Rosa Carvajal
La actitud, llave para encontrar un trabajo
Las empresas empiezan a valorar cada vez más la actitud en la selección de los empleados. Es un componente esencial para hacer progresar el negocio y los reclutadores la tienen muy en cuenta. Es la forma de encarar los problemas y las adversidades. Es sinónimo de superación, el afán de aprender, sentirse útil con lo que uno hace. Es iniciativa y motivación.
Federico Gan en su libro «101 habilidades emocionales para vivir y trabajar mejor» escribe: «Lamentablemente desde la niñez a la edad adulta, pasando por la adolescencia y la juventud, sin ser muy conscientes de su importancia, vamos modelando nuestras actitudes. Sin embargo, en nuestra vida diaria atendemos mucho más a las aptitudes, las habilidades, las capacidades, pensando que serán éstas las decisivas. Y a corto plazo es muy probable que así sea. Pero a medio y largo plazo, las que van a resultar fundamentales en nuestra relación con los demás, y con nosotros mismos serán las actitudes. El control de las propias actitudes, y el desarrollo de las positivas y la mejora de las negativas, debe ser objeto de atención». Este autor lo que viene a decir es que elegir a las personas solo por sus aptitudes, o por sus méritos no garantiza el éxito de un proceso de selección.
Carlos Recarte es socio director de Recarte&Fontenla y explica que la actitud es un «componente esencial en el trabajo. De hecho es lo que marca la diferencia en el desempeño». Menciona la actitud del jefe como eje fundamental para que la empresa llegue a buen puerto. «Un líder de empresa ha de ser capaz de inspirar a su equipo, de estimular la generación de ideas innovadoras, de tomar decisiones audaces y de resolver conflictos. Todo ello no se consigue sin una actitud positiva y proactiva y con una gran motivación», añade Recarte. Luis era feliz en su trabajo, responsable, trabajador, cumplidor, en definitiva tenía un buen comportamiento. Rendía a todo gas hasta que se vio sometido a críticas constantes de su jefe. «Me afectó enterarme de que hablaba mal de mí a otros compañeros y empecé a perder interés por mi trabajo», explica Luis. Ante situaciones de este tipo, Recarte responde que, «aunque la actitud es intrínseca a cada individuo y la acompaña allá donde va, su manifestación en el entorno de trabajo está muy influenciada tanto por el tipo de jefe como por el grupo en general, así como por el propio contexto». En este sentido, añade que «el jefe nocivo, de forma consciente o inconsciente, tendrá un gran impacto en el comportamiento y desempeño laboral, normalmente es un elemento que resta. Es siempre más instructivo y tiene mayores garantías de éxito, el estar acompañado de un jefe inspirador que sepa sacar partido de sus colaboradores y llevarles a su máximo rendimiento, así como a sus mayores cotas de realización. Del mismo modo, un entorno con compañeros comprometidos, motivados y proactivos será normalmente un caldo de cultivo para sacar partido de cada individuo, con independencia de la situación de la empresa o del momento económico que les haya tocado vivir», añade Carlos Recarte.
¿Qué tipo de actitudes existen? «La actitud es como la mirada. Según miras, así ves; según la actitud que elijas así sientes y procesas», explica Paco Muro, presidente ejecutivo de Otto Walter. Menciona algunas actitudes de trabajadores muy comunes en las empresas:
Los «Es que»: Haga lo que haga todo es un «es que». «Es que es muy difícil, es que no sé, es que no me dan la información, es que, es que, etc.».
Los «Voy a»: Gente de acción, son lo contrario. Ante cada reto su mirada, su mente y su corazón se enfoca a: «voy a hacer esto, voy a preguntar esto, voy a aprender esto, etc».
Los «tranquilos»: Nada les altera, nada les remueve y si hay conflicto se retiran para evitarlo. Capaces de conformarse con lo que haya, hasta límites incorrectos, pero es la manera con la que han elegido estar. Fáciles de dirigir, rara vez se motivan, rara vez se vienen abajo. No son gente para cambiar las cosas, ni para impulsarlas, pero colaborarán hacia donde se les marque incluso aunque vean que no es lo que habría que hacer.
Los «criticones»: Todo se critica, a todos se critica, menos a ellos mismos. Se hacen expertos en encontrar el defecto ajeno por ínfimo que sea y esa misma capacidad les desarrolla una enorme ceguera para ver lo bueno que hacen los demás.
Los «yo»: Egoístas hasta el extremo de que todo lo ven para su beneficio, pero no lo hacen de mala fe, creen que es lo normal.
Potenciar las actitudes positivas de los empleados es un gran reto que requiere de empresas con alma, humanas, que se preocupen por la existencia de un buen ambiente laboral. «Están las empresas sin alma, no les importa la manera de vivir en ellas mientras den beneficios, y no dudan en ser desleales al equipo si con eso se gana un euro más. Prefieren a tiranos resultadistas de corto plazo y no miran la calidad humana», concluye Muro.
Hoy en día las compañías ya no solo contratan a los más capacitados o más destacados en sus trabajos, sino que incorporan a aquellos candidatos cuyos valores, ética y estilo de trabajo se encuentren alineados con los de la empresa. «Es decir, se está contratando más a las personas por los valores que tienen y no tanto por la formación o la experiencia, ya que los valores permanecen y dan cohesión a la empresa y la capacidad técnica se puede adquirir o enseñar», explica Álvaro Ceballos, «manager» Andalucía & Extremadura de Randstad Professionals. Consecuencia de ello, añade Ceballos, «los departamentos de Recursos Humanos están adaptando sus procesos de selección de personal a este nuevo escenario, ya que las empresas que incorporen a un candidato que se alinee con los valores, la actitud y la cultura de la organización, estará contribuyendo a crear una empresa feliz».
El papel del jefe en la actitud de los empleados debe ser crear una comunicación clara y horizontal que fomente el trabajo colaborativo y no la rivalidad innecesaria, además de tratar de escoger a personas seguras para los puestos, concluye Ceballos.
La actitud en los directivos
La actitud es un componente esencial en el trabajo. De hecho es lo que marca la diferencia en el desempeño. Según el cazatalentos Carlos Recarte, las actitudes que se valoran en los directivos son las siguientes:
1. Flexibilidad para adaptarse a las distintas circunstancias que rodean el trabajo.
2. Capacidad de superación. Permite sortear las dificultades, aplicando la innovación.
3. Optimismo: Implica una actitud positiva que resulta clave a la hora de relacionarse con los demás. Favorece la cohesión y el clima laboral, además de ser contagioso.
4. Iniciativa: La capacidad de la persona para proponer, implementar mejoras o idear nuevos proyectos.
5. Motivación: Son las ganas de emprender continuamente. Esta ilusión será el cauce para dar lo mejor de sí mismo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar