Tecnología

Cibersexo: experiencias reales y no solo virtuales

Del sexting a las aplicaciones de Realidad Aumentada, el placer íntimo explora nuevas experiencias con la tecnología como aliada sin olvidar la humanidad de la sexualidad.

Sexo virtual
Sexo virtualDreamstime

La tecnología está presente, y cada vez más, en todas las esferas de nuestra vida. Incluyendo, muchas veces, la más íntima.

Internet, por ejemplo, «democratizó» el acceso a contenido «de adultos». No hay cifras inequívocas y claras sobre cuánto del contenido que circula por Internet puede considerarse pornográfico, pero el hecho de que sea tan fácilmente localizable está provocando, incluso, que se estén tomando medidas para evitar su consumo por parte de los adolescentes por las repercusiones que este visionado de imágenes y vídeos puede tener en su posterior desarrollo sexoafectivo.

Pero, más allá de si la pornografía es un 4 o un 20% (según se consulten unos estudios u otros), lo cierto es que la tecnología está cada vez más presente en la sexualidad de muchas personas.

Un teléfono me basta

Ahora que todos llevamos un potente ordenador en nuestros bolsillos y manos, muchas veces solo hace falta el teléfono para comprobar como el sexo puede dominar la tecnología… o al revés.

Por ejemplo, hay quien dice que casi cualquier aplicación sirve para ligar y muchos han encontrado en las aplicaciones de mensajería una manera de mantener viva la llama del amor incluso cuando se está a distancia. Así, según una encuesta realizada hace unos años, el 34 por ciento de los españoles había practicado sexo telefónico en 2020, lo que representaba la cuota más alta entre el resto de las actividades, seguida del sexting (envío de imágenes explícitas) y el uso de apps de encuentros y citas, con un 32 por ciento cada una. Eso sí, para algunos aquellos encierros obligatorios también conllevaron una bajada de la lívido tecnológica, puesto que el 28 por ciento de los españoles había practicado sexting con mucha menos frecuencia durante el autoaislamiento o cuarentena por coronavirus a partir de 2020, según estos datos (mientras que el 34 por ciento contestó que practicó la misma cantidad de sexting durante este tiempo).

Para Lelo, por ejemplo, principalmente desde la pandemia, todos hemos encontrado formas nuevas, innovadoras y seguras de conectarnos íntima y sexualmente a través de la tecnología.

El avance de la tecnología también podría facilitar vías más accesibles y discretas para las consultas y terapias de salud sexual, proporcionando apoyo a un abanico más amplio de personas. Un ejemplo es TBDHealth, una empresa de pruebas virtuales de ITS, que elimina la barrera psicológica de ir en persona a hacerse las pruebas. Además, cada vez más personas se desprenden del estigma de la terapia sexual y acuden a las sesiones con sus parejas.

En este punto, Alba Povedano, sexóloga y encargada de amantis Gràcia, destaca la «aplicabilidad que muchas veces le podemos dar a la tecnología para trabajar las disfunciones sexuales. Hay hasta algunos juguetes que funcionan con control remoto y a través de aplicaciones creadas para ejercitar la musculatura pélvica, recordándote también tu sesión de ejercicios y detectan incluso si aprietas bien la musculatura o cuánta fuerza ejerces». Asimismo, hay otros que ayudan a trabajar la eyaculación precoz controlando los tiempos, la presión y el calor del propio juguete para ir acercándote cada vez más a las sensaciones humanas y el control del propio cuerpo.

Preguntado por Lelo, el futurista Tom Cheesewright considera que en el futuro la realidad mixta, los objetos digitales, avatares e inteligencias artificiales proyectadas en nuestro entorno físico a través de gafas o lentes inteligentes harán que estas experiencias sexuales cambien. «Hasta la fecha, la mayor parte de la exploración de la realidad virtual en un contexto sexual ha sido para la pornografía inmersiva. Pero la integración de lo físico y lo digital crea nuevas posibilidades. Podemos reescribir nuestro entorno para el juego de rol de fantasía definitivo, incluso volver a dibujar a nuestros compañeros, lo que ofrece algunas posibilidades preocupantes. Podemos construir personajes alrededor de juguetes, robots e IA. Habrá muchas tentaciones», asegura.

