Empresas
Los seguros se postulan como vehículos de ahorro e inversión
Las aseguradoras reclaman incentivos fiscales y una mayor concienciación. La personalización de la oferta y la omnicanalidad para llegar al cliente son los principales desafíos,
«Ahorrar no es separar lo que nos sobra, sino vivir peor hoy para vivir mejor mañana». Y resulta necesario para disfrutar de una jubilación sin sobresaltos. Los seguros no sólo son las pólizas que se contratan para cubrir posibles contingencias en el hogar o accidentes con el vehículo. Cada vez se postulan más como instrumentos financieros para canalizar los ahorros a largo plazo y lograr rentabilidades sin asumir riesgos desmedidos. A cierre del primer semestre, y según datos de Unespa, más de nueve millones de españoles disponían de algún producto de vida-ahorro. Y el capital gestionado por parte de las aseguradoras superaba los 155.000 millones de euros. Las compañías aseguradoras en España atienden cada día 140.000 incidencias, representan el 5,7% del PIB y emplean a 154.000 personas. Asimismo, y frente a lo ocurrido en el resto de la industria financiera, el sector del seguro ha demostrado su fortaleza y solvencia durante los años más convulsos de la crisis.
Gracias a una gestión eficiente, a una medición adecuada de los riesgos de balance y a una visión largoplacista –presente en el ADN de las empresas–, ninguna aseguradora ha tenido que ser rescatada. El sector del seguro ha superado la crisis con robustez. Sin embargo, los retos para el futuro resultan bastante significativos. Además de actuar en un escenario de triple cero –inflación, tipos de interés y crecimiento–, las empresas tienen que amoldarse a la nueva regulación, tanto en el terreno contable como en el de solvencia. Y los expertos que asistieron a la mesa redonda organizada por LA RAZÓN consideran que pocas compañías tendrán serias dificultades para adaptarse.
Mayor asesoramiento y menor comercialización para abanderar la transparencia y combatir la desilusión. El sector del seguro, mediante el aprovechamiento del Big Data, está preparado para diseñar productos a medida, con un alto grado de personalización. El cliente es el protagonista, y las compañías deben adecuar su oferta a los requerimientos de la demanda. La transformación digital de las aseguradoras es una cuestión de supervivencia, ya que los clientes cada vez están mejor informados, son más exigentes y buscan experiencias. Por ello, las empresas comienzan a otorgar más relevancia a la irrupción de las nuevas tecnologías con la asignación de recursos. Y es que los asistentes señalaron esta irrefutable digitalización como uno de los principales retos.
La adaptación a cada cliente, a través de la omnicanalidad, debería ser un objetivo principal. Deberemos ser capaces de dar respuesta rápida a los clientes mediante el medio que elijan en cada momento. Al menos, en opinión de José Manuel Jiménez, subdirector general de Inversiones de Santalucía, quien piensa que los productos no pueden ser estándar y que hay que adecuar la oferta a cada tipología de cliente.
Lejos de colgar fotos en Instagram o de publicar comentarios en Facebook o Twitter, las redes sociales permiten llegar a las nuevas generaciones, que a la vez son las que se muestran más reacias ante las aseguradoras. Gonçalo Pereira, director de Redes de Distribución de MetLife Iberia, afirmó que hay que llegar a los jóvenes utilizando las redes sociales y de manera inmediata. Y añadió que «los nuevos clientes son muy diferentes. Cambian de ideas y decisiones de forma muy rápida y hay que encontrar soluciones para acompañarles durante todos sus ciclos de vida».
Recuperar las ayudas
Si con incentivos los españoles ahorrábamos poco y mal, sin ellos no ahorraremos nada. Los asistentes alertaron de la pérdida de ayudas fiscales que se han sufrido en las sucesivas reformas, e instaron a recuperarlas en aras de evitar sablazos, avivar la contratación de seguros y extender una cultura del ahorro. Los inmuebles no siempre suben, como ha demostrado la reciente crisis económica. Los propietarios han visto caer el valor de sus viviendas un 30% y, además, en numerosas ocasiones se ven prácticamente incapaces de venderlas. Los depósitos bancarios, que en otra época eran los productos estrella, en el actual entorno de tipos de interés apenas batirán la inflación y mantendrán el poder adquisitivo. Así, Ricardo González, director comercial de Mutuactivos de Mutua Madrileña, recordó que existen productos de mayor valor añadido, como los fondos de inversión, los planes de pensiones y los seguros de ahorro, «que pueden ser más potentes que los depósitos para canalizar el ahorro».
