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«La madurez digital de las compañías hará crecer de verdad la economía»

La revolución digital ha provocado que las empresas incluyan nueva tecnología en sus sistemas de trabajo. Pero los cambios no se detienen en las herramientas, también se dirigen a los clientes, a los empleados y a la forma de entender el negocio.

En el debate participaron, de izquierda a derecha, Eugenio Yurrita, Marisa Sáenz, Óscar Herencia y Agustín Delgado
En el debate participaron, de izquierda a derecha, Eugenio Yurrita, Marisa Sáenz, Óscar Herencia y Agustín Delgadolarazon

La revolución digital ha provocado que las empresas incluyan nueva tecnología en sus sistemas de trabajo. Pero los cambios no se detienen en las herramientas, también se dirigen a los clientes, a los empleados y a la forma de entender el negocio.

No quedan dudas de que vivimos en una cuarta revolución, la digital. Está cambiando nuestra forma de comunicarnos, de comerciar, de realizar gestiones, de trabajar... y parece que es sólo el principio. Más pronto que tarde, la robotización y la inteligencia artificial serán una realidad extendida que harán más eficientes y productivas a las empresas. Las que no se adapten a esta rápida transformación, difícilmente serán competitivas en el nuevo contexto. Para conocer cómo se enfrentan las compañías a este reto y qué procesos deben acometer, LA RAZÓN convocó el debate «Innovación y digitalización en la empresa», en el que participaron Eugenio Yurrita, consejero delegado de BBVA Seguros; Marisa Sáenz, managing director Toyota Insurance management y de AIOI Nissay Dowa Insurance Company of Europe; Agustín Delgado, director de Innovación, Sostenibilidad y Calidad del Grupo Iberdrola, y Óscar Herencia, director general de Metlife Iberia.

Este último fue el encargado de estrenar el debate comentando la situación de España en cuanto a digitalización. Herencia aseguró que nuestro país «está bien posicionado», en el puesto 11 en Europa, teniendo por delante a Dinamarca, Suecia, Alemania... Y aunque todavía nos encontremos en una etapa inicial de la digitalización, reconoce que en el futuro «la madurez digital de las empresas hará crecer de verdad la economía», con previsiones de alcanzar una contribución de 120.000 millones de euros al Producto Interior Bruto en 2050.

Para que esas cifras halagüeñas se logren, es necesario que las compañías evolucionen en distintos aspectos. El más obvio, el de la tecnología y las infraestructuras. Según Agustín Delgado, al menos en el sector de la electricidad, vital para el tejido empresarial, avanzan adecuadamente. Pero admite que las herramientas por sí solas no hacen nada, que para tener éxito en el mundo digital lo fundamental es elaborar «un modelo de negocio» que aproveche las posibilidades de la tecnología.

No muy lejos apuntaba Sáenz. Ella cree que la digitalización requiere, sobre todo, de una revolución en la mentalidad: «Es un tema de transformación cultural que deben experimentar las empresas, viviendo siempre del líder. En este sentido, España es pionera en el sector seguros por casos como los de las «Insurtech», que pueden proporcionar el servicio a los clientes de una manera más rápida».

Nuevo consumo

También se señaló hacia el cambio en los comportamientos de los consumidores. Las nuevas vías de comunicación con las que pueden contactar con una empresas, les han empoderado. Sus exigencias no son las de antes y se renuevan mucho más rápido. Para Yurrita, «hay que adaptarse a cómo evolucionan los clientes, a sus actos y sus demandas. A veces, ellos van por delante, por eso quienes han triunfado han anticipado cosas que ya estaban ahí latentes».

Se pueden poner numerosos ejemplos de empresas se han disparado a través de lo que se llama «economía digital». Amazon, Uber, Airbnb... Sin embargo, las compañías conocidas por aprovechar la digitalización son grandes. En segundo plano están las pymes, que deben hacer frente al mismo reto con muchos menos recursos. Difícilmente podrán realizar todos los gastos necesarios para ponerse al día, y ese es sólo uno de los motivos por los que «el 97% de ellas no tienen como prioridad» llevar a cabo la transformación, según leyó Sáenz en un reciente informe.

