Elecciones andaluzas

Ciudadanos tiene «flow»

La formación naranja se hace fuerte en las grandes urbes, a rebufo de la imagen de Rivera y Arrimadas: moderna, joven y con un mensaje atractivo para la población más formada

Ciudadanos ha pasado de 1.200 militantes en Andalucía en 2015 a más de 30.000 en la actualidad / Foto: Manuel Olmedo
Ciudadanos ha pasado de 1.200 militantes en Andalucía en 2015 a más de 30.000 en la actualidad / Foto: Manuel Olmedolarazon

La formación naranja se hace fuerte en las grandes urbes, a rebufo de la imagen de Rivera y Arrimadas: moderna, joven y con un mensaje atractivo para la población más formada.

Cuando Mihalyi Cskszentmihalyi formuló su «Teoría de la Experiencia Óptima», Albert Rivera no había nacido y Juan Marín, candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía, aún no había cumplido 13 años de edad. Ciudadanos no estaba en la mente siquiera de alguno de los magnates que luego formarían el Ibex 35. Hablamos de 1975, año en el que el distinguido profesor húngaro-americano desarrolló un concepto psicológico muy de moda hoy: la experiencia del flujo. Éste «sobreviene cuando se produce un equilibrio entre los desafíos de la actividad que estamos afrontando y las habilidades de las que disponemos». Todo esto no es más que un circunloquio para decir que Ciudadanos hoy tiene «flow», que en el lenguaje juvenil de hace veinte años es como decir que es «guay», que está «on fire». «¡Pásate al naranja!», repiten desde la agrupación sevillana.

Cs en Andalucía no necesitó un gran líder para llegar al Parlamento. El flujo (la imagen) de Albert Rivera e Inés Arrimadas bastó para captar a un perfil de votante femenino y masculino muy definido. «Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco», que diría Frida Kahlo. El éxito se tradujo en nueve desconocidos diputados en el Parlamento. El factor sorpresa hoy ha desaparecido, pero su estrategia no ha variado. La vitamina naranja sigue fluyendo. La campaña sí es muy distinta.

De aquella caravana «low cost», que no está tan lejana aunque lo parezca, apenas quedan recuerdos para Juan Marín y su equipo: un coche de alquiler, eternos turnos al volante con sus asesores de prensa interinos, tickets de gasolina, bocadillos de bares de carretera y una programación limitada con la inestimable ayuda de «mi querida Inés» (Arrimadas). Aquello «fue real», rememoraba hace unos días Marín en el Muelle de las Delicias, en Sevilla. «Ahora sí», hoy Cs tiene verdadera presencia. De 1.200 militantes en 2015 se ha pasado a 31.000 en toda la comunidad.

El partido del «sentido común» coronó a Susana Díaz en junio de 2015 para desbloquear la actividad en el antiguo hospital de la Cinco Llagas, pese a que de partida el mensaje era otro. «Por Andalucía va a comenzar la ola del cambio», decía Albert Rivera en la presentación de las listas a los pasados comicios andaluces. «Pactar con el PSOE sería traicionar la ilusión de la gente», llegó a asegurar Marín. Si bien es cierto que su máxima fue otra: «La cuestión no es con quién vamos a pactar sino para qué». Echar a Chaves y Griñán del PSOE, suprimir el impuesto de sucesiones y bajar el IRPF a los andaluces son los principales logros autoproclamados.

Los andaluces están llamados a votar el domingo la composición del Parlamento. Será la undécima vez que voten desde 1982 para elegir a sus representantes en el parlamento autonómico y la segunda presencia de Ciudadanos, un partido del centro, de derechas, luego del centro y ahora otra vez de derechas... El PSOE ha ganado en todas las ocasiones, salvo en 2012, cuando el PP le superó en votos, aunque la mayoría conseguida no le fue suficiente a los populares para gobernar. Pese a ello, y por la jerarquía nacional, la formación naranja trata de arañar más votos por la derecha que por el centro. Los estudios señalan que por cada votante socialista que se pasa a Cs lo hacen tres que en las pasadas elecciones se decantaron por los populares.

Juan Marín fue el fundador del CIS, pero no del Centro de Investigaciones Sociológicas, sino del partido Ciudadanos Independientes de Sanlúcar en 2006. Era teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, donde ya gobernó en coalición con el PSOE. El otro CIS, precisamente, vislumbra que Ciudadanos Andalucía duplicará como mínimo los resultados obtenidos hace tres años. Entonces obtuvo el 9,28% de los votos válidos, 369.896 sufragios. Su caladero de votos se concentra en las grandes urbes. Sólo las capitales de Sevilla y Málaga concentraron el 43% de esos votantes (157.948). Mediana edad, entre 35 y 44, con estudios y familia y residente en grandes capitales. Éste es el perfil más común del simpatizante de Cs, desencantado con el PP y harto de la trama corrupta que envuelve los últimos lustros socialistas.

Cs es el partido que mejor representa las ideas de las personas con estudios superiores, con un 17,6%, según el último CIS, casi cinco más que el PP, segundo. «Es el único que habla de los autónomos», dice Juan Antonio H., fotógrafo de profesión, en referencia a Juan Marín. «Cada vez es más difícil votar, el resto no me representa», añade. Cs es la formación que inspira más confianza en este segmento de la población, aunque también admite que no tiene el mejor líder. Los posibles votantes con formación superior sitúan al PSOE como cuarta fuerza, mientras que Adelante Andalucía sería segunda.

Manuel González, profesor, está cansado del bipartidismo. «A Cs le reprochan haber dado continuidad al PSOE, pero visto con perspectiva ha evitado que los líos que ahora se suceden en otras comunidades, y en todo el país, sucedieran aquí. Hoy los ‘antipsoe’ odian a Cs, pero muchos pensamos que se han evitado la que se ha liado en otros sitios», explica este simpatizante.

Los pilares de Cs se sustentan en: ser una tercera vía real de gobierno, la educación como prioridad, la división de poderes y la despolitización, derechos sociales y refuerzo del estado de bienestar, regeneración, y una administración al servicio de la ciudadanía y las empresas. El «sorpasso» en las grandes urbes está próximo. «Queremos políticos que hayan trabajado en la calle, que sepan cuáles son nuestra necesidades reales de primera mano», sentencia un militante que reparte publicidad por las calles de Sevilla. «Y por supuesto que defienda la unidad de España como hace Albert (Rivera)», concluye. Si la política fuese un estado de ánimo, Cs asaltaría San Telmo.