de avanzar hacia su politización.

Los analistas coinciden en que el hecho de que los países hayan respaldado al candidato más votado en las elecciones europeas como presidente de la Comisión Europea supone un cambio en este sentido, pero no existe consenso sobre cómo afectará a la dinámica europea.

"Podría expresarse en la adopción de políticas concretas más de izquierda o de derechas, o en un compromiso más explícito con la integración europea", dijo a Efe Pawel Swidlicki, analista de Open Europe.

También podría suponer un mayor control de los gobiernos y el Parlamento Europeo -y, de manera indirecta, los ciudadanos- sobre el colegio de comisarios, añade el investigador del Real Instituto Elcano, Andrés Ortega, lo que podría ayudar a superar el déficit democrático tradicionalmente asociado a la política europea.

Y un presidente comunitario, elegido en función de los votos y con un verdadero programa político "podría tener un efecto positivo en términos de responsabilidad política y mejorar la participación de los ciudadanos en la vida política de la UE", según Sonia Piedrafita, del Centro Europeo de Estudios Políticos (CEPS).

Sin embargo, la politización también puede ser un caramelo envenenado para una institución conocida como la "guardiana de los tratados", dado que pondría en riesgo la neutralidad que la convierte en un referente europeo.

"Podría afectar el papel de la Comisión como representante del interés general y garante de los tratados", advirtió Piedrafita.

"La Comisión históricamente ha tenido que preservar su autonomía y su independencia de los poderes políticos (el Consejo y el Parlamento) en Europa. La politización significaría una pérdida de autonomía", coincidió Ortega.

En cualquier caso, buena parte del viraje de la nueva Comisión dependerá del carácter que le imprima su nuevo presidente.

"Cuando estamos ante un artefacto político en construcción, las personas afectan mucho al devenir de los cargos institucionales. La personalidad de Juncker puede ser determinante si decide tomar un rol más político", subrayó por su parte el investigador de la Universidad Libre de Bruselas Pablo Simón.

Juncker ha demostrado tener cintura política tanto durante sus 18 años dirigiendo el Gran Ducado, como al frente del Eurogrupo, donde su humor mordaz y su afición por el tabaco solo lograron agrandar su leyenda de forjador de difíciles consensos.

Este ave fénix de la política, capaz de renacer del escándalo de escuchas ilegales que le obligó a dimitir como primer ministro de Luxemburgo para auparse a lo más alto de las políticas comunitarias, ha despertado también las expectativas de los defensores de una mayor integración europea.

Swidlicki señala que el hecho de que Juncker deba su puesto al Parlamento Europeo puede llevarle "a sentir que debe ser receptivo"a las peticiones de la Eurocámara, aunque recalca que los Veintiocho y en especial la canciller alemana, Angela Merkel, aprobaron su nombramiento "entendiendo que le podrían manejar".

Juncker, que cita al padre de la construcción europea Jacques Delors como un "maestro", es un europeísta convencido, pero tampoco dudó en bloquear durante años los avances hacia un mayor intercambio de información bancaria entre los socios europeos, al entender que amenazaba al tradicional secreto bancario luxemburgués.

Por el momento, el luxemburgués mantiene ya su primer pulso con los países de cara a la composición de su colegio de comisarios, el órgano decisorio del Ejecutivo, en el que están representados todos los Estados miembros.

Deberá resolver el reparto de carteras, un delicado juego de poder en el que cuentan cuestiones como el peso económico de los países, los equilibrios geográficos, la idoneidad de los candidatos y el género, cuestión esta última que supone "un verdadero problema"para Juncker, según reconoció a Efe un colaborador suyo, dado que solo tres países han presentado mujeres como candidatas.