Los efectos del cara a cara

Feijóo vuelca su campaña hacia el «territorio Vox»

Génova enfoca sus esfuerzos a la veintena de provincias en las que Abascal tenía ya escaños en el aire antes del debate

Aznar, Feijóo y Fernando López Miras en un mitin de Murcia
Aznar, Feijóo y Fernando López Miras en un mitin de MurciaLa Razón

La estrategia de campaña dentro del bloque de la derecha se mueve como consecuencia de los efectos del cara a cara en Atresmedia entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Génova está revisando su plan de actuación para focalizarlo en estos últimos días en las provincias más pequeñas, donde Vox consiguió un escaño en las últimas elecciones generales de 2019 y ahora, sin embargo, las encuestas previas al debate ya apuntaban que podía perderlo.

Con los últimos tracking electorales encima de la mesa, el equipo de campaña de Génova ha decidido reforzarse en estas provincias más pequeñas e ir también a las intermedias, de cinco escaños hacia adelante, que es donde se reparten más diputados. España es hoy un puzle que los partidos miden por escaños en juego y cada decisión se amolda a la evolución de las tendencias electorales.

Por ejemplo, en Castilla y León, antes del debate, según los sondeos, a Vox sólo le quedaba un diputado por Valladolid, mientras que en 2019 obtuvo cinco escaños en total. Génova va con toda su artillería a por ese escaño de Valladolid, pero también revisa su estrategia para reforzarse en Cantabria, Navarra, Castellón, Jaén, Huelva y Ciudad Real (donde se reparten cinco escaños) y en un listado de provincias en las que hay seis diputados en juego (Gipúzcoa, Girona, Tarragona, Almería, Córdoba, Toledo o Badajoz). A partir de ahí, a por las más grandes: Alicante, Valencia, Sevilla, Málaga, Barcelona y Madrid. En suma, un plan de prioridades actualizado a las consecuencias del debate y del clima de opinión que éste ha ayudado a cimentar. En el equipo de Feijóo se escucha en las últimas horas comentar, fuera del canal oficial, «que Vox puede quedarse en el chasis, entre 15 y 20 escaños, porque cuando llega la ola, como no te pille fuerte, te lleva por delante».

Estos días vamos a ver a Feijóo buscar el cuerpo a cuerpo con Vox, cuando hasta ahora el nombre de este partido ni estaba en su campaña. Los populares no hablaban de Vox, y desde esa actitud de hacer como que ni existen dirigieron la campaña del 28M, lo que no les fue mal. Ahora, el análisis del cara a cara anima la hipótesis de que la manera en que Feijóo se impuso sobre el presidente del Gobierno puede contribuir a desanimar aun más a los cuadros del partido a hacer campaña y a desmovilizar también a su votante, por no identificarse con un candidato al que han visto como perdedor.

A Feijóo le están diciendo que su crecimiento por la izquierda todavía tiene margen, pero que donde debe golpear ahora fuerte es en el segmento de voto de Vox, que se fue del PP porque exigía más dureza contra la izquierda, y que se mueve, sobre todo, como un voto de rechazo al Gobierno de coalición y a los socios de Sánchez.

Esta preocupación por lo que pueda pasar de aquí al 23J, y el efecto del voto útil, está también en la sala de máquinas de Vox. El ala dura, empoderada, mantiene un hermetismo total, pero entre los nombres que han estado ya en primera línea en esta Legislatura, y que hoy parecen condenados a ser obligados a dar un paso atrás, se siente la inquietud por cómo avanzan los sondeos. Desde dentro de Vox se filtra la reflexión de que «la contundencia» de Feijóo en el debate puede llevar a que «nuestro votante considere que ya no hay motivo para seguir apostando por estas siglas porque Feijóo ha hecho más daño a Sánchez en cien minutos que Santiago Abascal en cinco años, y sin mociones de censura».

La «derechita cobarde» pierde fuelle como argumento electoral cuando lo que está en juego, y así lo proclaman las encuestas, es la posibilidad de derogar con contundencia al sanchismo. En materia económica no hay diferencias sustanciales, y viables, entre el programa de Vox y el del PP, y la cuestión ideológica, aunque sean señas identitarias de este partido, pierde fuerza como elemento decisivo: el voto racional gana al voto emocional.

En todo caso, después del bloqueo en Murcia Vox ya no tiene marcha atrás en su estrategia de ligar sus votos a ocupar cargos en Moncloa. Distinto es que esos votos, si se confirma la caída que pronostican los sondeos, pierdan eficacia, favorezcan en el reparto de los restos a la izquierda, y, ante todo, no tengan la fuerza suficiente como para exigir cobrarse ministros.

En el ámbito del PP crece la confianza en que el contexto político y electoral se parece cada vez más a lo que ocurrió en Andalucía, cuando en las últimas elecciones autonómicas Juan Manuel Moreno consiguió la mayoría absoluta al frente de la Junta.