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La sucesión de Isidoro Álvarez, entre dos frentes

La firma se dará tiempo para elegir sucesor al no cotizar en bolsa. Dimas Gimeno y Manuel Pizarro, los favoritos

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La firma se dará tiempo para elegir sucesor al no cotizar en bolsa. Dimas Gimeno y Manuel Pizarro, los favoritos. Artículos de: Jaime García Legaz, Juan E. Iranzo, Ignacio Rodríguez Burgos, César Alierta, J.R.Pin Arboledas, Ignacio Galán, Juan Rosell, Alfonso Merry del Val, Marta Robles, Juanjo Oliva, Manuel Medina González, y Lluis Fernández

Con el fallecimiento de Isidoro Álvarez, la incógnita es ahora saber quién ocupará la silla al frente de El Corte Inglés. En esa sucesión, Dimas Gimeno, sobrino del hasta ahora presidente, se perfila como el sustituto natural. Aunque sólo tiene 40 años, es ya el número dos de la multinacional de grandes almacenes y todo parece indicar que en breve será el número uno. Gimeno fue nombrado consejero director general en agosto de 2013, aunque conoce perfectamente los entresijos de la empresa. A pesar de su vínculo familiar con la cúpula, empezó desde abajo. De hecho, durante sus años universitarios llegó a compaginar los estudios con un trabajo como vendedor en una de las tiendas.

Sin embargo, el camino de Gimeno hasta la presidencia del gigante de los grandes almacenes no está tan despejada como en principio pudiera parecer. La reciente irrupción de Manuel Pizarro en la compañía se vislumbra como el único escollo que podría impedir que Gimeno llegue a lo más alto del grupo. No obstante, el sobrino de Álvarez es el claro favorito en las quinielas para suceder a su tío y sería una sorpresa mayúscula que otro ocupase un cargo para el que parece predestinado.

En cualquier caso, ambos se perfilan como las figuras clave no sólo de la sucesión –el consejo se tomará su tiempo para decidir al no ser una empresa cotizada en bolsa–, sino del futuro de El Corte Inglés en esta nueva etapa que se abre tras un cuarto de siglo con el mismo hombre llevando las riendas de la empresa. Sea quien sea, el sustituto de Álvarez tendrá ante sí la tarea de consolidar el cambio de rumbo de los resultados del grupo, que por primera vez desde que comenzó la crisis, allá por 2008, mejora sus cifras de beneficio. Ahora, con la incipiente recuperación de la economía española pero con una competencia feroz, el nuevo presidente deberá marcar el camino a seguir: continuidad o ruptura.

En el caso de Dimas, se trata de un profesional que, pese a su juventud, parece sobradamente preparado para pilotar una nave de la envergadura de El Corte Inglés. Aunque hasta su nombramiento hace poco más de un año como número dos del grupo optó por mantener un perfil bajo, en un segundo plano, sus colaboradores aseguran que tiene mucho carácter y competencia. El «heredero» puede aportar a la compañía su visión internacional –tuvo un papel destacado en la expansión del grupo en Portugal– y sus ideas frescas y renovadoras. Buena prueba de su forma de hacer las cosas es el hecho de que, durante buena parte de su carrera por todos los niveles de los grandes almacenes, prácticamente nadie conocía su parentesco con el presidente. En cualquier caso, y aunque su paso a la presidencia podría ser un soplo de aire fresco para una empresa con más de un siglo de historia, tampoco es de esperar que lleve a cabo una revolución. No en vano ha caminado en los últimos tiempos de la mano de su tío. A su favor juega también el hecho de que El Corte Inglés sea una empresa familiar –Isidoro Álvarez cogió el testigo de su tío, Ramón Areces–, lo que convierte a Dimas Gimeno en el sustituto natural para encabezar nueva etapa.

La llegada de Pizarro –ex presidente de Endesa y número dos del Partido Popular en las elecciones generales de 2008– al grupo hace apenas dos semanas –como consejero adjunto a la presidencia– juega en su contra, pues su experiencia en El Corte Inglés es prácticamente inexistente. No obstante, y aunque no llegase a ocupar la presidencia, su papel podría ser clave para reforzar el área financiera. Su larga trayectoria empresarial y su experiencia con la salida a bolsa de Endesa podrían ser aprovechadas por la compañía de distribución para apuntalar una futura, aunque aún improbable, salida a los mercados.