
Editorial
Con miedo a Ábalos es difícil gobernar
El expediente de expulsión se encuentra en el limbo, al parecer, por complejas cuestiones de procedimiento que no operaban en otros casos.

LA RAZÓN ha tenido acceso a una conversación grabada con un alto cargo del Ministerio de Transportes en la que advierte que la auditoría que dirigió la directora general del departamento, Belén Villar, sobre la compra y distribución de mascarillas al inicio de la pandemia fue, en palabras sencillas, un apaño para cubrir las supuestas responsabilidades del entonces ministro José Luis Ábalos.
Dado que la dichosa autoría se abrió a instancias de su actual titular, Óscar Puente, uno de los dirigentes del PSOE que más duro y terminante se mostró con su aún compañero de filas, cabe sospechar que el oportuno capote sobre las mascarillas sea deudor de la amenaza de tirar de la manta del exministro y exsecretario de Organización, puesto este último que maneja toda la política y la administración interna del partido. El hecho de que estas grabaciones coincidan en el tiempo con el procesamiento de la ex presidenta de Adif, Isabel Pardo de Vera, por la Audiencia Nacional a cuenta de la contratación irregular de una de las «sobrinas» de Ábalos, sirve de contexto a otras de informaciones del interior del Ministerio que hablan de malestar y enfrentamiento entre altos funcionarios, expuestos a caer bajo una investigación judicial.
Ciertamente, desde que saltó a la opinión pública el llamado «escándalo Koldo», hemos vivido dos actitudes en el seno del socialismo español. Primero un rasgarse de vestiduras y alarde declarativo contra el «corrupto», con incoación de un expediente de expulsión del partido y reclamación de su acta de diputado, pese a que ni siquiera se encontraba en situación de investigado por el Tribunal Supremo, como es ahora el caso, para pasar sin solución de continuidad a un discreto silencio, apenas roto cada vez que surgían en los medios de comunicación nuevas acusaciones e indicios de las malversaciones de dinero público y cobro de comisiones del exministro y su entorno. Como argumento de lo que decimos, baste que el expediente de expulsión se encuentra en el limbo, al parecer, por complejas cuestiones de procedimiento que no operaban en otros casos.
Asimismo, el hecho de que, al menos, una parte de la filtración de los wasaps cruzados entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y Ábalos haya sido autorizada por el propio exministro indica que la comunicación entre el denostado exdirigente socialista y La Moncloa habría sufrido algún problema. Ciertamente, sería caer en angelismos pretender que quien tuvo en sus manos la organización del partido y fue mano derecha del secretario general no tiene suficiente munición reservada para condicionar las respuestas de sus, insistimos, todavía compañeros. O dicho de otra forma, que Sánchez también tenga que andar con pies de plomo en este frente interno lleno de asechanzas. Así, se hace muy difícil gobernar.
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