Algunas, inevitablemente, se quedarán por el camino. De hecho, se cree que, por eso, en un futuro no muy lejano existirán menos pymes. En España, este colectivo de empresas cuenta con un problema añadido, su escasa capacidad. «Son compañías demasiado pequeñas,y eso les incorpora más limitaciones», comentó Yurrita. Y Herencia añadió que «a las pymes les va a costar más digitalizarse porque una de las claves en el proceso es la inversión, y eso les va a faltar».

Personas

La financiación ayuda, sobre todo, a acceder a la tecnología. Pero hay otros aspectos que atender. Donde realmente se enfoca la revolución digital es en las personas, en los clientes y en los trabajadores. Óscar Herencia sostuvo que «las empresas han pasado de hablar de productos y servicios a hablar de gente», y añadió que en el sector asegurador ahora la prioridad no es el negocio, sino «acompañar y proteger a las personas en los momentos importantes de su vida, y para lograrlo cuentas con la tecnología».

Por su parte, Yurrita manifestó que «crear oportunidades para que la gente mejore sus vidas» supone un «propósito maravilloso» para llevar a cabo la digitalización. Y subrayó que se trata del verdadero impulso de la innovación. Aunque en ciertas ocasiones hay retincencias fuertes al cambio, como explicó Agustín Delgado. Así ocurrió cuando Iberdrola sacó tarifas en las que se cobraba según tiempo de uso, gracias a las que «el cliente ahorraba y la empresa dejaba de ganar ese dinero». La iniciativa encontró resistencia pero finalmente estuvieron convencidos y Óscar Herencia se mostró de acuerdo porque «la digitalización requiere tomar decisiones muy difíciles, en este caso tener menos dinero ahora pero disfrutar de más fidelidad del cliente».

Si los clientes son importantes, más los empleados, los primeros embajadores de una empresa y quienes apliquen la digitalización en la misma. Los sistemas de trabajo están sufriendo una mutación relevante, han pasado a fomentar la colaboración y el contacto entre compañeros dedicados a diferentes áreas. Yurrita comentó que, por ejemplo, desde 2014 en BBVA desarrollan «equipos multidisciplinares que trabajan en un mismo proyecto».

Los distintos departamentos han pasado a compartir más espacio y tiempo, participan los unos de los otros y, con todo, se ha alzado la voz del conjunto de los empleados. Herencia explicó que «se están dando estructuras menos jerarquizadas, que forman parte de la manera de entender la vida de las nuevas generaciones», que ya se han metido de lleno en el mercado laboral.

De los «millenials», dicen que valoran la formación, un punto en el que las compañías deben incidir. La digitalización requiere conocimientos, quienes estén acostumbrados a trabajar de forma más «tradicional», deberán recibirlos a través de la empresa. Hay que ir desarrollando los puestos de trabajo que, en pocos años, serán bastante comunes, como los dedicados al Big Data o a la implantación de la IA. Poco a poco, irán apareciendo nuevas profesiones. Los estudios indican que bastantes de las que realizarán los actuales niños de Primaria aún no existen.

En Iberdrola, por ejemplo, cuentan con una universidad corporativa en la que estudian empleados de la compañía y otros alumnos que, previsiblemente, acaben trabajando para ellos. En este centro, resuelven las demandas que no encuentran en el sistema público, contó Delgado: «Las redes inteligentes no se enseñan en las universidades, pero nosotros hemos creado un máster sobre ello y muchos de los que acaban pasan a trabajar para Iberdrola».

Pero, precisamente, una de las grandes carencias de la digitalización en España se encuentra en la formación. Falta personal cualificado, y no lo habrá hasta que no se implanten los conocimientos correspondientes en los programas de estudio de la enseñanza superior. Esto requiere una intervención de las autoridades, a las que Yurrita les pide más flexibilidad en las regulaciones: «El peso de las misma frustra, en origen, bastantes proyectos de innovación. Los gobiernos deberían tenerlo en cuenta».