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Editorial

Éxito de un gobierno pegado al terreno

Son los ejes de una gestión de éxito que no tiene más secreto que el cabal conocimiento del terreno y la sociedad sobre los que se opera y la aplicación de los instrumentos adecuados a la tarea.

Desayuno Informativo en La Razón con Alfonso Fernández Mañueco, Presidente de la Junta de Castilla y Leon. © A Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

El presidente de la Junta de Castilla y León, el popular Alfonso Fernández Mañueco, desgranó en la Casa de LA RAZÓN los ejes de una gestión de éxito que no tiene más secreto que el cabal conocimiento del terreno y la sociedad sobre los que se opera y la aplicación de los instrumentos adecuados a la tarea. Es decir, sin esos condicionamientos adanista e ideológicos tan al uso en nuestra izquierda gobernante, cuyos resultados, por cierto, son inversamente proporcionados a los que consigue el Gobierno castellano y leonés desde la simple racionalidad de los recursos.

Baste un ejemplo de lo que decimos en las políticas educativas y de mayores de la Junta, que son, por un lado, apuesta por el futuro de la región, con las mayores inversiones en Educación y unos niveles de calidad lectiva de los mejores de España, y, por otro, conciencia de la realidad de un territorio con elevados niveles de envejecimiento que es necesario atender sin posiciones peyorativas. Más plazas de residencias para quienes demanden ese servicio, y ayudas de asistencia domiciliaria para quienes quieran y estén en condiciones de permanecer en sus domicilios. Las instituciones públicas entendidas como garantes de la capacidad de elección, es decir, de la libertad, de los gobernados y no como «adalides» de confusas revoluciones sociales que nunca llegan a buen puerto.

No hay más que examinar comparativamente las políticas de vivienda del Gobierno central con el de Castilla y León. En el primero, traslado de la responsabilidad a los propietarios de inmuebles y a los inversores inmobiliarios, convertidos en «enemigos del pueblo» por una izquierda fuera de tiempo y de lugar; en el segundo, incremento de la inversión en la construcción de viviendas sociales, pero, también, unas políticas de fomento de la gratuidad y extensión del transporte público, que es un complemento imprescindible en la ordenación urbanística de un territorio del tamaño, la diversidad y la extensión de Castilla y León, asunto que, por los hechos, escapa a la comprensión del ministro Óscar Puente, empeñado en reducir gastos en lo que menos conviene: la articulación de una Nación. Y todo, desde un gobierno en minoría y no por ello naufragado en la inestabilidad como el que representa Pedro Sánchez.

En definitiva, Fernández Mañueco expuso ante un público interesado y poco proclive a dejarse ilusionar con castillos en el aire, la realidad de una forma de gobierno centrada, sin estridencias y con conocimiento de causa. Un modelo que confía en la iniciativa privada como un motor necesario del crecimiento, de ahí sus políticas de alivio fiscal con magníficos resultados en el sector industrial y en el mercado exportador, y que trabaja con eficacia en reducir los problemas endémicos de Castilla y León desde los instrumentos que las nuevas tecnologías aportan a la gestión pública. Ideología, sí, pero no sectarismo.