Opinión

Lagarde, Calviño y Delgado

El BCE, que abraza la táctica «cholista» del «partido a partido» debe decidir la próxima semana si sube o mantiene el precio del dinero y hay dudas de lo que pueda hacer

Lagarde, Calviño y Delgado
Lagarde, Calviño y DelgadoPlatón

Soren Kierkegaard (1813-1855), el padre del existencialismo y para muchos un filósofo un tanto lúgubre, pensaba que «la vida solo puede comprenderse retrospectivamente, echando la vida atrás, pero se vive hacia adelante». Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), aficionada a la citas, utilizó esa frase en su intervención en la reciente Superbowl de los banqueros centrales en Jackson Hole, en donde todos, incluido Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (FED), dejaron en el aire si seguirían adelante o no con la subida de tipos de interés. Lagarde, con su cita filosófica, volvía a justificar –ya lo había hecho en varias ocasiones– el que el BCE no percibiera con claridad y por adelantado el repunte de la inflación que ahora está obligado a combatir con esa medicina, más o menos dolorosa, que son unos tipos de interés más altos.

El próximo jueves, día 14, el BCE tendrá que volver a tomar una decisión sobre el precio del dinero. Hasta ahora, la política de la entidad, en la que Luis de Guindos es vicepresidente, era la de ser muy previsible en sus movimientos. No es que ya no quiera serlo, sino que, obligado por las circunstancias económicas, ha optado por abrazar la táctica cholista, del Cholo Simeone, de ir partido a partido. Isabel Schnabel, alemana y muy influyente miembro del Comité Ejecutivo del BCE, ha repetido varias veces en las últimas semanas, que todo se verá «reunión a reunión», como ya avanzó en su día Lagarde.

Las apuestas apuntan que el BCE mantendrá el actual precio del dinero, pero también hay argumentos para que lo vuelva a subir otro cuarto de punto. Habrá suspense hasta el último instante.

El BCE también tiene que tomar otra decisión importante, en este caso sobre todo para España y hay muchos indicios de que podría ser el miércoles 13. Debe elegir a la sustituta –las candidatas son mujeres– de Andrea Enria al frente del Mecanismo Único de Supervisión (MUS). Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España y Claudia Buch, número dos del Bundesbank, son las aspirantes. La española, en un principio favorita, cuenta con el respaldo explícito de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo que es, en última instancia, quien tiene que refrendar la decisión que adopte el BCE. El Comité, que preside la italiana Irene Tinagli, envió a finales de julio una carta a Christine Lagarde en la que consideraba que Margarita Delgado es la persona más cualificada para ocupar ese puesto, una misiva que, según la agencia Bloomberg, no habría circulado, como en teoría se esperaba, entre los miembros del BCE.

Eva María Poptcheva, vicepresidenta de esa Comisión, también ha dicho a la misma agencia que «al Parlamento Europeo no le gusta que se ignore su opinión oficial. Insistimos en que la opinión que expresamos sea tomada en consideración y tratada con respeto». Un respaldo sin fisuras para la candidata española. Nadia Calviño, casi al mismo tiempo, aspira a ser elegida presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), un puesto para el que ella, sin falsa modestia, ha dicho que por parte de España «sólo una candidatura con mi nombre puede prosperar. Cualquier otro candidato sería dar la batalla por perdida». Unas palabras que, sin duda, recorrieron las cañerías de las instituciones europeas y que llamaron la atención. La vice en funciones compite con la danesa Margrethe Vestager, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea responsable de la Competencia, que ha tenido el gesto de apartarse, mediante excedencia, temporalmente de su cargo mientras hace campaña para ocupar ese puesto.

Hay un tercer aspirante, el italiano Daniele Franco, ex- ministro de Finanzas, pero todo apunta que la carrera está entre Calviño y Vestager. La española, que anhela volver a la superestructura europea, en el caso de no ser elegida, también es probable que no figurara en un futuro Gobierno encabezado por Pedro Sánchez, que ya tiene candidatos –hay alguno catalán de por medio– para sustituirla al frente de la economía española que, como empieza a admitir la propia Calviño, encara tiempos más complicados. Los banqueros con los que se reunió la vice hace unos días para pedirles que retribuyeran más lo depósitos –y no se quedaron tranquilos con las palabras de la ministra– entendieron también que habían asistido a una especie de despedida. Ella está convencida de que será elegida presidenta del BEI, pero siempre hay partido hasta el final. Más sencillo debería ser, por los apoyos institucionales expresos que tiene como la mejor candidata, lo de Margarita Delgado, pero claro la vida se comprende cuando se echa la vista atrás, pero se vive hacia adelante, como explicó Kierkegaard.