Opinión

El rey de la montaña

Los españoles tendremos el 23J la oportunidad de presenciar la consecución de dos maillots amarillos muy diferentes

Detalle de pulseras de la candidatura del líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, a la presidencia del gobierno, durante un acto público de su partido este sábado en Logroño.
Detalle de pulseras de la candidatura del líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, a la presidencia del gobierno, durante un acto público de su partido este sábado en Logroño. Raquel ManzanaresAgencia EFE

No sé si el día en que Pedro Sánchez convocó sus precipitadas elecciones para el 23 en julio cayó en la cuenta de que iban a coincidir precisamente con la jornada final del Tour de Francia. Debido a esas coincidencias o descuidos, los españoles tendremos, en el mismo día, la oportunidad de presenciar la consecución de dos maillots amarillos muy diferentes.

Bien mirado, una campaña electoral es algo muy parecido a una ronda por etapas. En la primera semana del Tour a la Moncloa por toda España, el aspirante lanzó un ataque inesperado al líder y, contra todo pronóstico, consiguió una escapada y una ventaja que al antiguo propietario del maillot presidencial no le queda más remedio que intentar enjugar. El problema es que Sánchez se descalabró en la primera rotonda de la carretera y ahora va por detrás y con la lengua fuera, aparte de desprender un fuerte aroma a verse perdido que hace que cualquier cosa que diga suene a oferta desesperada para retener, a cualquier precio, el maillot. Como en las mejores rondas, la cosa se decidirá al final al sprint y por décimas. Pero sigue intacta una tradición de las grandes rondas que no ha variado ni un milímetro con el paso de los años ni el cambio de siglo.

Y es la tradición que responde a una estrategia básica que ha mostrado su efectividad desde el primer día en este tipo de carreras por etapas. Consiste en que aquel que ha conseguido al principio una ventaja sobre su oponente va administrando esa ventaja, ese hueco, para ir desgastando a sus perseguidores y ceder los menos segundos posibles. Administrar la ventaja, por tanto, será clave. Los mejores estrategas de este tipo de competiciones, los más curtidos, lo que hacen es dejar que sus perseguidores vayan recuperando algún segundo a lo largo de los días. Pero lo hacen de una manera tan bien medida que siempre les queda todavía el suficiente tiempo de ventaja cuando llegan a la meta para ganar sobradamente.

Encima, esos segundos que su perseguidor le ha recuperado los ha tenido que obtener a base de un esfuerzo titánico en circunstancias adversas, con lo cual su gasto de energía ha sido mucho mayor.

Feijóo, por ahora, lo que ha quedado claro es que sabe subir las cuestas a su ritmo para que no le saquen de punto. Otro se hubiera venido abajo solo por la presión de las expectativas (tanto positivas como negativas) que sus fieles y sus detractores le atribuían. Hizo un ataque tempranero y le salió bien. Y solo con eso ya ha conseguido que a Pedro Sánchez le asaltara su primera «pájara» el lunes pasado, en cuanto las cosas se pusieron un poco cuesta arriba.

La incógnita es saber ahora quien sabrá gestionar mejor esas ventajas y diferencias. Sánchez es un sprinter explosivo, pero me temo que la distancia que le ha metido Feijóo en el primer puerto de la competición es de aquellas que no se recuperan con un arrebato, un buen día y un golpe de riñones. Va a tener que aprender a usar las escaleras, porque su táctica habitual de jugársela saltando por la ventana en estos casos ya no sirve y hay que ir rebañando la distancia que te llevan poco a poco, con una paciencia y una determinación infinitas. Para eso, una semana me temo que puede quedarse corta. Además, Sánchez se ha quedado sin gregarios (porque con sumar no se puede contar, y valga la paradoja) y tendrá que hacer esa tarea él solo, defendiéndose a la vez de los otros equipos.

Contra lo que pueda parecer, no soy un periodista deportivo ni mucho menos. Lo único que sucede es que no hay narrador que pueda resistirse a una situación tan llena de analogías como esta. Con la situación que se ha dado, los candidatos han creado una línea de trama tan buena que sería el sueño de cualquier guionista de culebrones con suspense. Por ahora, Feijóo asciende las subidas a buen ritmo y Sánchez se lanza por las bajadas sin frenos. La única pregunta que queda por responder es saber quien será el rey de la montaña el próximo domingo.