Editorial

Inaudita deslealtad en el seno del Gobierno

No hay precedentes, al menos desde la Segunda Guerra Mundial, de que en el seno de un Gobierno se exhiba públicamente una fractura interna a las puertas de un conflicto bélico que puede implicar a las fuerzas militares propias. Es, sin duda, inevitable que se produzca un choque de pareceres durante el proceso de toma de decisiones, más en un Gabinete de coalición y ante un asunto de tanta gravedad para los intereses nacionales, pero, una vez tomada la decisión, toca cerrar filas con quien asume el peso de la responsabilidad, en este caso el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez. De ahí, que resulte totalmente inaudita la reacción de algunos ministros de Unidas Podemos, que deberían ser conscientes de que su posicionamiento contrario al despliegue militar español en el marco de la OTAN proporciona una baza de gran valor político y propagandístico, es decir, estratégico, al adversario, en este caso, la Rusia de Vladimir Putin.

Se trata, objetivamente, de un acto de deslealtad, no sólo con el presidente del Gobierno, sino con nuestros socios en la Alianza Atlántica, entre otras razones de peso, porque debilita la credibilidad de la estrategia de disuasión puesta en marcha por los aliados occidentales para impedir, simple y llanamente, que estalle una guerra a las puertas de la Unión Europea de consecuencias impredecibles, pero potencialmente catastróficas. Que no le quepa duda a la dirigencia de Unidas Podemos de que Moscú sabrá aprovechar para sus fines ese antiamericanismo primario, con nostalgias de la URSS, que impregna a la izquierda comunista española, y no solo, atizando las inevitables discrepancias que surgen en el seno de las sociedades democráticas para disminuir la voluntad de los gobiernos occidentales, enfrentados al vértigo de una confrontación bélica con una de las mayores potencias nucleares del planeta.

Lo que había que hacer, desde el más mínimo sentido de Estado, es, precisamente, lo que ha hecho el líder de la oposición, Pablo Casado, poniéndose al lado del Gobierno en esta crisis. Que Pedro Sánchez no haya estado a la altura en su respuesta al presidente de los populares, no empece para elogiar una actuación de enorme calado político. Más aún, cuando la misión implica tan graves riesgos, pues, no en vano, España despliega fuerzas terrestres, navales y aéreas en una zona de conflicto que involucra no sólo a Ucrania, sino a dos socios de la OTAN, también miembros de la Unión Europea, como son Bulgaria y Rumanía, a quienes Moscú quiere ver fuera de la alianza. De momento, las espadas están en alto y prosiguen unas negociaciones, bajo la permanente amenaza del enorme despliegue militar ruso, que pondrán a prueba la credibilidad de occidente y su voluntad de resistencia frente a la arbitrariedad del Kremlin.