Editorial
Bildu no puede ser la alternativa al PNV
Haría bien Pedro Sánchez en escuchar al principal partido de la oposición, que está más próximo al sentir de la calle.
El forzado silencio de la portavoz parlamentaria de Bildu, Mertxe Aizpurua, ante un Pedro Sánchez que volvió a tildar de «indecencia», esta vez en el escenario del Congreso, la inclusión de etarras en las listas a los ayuntamientos del País Vasco y Navarra, demuestra que los abertzales tratan por todos los medios de limitar el daño electoral que su actuación está causando a los socialistas, conscientes de que una ruptura de la alianza de hecho que mantienen con el PSOE les perjudica en su objetivo primordial, que no es otro que desbancar al PNV como primera fuerza política nacionalista en las instituciones vascas y, por supuesto, navarras.
En efecto, el barniz de «normalidad democrática» que proporciona el apoyo de La Moncloa a los proetarras, convertidos en interlocutores privilegiados en la labor legislativa del actual gobierno, ya se está reflejando en las encuestas de opinión, que anotan un claro avance de Bildu, tanto en las capitales de las tres provincias vascas, como en las diputaciones, en buena parte por la absorción del voto procedente de Unidas de Podemos.
Ciertamente, el PNV se mantiene sólidamente en cabeza, especialmente en su feudo de Bilbao, pero empata en Vitoria, y si tenemos en cuenta la alta abstención prevista en los sondeos –con un 40 por ciento para las municipales y un 38 por ciento para las elecciones forales– cualquier pequeña alteración de la intención de voto el próximo 28 de mayo puede deparar sospechas. Que el PNV no se siente, precisamente, cómodo con el cambio de rol de los etarras es de dominio público, y sólo hay que recordar la intervención, pretendidamente sarcástica, de Andoni Ortuzar en la celebración del día de la patria vasca, acusando a los abertzales de «transformismo político» y negando que hayan cambiado lo más mínimo en su praxis política.
Pero, lo cierto y, por supuesto, salvando las distancias, es que nadie puede asegurar que no vaya a producirse un escenario como el del nacionalismo catalán, con ERC en el papel de nuevo interlocutor institucional con La Moncloa, con los herederos de la vieja Convergencia fuera de la Generalitat y sin que los sondeos registren un mayor castigo electoral para los de Oriol Junqueras. Cabe aducir que la situación no es extrapolable, por cuanto una alianza con Bildu sería muy mal recibida entre un amplio sector de los votantes socialistas, pero, con ser cierto, no sería la primera vez que priman los intereses políticos a corto plazo del presidente del Gobierno sobre los de su partido, como demuestra el pacto no escrito, pero evidente, con Bildu en Navarra.
Ahora bien, caer en la tentación de sustituir al PNV por Bildu en los futuros acuerdos de gobernabilidad de España sería un grave error para el PSOE, como lo ha sido su alianza con Podemos. Haría bien Pedro Sánchez en escuchar al principal partido de la oposición, que está más próximo al sentir de la calle.
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