Tecnologia

El dominio cognitivo, la última barrera tecnológica

El uso del cerebro para el control dispositivos externos sigue en investigación con algunas propuestas comerciales

alterego de MIT mediaLab
alterego de MIT mediaLabMIT mediaLab

Tan potente como desconocida, la mente sigue siendo una barrera por romper en muchos sectores, incluyendo el tecnológico, que desde hace años investiga lo que se conoce como interfaz cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés). Se trata de sistemas capaces de establecer comunicación directa entre la actividad eléctrica del cerebro y un dispositivo externo (generalmente un ordenador o una extremidad robótica). También conocidas como interfaces cerebro-máquina (BMI), estas tecnologías permiten controlar dispositivos mediante el pensamiento, sin necesidad de activar el sistema nervioso periférico o muscular.

Aunque en las películas de ciencia ficción parece que las máquinas se puedan controlar casi por telepatía o se imaginan que todos los humanos acabaremos con implantes tecnológicos que aumentarán nuestras capacidades (tanto físicas como mentales), lo cierto es que, al menos por el momento, la realidad difiere bastante de esta imagen.

Hasta ahora, gran parte de estos esfuerzos se han realizado bien como estudios científicos y, sobre todo, para que determinados pacientes puedan superar algunas dificultades. Por ejemplo, que personas con personas con parálisis puedan controlar dispositivos electrónicos, escribir en ordenadores o manejar brazos robóticos, para acelerar la recuperación de lesiones cerebrales y mejorar la plasticidad cortical o como ayuda en el tratamiento de enfermedades como el Parkinson, epilepsia o depresión.

En muchos de estos casos, es necesario utilizar en primer lugar una especie de casco (como un gorro de ducha) con electrodos para registrar la actividad eléctrica del cerebro, conocida como electroencefalograma (EEG), así como una neuromodulación multicanal mediante Estimulación Eléctrica Transcraneal (tES).

Tras la recogida y posterior análisis de esos datos, es cuando se crea un dispositivo con unas instrucciones específicas para cada paciente.

Invasivos o no

BrainGate es una de las primeras empresas en desarrollar estas tecnologías, que en su caso conllevan la «instalación» en el cerebro de un implante para hacer este control tecnológico. Un método considerado invasivo (ya que conllevan cirugía para insertarlos en el tejido cerebral) que también es el que sigue Neuralink, otra de las empresas que más movimiento han generado hasta la fecha. En su caso, los implantes cerebrales tienen más de mil electrodos y con ellos se pretende tanto el tratamiento de enfermedades cerebrales como ampliar las capacidades humanas.

Frente a estos métodos invasivos, están otros que utilizan dispositivos externos con sensores eléctricos sin necesidad de cirugía (aprovechando, por ejemplo, el cuero cabelludo). Aunque tienen menos riesgos al no conllevar cirugía, también son menos precisos que los anteriores y su uso se circunscribe más a aplicaciones como juegos o realidad aumentada. Son los que, probablemente, tengan un público más amplio y mayoritario. Se espera, de hecho, que este negocio crezca desde casi 2.000 millones de dólares en 2023 hasta 6.200 millones al final de la década.

Uno de los ejemplos de estos métodos es IrisBond, empresa donostiarra que, gracias al seguimiento de los movimientos oculares, está permitiendo que personas con dificultades en el habla puedan interactuar con las máquinas. También se concibe como herramienta para el mundo sanitario cuando estos profesionales deben evitar tocar superficies o para realizar diagnóstico de enfermedades cognitivas.

Monitorizar la mente

Como decíamos al principio, la mente es uno de los órganos más desconocidos por la comunidad científica y sanitaria. De ahí que se quiera profundizar en su conocimiento.

Una de las empresas que más suena en este terreno es Verily, una filial de Alphabet (compañía matriz de Google), que participa en el desarrollo de herramientas de investigación y ensayos clínicos sobre salud mental, incluyendo el uso de tecnologías sanitarias digitales y sensores portátiles para recopilar datos sobre el estado de ánimo, el comportamiento y los patrones de sueño. Su objetivo es mejorar la atención sanitaria mental mediante conocimientos basados en datos e intervenciones personalizadas.

Para lograrlo, Verily desarrolla aplicaciones para teléfonos inteligentes y dispositivos portátiles, como el Study Watch, para recopilar de forma pasiva y activa datos relacionados con el estado de ánimo, el sueño y los niveles de actividad. Además, participa en ensayos clínicos, como el estudio UNCOVER con LivaNova, para evaluar la eficacia de tratamientos como la estimulación del nervio vago (VNS) para la depresión, utilizando sus herramientas digitales para recopilar datos y evaluar los resultados.