Algoritmos sexuales

Las empresas de juguetes sexuales también innovan y aplican tecnología para desarrollar sus productos. En 2023, Lovehoney y Womanizer crearon un primer orgasmo visual con IA basándose en datos biométricos recogidos de participantes que han permitido una visualización de lo que antes era casi imposible de traducir.

Además de estos usos, los algoritmos de IA pueden utilizarse y se utilizarán para crear experiencias personalizadas que se adapten a las preferencias individuales. De hecho, Lovehoney augura que la tecnología se aplicará a varios segmentos de la industria del bienestar sexual en 2024. Su aplicación será en varios aspectos de la salud y el bienestar sexual, desde rutinas de fitness personalizadas hasta juguetes sexuales con características personalizadas.

Tobias Zegenhagen, Chief Product Officer de Lovehoney, expone, no obstante, que hay «ciertos límites que debemos reconocer. Cualquier avance tecnológico debe cumplir estrictas normas de salud y seguridad. No podemos transigir con estas normas, que a veces pueden limitar la velocidad a la que podemos innovar. Los productos para la sexualidad deben ser cómodos y potenciar la intimidad, no restarle valor. Una tecnología demasiado compleja puede a veces intimidar a los usuarios o perturbar la experiencia íntima».

Además, reconoce que los cuerpos humanos y las respuestas a los estímulos varían mucho por lo que «aunque la tecnología puede aumentar el placer para muchos, puede no funcionar de la misma manera para todos».

Desde Amantis se recuerda que las aplicaciones para el móvil, mensajería y videochat de los juguetes eróticos pueden dejar al descubierto datos personales o rastro en las redes, así como fotografías, videos e información personal e íntima. «Debemos asegurarnos también de ser lo más responsables posible con nuestros datos y la persona con la que estamos compartiendo», subrayan.

Consideraciones

«Es maravilloso ver cómo las tecnologías nos pueden ayudar a jugar con nuestros cuerpos y proporcionarnos multitud de estímulos que no lograríamos únicamente con nuestras manos. Nos pueden ayudar a recrear fantasías, juegos en pareja y añadir color y cercanía en las relaciones a distancia», destaca Alba Povedano, quien considera que no hay límite en el uso de la tecnología en la sexualidad. «Los límites están mucho más marcados por las personas y cómo cada uno/a los determina. Va a depender de las propias creencias, de los gustos, valores y ética que tengamos», determina esta sexóloga.

SexTech
SexTechDreamstime

Tobias Zegenhagen, por su parte, cree que «cuando se utiliza la tecnología en un aspecto tan personal de la vida, es esencial seguir ciertos consejos y precauciones para garantizar una experiencia positiva y segura», como leer las instrucciones de uso del fabricante, añadiendo que en Lovehoney Group «creemos que la tecnología, cuando se utiliza de forma cuidadosa y segura, puede mejorar significativamente el bienestar y el placer sexual. Nuestro compromiso es seguir innovando al tiempo que damos prioridad a la salud, la comodidad y la satisfacción de nuestros usuarios».

El futuro, pues, de la tecnología sexual pasa por dar a las personas la posibilidad de explorar su sexualidad. Un terreno donde la Inteligencia Artificial también ha demostrado ser una valiosa herramienta para lograrlo.

Tecnología sin olvidar la humanidad

Aunque los fabricantes de juguetes sexuales emplean diversas tecnologías para desarrollar sus productos, sus propios responsables subrayan que es imperativo que estas y otras empresas de tecnología sexual se aseguren de que la tecnología complementa, y no eclipsa, el lado humano de la intimidad. Aunque combinar la tecnología con el bienestar sexual abre las puertas a experiencias personalizadas e inmersivas, es vital que recordemos el elemento humano de la ecuación. Por ello, las marcas deben seguir centrándose, según estas voces, en la ingeniería para garantizar que el producto físico sea tan útil como la tecnología que lo respalda.