Toni Bolaño

Hablamos de Barcelona

Cataluña vuelve a ser el epicentro por la inyección en votos

Carles Puigdemont en una imagen reciente
El expresidente catalán, Carles PuigdemontEuropa Press

Feijóo se ha quedado con cara de Xavier Trías. Ganó las elecciones pero no es alcalde. Feijóo ganó pero no será presidente. Trías lo intentó firmando un pacto con ERC. Feijóo puede intentarlo con Vox, pero tampoco sumará. Eso sí, se retratará. Se presentará a la investidura para recuperar una iniciativa que no tiene y, como mucho, solo tendrá los apoyos de la ultraderecha. Mala foto ante una repetición electoral. Al final Trías se marchó airado. Feijóo nos dejó la foto más triste de un ganador electoral en la calle Génova. Era como si la lumbalgia le afectará los músculos de su rostro. El rictus demoledor, el rictus de la derrota, ante la cara de pocos amigos de su presidenta de la Comunidad de Madrid. Solo ella inyectó entusiasmo ante una parroquia con pocas ganas de fiesta.

Un buen amigo me dijo ayer: «El campo para el que lo trabaja y Feijóo estuvo conservador gestionando lo que no tenía». Lo mismo que Trías. La última semana de la campaña popular ya les digo que no pasará a la historia de la comunicación porque no se puede menospreciar al adversario, porque ninguno es un enemigo menor, y menos si éste se llama Pedro Sánchez. Las apelaciones al voto útil cayeron en saco roto y confirmaron la peor noticia de la noche: el único que puede gobernar es Sánchez. Feijóo pedirá su abstención como lista más votada, pero tras los acuerdos con Vox ha perdido su credibilidad.

El presidente seguirá siendo presidente, y sacará pecho en la Unión Europea, aunque lo de formar gobierno se antoja complejo. Quedar en manos de Puigdemont no es nunca un buen augurio y más cuando la noche del domingo su candidata deslizó que para votar a Sánchez quieren de alcalde a Trías. Vamos, y dos huevos duros. Además no se puede dejar de lado que el PP tiene mayoría absoluta en el Senado y, por ende, la mayor herramienta de bloqueo a un hipotético gobierno de coalición. Pedro Sánchez, no lo duden, se pondrá el traje de faena e intentará hacer gobierno. No es fácil. Casi es imposible, pero lo volverá a hacer. Es el único que puede ganar una investidura. Jaume Collboni lo intentó y lo consiguió. No lo olviden. Conclusión, Puigdemont puede esperar sentado en esto de recuperar Barcelona.

Cataluña vuelve a ser el epicentro. El PSOE ha resistido por la inyección de adrenalina en votos y escaños del PSC. 19 diputados y 12 senadores de los de Salvador Illa que certifican que su política en Cataluña ha dado sus resultados a pesar de que en el resto de España la catalanofobia ha dado muchos votos a derecha y ultraderecha. El independentismo está en caída libre, pero lo que son las cosas: todo pasa por Puigdemont y el sector radical de Junts. Los moderados afilaban las armas para el día siguiente y todo indica que las volverán a guardar en el baúl. Sabe que sus votos son importantes. De que sean decisivos solo depende de él. Puede hacer a Sánchez presidente o provocar nuevas elecciones. El líder de líderes desde Waterloo ha dejado entrever a sus interlocutores, esos que suben a Bélgica en procesión, que quiere pintar en Madrid por lo que el referéndum y la amnistía no son el mejor camino. En Barcelona, también se puso estupendo cerrando filas con Trías y se le quedó cara de rey pasmado.

En Euskadi tienen su propia fiesta con elecciones en el horizonte. PNV y Bildu darán su apoyo a Sánchez porque en Euskadi necesitarán al PSE de Eneko Andueza, con cara de Collboni, y vayan a saber si no lo hacen lendakari unos u otros. Yolanda Díaz, como Colau, se apresta a dar sus votos al PSOE para seguir en el gobierno y así evitar lío interno. Lo único claro es que no quiere desaparecer como ha hecho Colau. En estos días, se espera un movimiento de la exalcaldesa convidada de piedra en esta contienda.