Elecciones 24-M
Sánchez fía a los pactos su estrategia y llamará a Rivera e Iglesias
El PSOE, con el 25,21% de los votos, aguanta, pero cede la hegemonía de la izquierda al no haber sabido capitalizar el desgaste del PP
Pedro Sánchez se enfrentaba ayer a su primera prueba de fuego. El secretario general del PSOE afrontaba los comicios municipales y autonómicos como una suerte de primera vuelta para las generales, consciente de que –además de los resultados de su partido– en estas elecciones se medía la viabilidad de su proyecto de cara a las primarias que afrontará la formación en julio. Si como defienden los socialistas los liderazgos se legitiman en las urnas, el de Sánchez se ha visto discretamente reforzado. El PSOE se consolida como segunda fuerza con el 25,21 por ciento de los sufragios, 5.123.017 de los votos, aunque pierde la hegemonía de la izquierda al no haber sabido capitalizar el desgaste del PP. Con estos datos, los socialistas remontan el vuelo respecto al 23 por ciento –su peor dato histórico– que marcaron en las europeas, pero se quedan a dos puntos y un millón de votos del que cosecharon en 2011, cuando el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero marcó un 27,8 por ciento de los sufragios, consiguiendo 6.280.000 votos. En el plano autonómico, los socialistas cumplirían de forma escasa el objetivo de recuperar poder territorial. A la victoria en Asturias, donde revalidarían el gobierno, se sumaría Extremadura. Mientras que con pactos aspirarían a gobernar en Castilla-La Mancha, la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana.
Desde Ferraz insisten en que el resultado de ayer no puede compararse con el de 2011 porque el escenario es diferente, debido a la irrupción de dos nuevas fuerzas: Ciudadanos y Podemos.
Pero el argumento suena a excusa, pues, en el mismo contexto, el PSOE-A de Susana Díaz ha sido capaz de dar un vuelco a los resultados de hace cuatro años, colocándose como primera fuerza –con el mismo número de votos– a gran distancia de la segunda.
Además, los socialistas mantienen el tipo en unos comicios, los municipales, en los que Podemos no se ha presentado de forma representativa. Partiendo de esta base, los socialistas defienden que han cumplido el objetivo ser la primera fuerza de la izquierda en la mayoría de los territorios y materializan las malas expectativas en las grandes, pues en plazas como Madrid, Barcelona o Valencia se produce una debacle y quedan relegados a la tercera, cuarta o quinta fuerza.
Los resultados arrojados por las urnas dibujan un panorama incierto en el mapa político español, en el que el PSOE tendrá que gestionar el aval que le han dado los ciudadanos, traduciendo el número de votos en poder institucional.
En base a los sufragios obtenidos, el partido fía su estrategia a los pactos y comenzará a perfilar su estrategia de alianzas postelectorales. En este sentido, fuentes de la dirección confirman a LA RAZÓN que el secretario general socialista, Pedro Sánchez, se pondrá en contacto en los próximos días con los líderes de las formaciones llamadas a ser bisagra de gobierno.
Sánchez llamará al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera; al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias y al líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, entre otros, para abrir el diálogo de cara a los posibles pactos que puedan surgir. Éste será el primer contacto que establezca el líder socialista con Iglesias y Rivera, ya que fuentes de su entorno reconocen que nunca ha habido interés, por ninguna de las dos partes, de entablar conversaciones.
Sánchez no tiene, sin embargo, intención de ponerse en contacto con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con el que no habla desde el accidente aéreo de un Airbus en Sevilla.
En Ferraz entienden que por «cultura de partido» debe ser el secretario general quien inicie esta ronda de contactos, aunque, en todo caso, serán los barones territoriales quienes lideren las negociaciones posteriores. El PSOE ya ha reconocido con anterioridad que dará vía libre a sus secretarios generales autonómicos en la asunción de pactos de gobernabilidad, siempre que se atengan a dos condiciones: el cumplimiento del programa y la prohibición de coaligarse con el Partido Popular y con Bildu.
El líder socialista llegó a la sede federal sobre las siete y media de la tarde y subió a la cuarta planta de Ferraz desde donde siguió el desarrollo de la noche electoral junto a parte de su equipo y miembros de la Ejecutiva como Meritxell Batet, Susana Sumelzo, Roberto Jiménez, Antonio Hernando o Adriana Lastra entre otros. Al filo de las nueve de la noche la secretaria de Empleo, Luz Rodríguez, en una conversación informal con periodistas celebraba que según los primeros sondeos se apreciaba un «rechazo frontal a las políticas del PP y un giro a la izquierda», un viraje que el PSOE no ha sabido capitalizar en las principales ciudades.
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