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Los rastros tóxicos de la crisis y los nuevos defectos que atrajo

Hay quien echa de menos a las cajas de ahorros, casi desaparecidas. Mientras que Trump y la eurofobia son, sin duda, las peores consecuencias

La Razón
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La peor secuela de la crisis es ese runrún permanente de que se puede repetir. Pero precisamente, ésa es una virtud que no teníamos antes de la crisis, estar alerta. La sociedad está bastante más atenta de los acontecimientos económicos, cuando antes simplemente dejaba que siguieran su curso. Los que lo dirigían sabían lo que hacían. Se creía. Desmentido eso, el ciudadano está pendiente de que vuelvan a meter la pata y todo se vaya al traste. Ahora los defectos del sistema no pasan tan desapercibidos, y con la desaceleración actual han regresado a primera plana.

Hipotecas al 100%

El sistema financiero no ha tardado en recuperar las costumbres del pasado. Algunos bancos ya se han lanzado de nuevo a ofrecer hipotecas financiadas al 100% y a pagar hasta en 40 años. La dura competencia actual en el sector es el argumento que se esgrime para volver a esta práctica que hace una década tuvo como consecuencia que, al llegar la crisis y el desempleo, muchas familias se encontrasen con una deuda voluminosa que no podían enfrentar cada mes.

Cajas de ahorros

En España, el sistema financiero es mucho menos extenso. Sobre todo porque la destrucción de las cajas de ahorro, esencial anteriormente para que la gente con menos recursos pudiese hacer frente a sus necesidades puntuales. A día de hoy, son casi una «rara avis»: «Las cajas de ahorros realizaban una labor encomiable en España, su Obra Social combatía las desigualdades y ayudaba a la vertebración territorial, evitando la exclusión financiera. Merece la pena destacar que continúan existiendo cajas de ahorros centenarias, rentables y eficientes (Caixa Ontinyent y Caixa Pollensa), bancos cooperativos como Caixa Popular y otras como por ejemplo Ibercaja, que se ha transformado en Banco. Todas ellas ofrecen una banca “amable y cercana” complementaria a los bancos tradicionales», comenta la directora general de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF), Isabel Giménez. Igual que las cajas de ahorros se desplomó el sector inmobiliario, que se ha recuperado de la caída. Pero tan vigoroso ha sido su renacer que a algunos les recuerda a cómo se inflaba la burbuja hace 10 años. En Madrid los síntomas son claros, defiende el jefe de estudios de Idealista, Fernando Encinar: «En ciertas zonas (como la capital) la demanda de vivienda es tan fuerte que el stock de segunda mano está reduciéndose a pasos agigantados. Si en un escenario así no se permiten nuevos proyectos de obra nueva, o directamente se entorpecen los ya aprobados, es muy posible que vivamos un nuevo sobrecalentamiento del mercado Madrid. La responsabilidad del mismo no será del sector, sino de la propia Administración».

Alquiler

El mercado inmobiliario, además, se ha encontrado con un actor que antes de la crisis estaba en un segundo plano, el alquiler. La pérdida de poder adquisitivo, la desconfianza en el futuro y los nuevos hábitos han propiciado que el arrendamiento se haya convertido en una preferencia. Esto, sumado a la explosión de las viviendas de uso turístico, han forjado una demanda difícil de asumir, disparándose los precios en ciudades como Madrid o Barcelona. El sector advierte de la necesidad de regulación para que el alquiler no sea el síntoma de una nueva involución.

Financiación de empresas

Es una preocupación que se ha extendido. El que las autoridades no pasen por alto ninguna grieta que se haya advertido y controlen la situación como no hicieron antes. La solvencia de las empresas, tejido sobre el que se sostenta la economía, resulta de lo más importante. No obstante, las alternativas que se presentan a la financiación bancaria, como las plataformas de financiación participativa, el capital riesgo, los fondos de inversión o los mercados de capitales, tanto de deuda corporativa como de emisión de acciones, son escasas, manifiestan desde Cepyme «No es previsible ni deseable que se alcancen cifras de acumulación de financiación bancaria próximas a las registradas en la etapa previa a la crisis, que llevaron a desequilibrios de distinta naturaleza y aumentaron la vulnerabilidad de las pymes ante situaciones adversas del sistema financiero. En este sentido, el acceso a la financiación ajena es esencial para que las empresas inviertan, innoven y crezcan»

Productividad

Además, otro reto pendiente es la mejora de la productividad a través de dos pilares básicos: la visión global de la empresa y la flexibilidad laboral. Se debe fomentar que los empleados conozcan al 100% la compañía para poder ser más eficaces en el conjunto de la misma. De la misma manera, la experiencia en diferentes países europeos ha demostrado que el hecho de que los trabajadores puedan acceder a una jornada más «elástica» aumenta el rendimiento individual y, por lo tanto, el beneficio empresarial.

Concretamente en este punto, España tiene bastante margen de mejora. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) da a nuestro país una nota de 60,8 sobre 100 en cuanto a flexibilidad laboral. Mientras, en Dinamarca cuentan con 97; Estados Unidos con 92,4; Gran Bretaña con un 83,2; en Bélgica un 68,2, y en Alemania un 63,5.

Proteccionismo

El llamado «crash» supuso un antes y un después en la visión de los ciudadanos respecto al capitalismo. Ahora es mucho más recelosa al libre mercado y al poder sin control de quienes manejan el sistema. Y se ha transformado en una visceralidad contra las instituciones que se señalan como culpables de la crisis. La victoria de Donald Trump en Estados Unidos se entiende como una respuesta hacia el «orden establecido», así como los movimientos eurófobos en nuestro continente. Se pone en jaque a las alianzas, como la Unión Europea, y se favorece el proteccionismo. En palabras del presidente de EE UU, «America First».

Esa política «ombliguista» ha desembocado en una guerra arancelaria que protagonizan las tres economías más grandes del planeta, la europea, la china y la estadounidense. «Históricamente, la economía ha tenido fases de apertura de mercados, que han generado crecimiento y empleo, y otras de proteccionismo que supusieron una vuelta atrás y perjudicaron a la economía mundial. Las barreras comerciales en la sociedad digital no tienen sentido, son tramposas, generan enfrentamientos, odio y perjudican al ciclo económico, reduciendo el PIB y encareciendo el consumo», sostiene Isabel Giménez.

La norteamericana, con Obama al frente, fue la nación más veloz en salir de la crisis, el faro para los demás. Ya en 2010 su PIB se incrementó un 2,6% y, desde entonces, se ha mantenido en ese entorno. Al otro lado, del Atlántico, España no llegó a crecer hasta 2014 (un 1,4%), y luego llegaron tres años de ascensos superiores al 3%. Ahora que volvemos a la normalidad, regresan los temores.