González criticó los constantes cambios en materia tributaria y puso de relieve que, desde 2006, hemos ido perdiendo beneficios fiscales en el ahorro a largo plazo, «lo contrario a lo que dice la Administración Pública que intenta conseguir». Defendió un aumento de los límites de aportación y apoyó con firmeza la previsión social complementaria a través de las empresas. El director comercial de Mutuactivos, del Grupo Mutua Madrileña, reveló que el 80% de la capacidad de ahorro de los españoles se dedica a vivienda, y que tan sólo un 20% a productos financieros. Opina que el compromiso de enviar la carta para informar de las futuras pensiones debería extenderse a todos los españoles, no sólo a los mayores de 50 años, y que habría que exigir al sector privado mayor profesionalización, transparencia y productos de calidad.
En los últimos 10 años hemos pasado de un patrimonio en planes de pensiones de 80.000 millones de euros a 100.000 millones, pero principalmente por la rentabilidad de los activos financieros, no porque se estén haciendo más aportaciones. «Las reformas fiscales no están dando resultados. Se está primando un problema de corto plazo, que es la sostenibilidad del déficit de las administraciones públicas, sobre otro de largo plazo, que es la sostenibilidad del sistema de pensiones». González reclamó un apoyo fuerte por parte de la Administración y del regulador, y más seguridad jurídica –sobre todo teniendo en cuenta que se trata de ahorro finalista–. «No podemos tener con cada Gobierno cambios significativos en la forma de tributar. Hay que facilitar el ahorro con ciertos incentivos. Y los más sencillos, directos y transparentes son los fiscales», agregó.
Las carteras enfoscadas con ladrillos dejan apenas unas migajas para otros productos de ahorro. La cultura financiera de los españoles es bastante deficitaria, y pese a que la crisis haya engordado un 24% los fondos de pensiones, nuestro país continúa a la cola europea de inversión en planes de jubilación.
Poco ahorradores
Además, mientras que en otros países el nivel de ahorro escala hasta el 80% del PIB, en el nuestro no llega al 20%. José Manuel Jiménez no comparte el sambenito de que las aseguradoras son poco claras, y destacó que «en España ahorramos poco y mal». Explicó que la cultura española está más orientada al consumo que al ahorro, y que es tarea de todos contribuir para un equilibrio más adecuado. Depósitos, fondos de inversión, planes de pensiones, etc. El catálogo de productos es bastante amplio, pero ¿cómo elegir el adecuado? Jiménez Mena sostuvo que el horizonte temporal de nuestro ahorro y la adaptación al perfil de riesgo personal son las dos variables fundamentales para un adecuado asesoramiento y selección de activos. Los tres asistentes coincidieron en que la planificación financiera debería enseñarse en las aulas y señalaron el rol más activo que tendrían que desempeñar las empresas para lograr comprometer a sus empleados. Gonçalo Pereira recordó que los españoles todavía confían demasiado en que «papá Estado» les protegerá. Insistió en que las personas deben protegerse a sí mismas, no sólo su coche o su hogar, y explicó que los clientes no tienen conciencia porque muchas compañías no ejercen ningún tipo de labor educativa. Mucho más que un gasto, el seguro se trata de una inversión. Aunque parte de la labor de concienciación corresponda a las empresas, el Gobierno también debe ser responsable. Aunque señaló que la tarea de educar financieramente, en primer lugar, es de las empresas, el director de Redes de Distribución de MetLife Iberia resaltó que las personas deben asumir parte de la responsabilidad de su jubilación. «Para cambiar la visión del seguro de un gasto a una inversión hay que mirar cómo añadimos valor a la vida del cliente», apuntilló.
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