La renuncia de Benedicto XVI
El Papa ha destituido a una media de dos obispos al mes
«Ha hecho una limpieza en el Episcopado», revela el nuncio español Miguel Maury sobre estos ocho años de Pontificado
Madrid- Un trabajo «ad intra». Quizá el menos conocido. Pero que ha ejercido con tino. Si ya como prefecto de la Congregación de la Fe, Ratzinger tuvo que bandear con algunos episodios delicados, como los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes, siendo Papa no se quedó atrás y todas aquellas heridas abiertas que pudo examinar de primera mano entonces, ha intentado cerrarlas en sus ocho años de pontificado, que concluyen este jueves. Tanto es así que el Papa ha invitado a dimitir a dos o tres obispos al mes en todo el mundo. Así lo ha puesto de manifiesto el arzobispo español Miguel Maury Buendía, nuncio apostólico en Kazajistán, Tayikistán y Kirguistán, quien durante una conferencia sobre la diplomacia vaticana en la Universidad CEU San Pablo quiso poner en valor la «limpieza en el Episcopado» llevada a cabo por el Papa alemán en este tiempo. La falta de disciplina de los prelados, su errada gestión económica al frente de la diócesis, una doble vida o planteamientos morales divergentes con la doctrina de la Iglesia, estarían detrás de estas renuncias, un ejercicio de responsabilidad llevado a cabo por Benedicto XVI.
Así, en este listado se encontrarían nombres como el del obispo de Linz, Maximiliam Aichern, al que relevó por irregularidades en materia de liturgia cuando apenas se cumplía un mes de su llegada al Papado, o el del argentino Fernando María Bargalló de la diócesis de Merlo-Moreno, al que apartó de forma inmediata de sus funciones el pasado verano, cuando trascendieron unas imágenes del prelado con una mujer en una playa mexicana. Y todo con el párrafo 2 del Canon 401 del Código de Derecho Canónico en la mano, en el que se expone literalmente: «Se ruega encarecidamente al obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo». «Ha habido dos o tres casos que han dicho ''no'' a la sugerencia del Santo Padre y entonces el Papa los ha dimitido sin más. Eso también es una indicación clara a los obispos: hagan lo mismo ustedes en su diócesis», revela Maury Buendía.
En principio, las dimisiones episcopales dependen de la Congregación para los Obispos. Precisamente al frente de la misma se encuentra desde hace casi tres años uno de los «papables» de referencia, el cardenal canadiense Marc Ouellet. Sin embargo, las renuncias se gestionan, por ejemplo, desde la Congregación «Propaganda Fide» para los países de misión o desde la Segunda Sección de la Secretaría de Estado, por ejemplo, para los estados de la antigua URSS.
«Un elemento que me gustaría destacar es que ha tomado cada una de estas decisiones desde el amor, desde la verdad en la caridad. Lo ha hecho muy suavemente, evitando escándalos y renovando a la Iglesia desde dentro», explica a LA RAZÓN el diplomático español, que defiende además que esta misma máxima «se la ha aplicado a sí mismo. Se ha dicho: ''Yo no estoy en condiciones de servir más a la Iglesia como Papa y me retiro''. En definitiva, lo que ha exigido a los demás no es ni más ni menos que lo que se ha exigido a sí mismo. Y a eso se le llama coherencia», subraya.
«Esta tarea de renovación no es algo que llame mucho la atención a los medios internacionales, pero es algo que hay que hacer y Benedicto XVI ha demostrado en su día a día que ha luchado por la purificación de la Iglesia», explica consciente de que «justamente la gente menos creyente y menos de Iglesia son los que exigen más en este sentido».
China, el reto diplomático
«La mejor manera de ser Papa es ser auténtico. No es bueno tratar de ser lo que uno no es. Cada uno ha de ser fiel a sí mismo para tratar de responder a lo que pide la Iglesia, el Espíritu Santo y el mundo en el que uno se encuentra», reflexiona el nuncio apostólico en Kazajstán, Tayikistán y Kirguistán sobre el perfil del próximo sucesor de Pedro. Entre los retos que se le presentan, desde el punto de vista diplomático, se encuentra China, país con el que la Santa Sede mantiene unas relaciones algo tensas. «Estoy convencido de que a finales de este siglo será un país mayoritariamente cristiano. Desde el punto de vista diplomático, tienen un problema que va más allá del comunismo. Es su mentalidad chinocéntrica, que les impide aceptar que un poder que viene de fuera, como es el vaticano, pueda influir en los nombramientos del Episcopado del país. Pero esto no depende de la actitud de El Vaticano, sino de que China».
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