Editorial
Apuesta necesaria por la España rural
Son las medidas imprescindibles que hay que llevar a cabo para que no sigan cerrando por miles las explotaciones agropecuarias y las industrias auxiliares.
No conviene perder de vista el dato que facilitó, ayer, el candidato popular, Alberto Núñez Feijóo, a los asistentes al mitin celebrado en la localidad ilerdense de Gimenells. El de que, por primera vez en 25 años, el saldo comercial agroalimentario español había caído un 20 por ciento. Refleja el deterioro sostenido de la España rural en los últimos cinco años y da la razón a quienes, como el propio presidente del PP, consideran que durante la última legislatura las decisiones sobre el campo español se han tomado demasiadas veces a espaldas del Ministerio de Agricultura, desde Departamentos con excesiva carga ideológica y equivocadas recetas medioambientales o de salud pública.
Baste con recordar que los europarlamentarios de los partidos de la izquierda española han apoyado en la Eurocámara un proyecto de ley comunitario, parado por el Partido Popular Europeo, que suponía dejar en baldío el 10 por ciento de la superficie cultivable de España. Esa mentalidad urbanita, buenista, que se ha hecho con el control de BOE, está haciendo estragos en el campo español y amenaza con la irreversibilidad del proceso de despoblación rural. De ahí, que nos parezca del todo trascedente –más en medio del ruido interesado que envuelve los pactos autonómicos del PP con Vox– el compromiso del líder popular con los ciudadanos que viven y trabajan en el ámbito rural y que, no lo olvidemos, han hecho de la producción agropecuaria española una seña de identidad mundial, por la excelencia de sus productos.
Es, sin embargo, un compromiso que obliga, y mucho, a quien lo adquiere, aunque sólo sea porque se contrae con unos trabajadores que difícilmente hacen llegar su voz a los centros de poder.
Confiemos en que, si Núñez Feijóo llega a La Moncloa, cumplirá con el programa que expuso ayer, por otra parte, bien planteado en cuanto a las medidas correctoras que se deben aplicar. Sobre la más complicada, la que cualquier político de medianía prefiere dejar pasar, la que afecta a los recursos hídricos, su reparto y crecimiento, es decir, el problema del agua, Feijóo comprometió un Pacto Nacional del Agua, con una inversión de 40.000 millones de euros en seis años. Dijo el presidente del PP que «gobernar es indelegable» y estamos completamente de acuerdo.
La duda surge cuando se recuerdan otras promesas y compromisos incumplidos por miedo a la reacción localista y a la respuesta de una izquierda fanática. Sobre otras propuestas, como la reducción de la presión fiscal y de una burocracia que encarece los medios de producción agrarios, o la reforma de la PAC, nada que añadir. Son las medidas imprescindibles que hay que llevar a cabo para que no sigan cerrando por miles las explotaciones agropecuarias y las industrias auxiliares. La España rural se asfixia y no puede esperar mucho más.
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